Envídia y Celos (II)

Presentador:

—Buenas tardes, saludos cordiales. Un día más estamos aquí, en esta «Proyección 2000», y hoy contamos con un invitado más, un especialista que, quizás, nos pueda abrir un campo mayor al que nosotros tratamos de dar una explicación la pasada semana. Como saben, estuvimos describiendo, comentando, sobre el tema de la envidia y los celos como pecados capitales. Por ello, tenemos a José Tarrazó y también a R. M., psicólogo, que nos va a hablar de todo este tema y de una forma, si cabe todavía, más amplia.

»José Tarrazó, cuando quieras podemos empezar de nuevo con aquello que nos quedamos la semana pasada.

José Tarrazó:

—Buenas tardes, queridos radioyentes. Pues cierto es que nos quedamos en este tema de la envidia y de los celos y, claro, con el tiempo que tenemos en la radio muchos temas pues se quedan.

Presentador:

—No se pueden abordar.

José Tarrazó:

—No se pueden abordar y, lo más importante, son temas que requieren partirse en dos o tres emisiones incluso, como hemos hecho otras veces.

»Pero, claro, yo creo que un psicólogo, como es R. M., pues tiene más conocimiento de causa que yo para estos temas y es un buen amigo de la radio, y creo que nos va a deleitar con toda esta temática de la envidia y de los celos. Y los radioyentes, pues al mismo tiempo, tendrán un campo más amplio para poder ver toda esta temática que es muy interesante y, como decíamos la semana pasada, hay una gran cantidad de seres humanos que están dentro de esta situación de la envidia y de los celos y, como decíamos también, a veces crean esos desajustes psicológicos y esos desajustes psicosomáticos, que en realidad son tonterías, son espejismos, pero que están ahí. Y creo que las antenas nos brindan el que podamos llegar a mucha gente y que cada uno haga sus deducciones y sus análisis a este respecto.

»Yo creo que no voy a quitar más tiempo, y que R. M. intervenga en esta temática.

Presentador:

—R. M., buenas tardes.

R. M.:

—Buenas tardes.

Presentador:

—Vamos primero, si le parece, a definir, bajo su punto de vista, la envidia y los celos.

R. M.:

—Sí. Es algo conocido por todo el mundo, como decía José Tarrazó, es algo extendido, pero es universal, no es una cosa de unos lugares determinados. Y lo curioso es que, aunque es un tema puramente psicológico, no es muy tratado, quizás porque las personas que tienen este problema no se plantean el ir a un psicólogo. Hay otros problemas psicológicos que también ocurren y sucede lo mismo. Muchas veces las personas van al médico cuando tienen problemas, a veces de tipo psicológico, pero hay otras que ni siquiera se plantean el buscar una ayuda. Y, sin embargo, esto de la envidia, a no ser que sea… quizás los celos sí, pero en el caso de la envidia, a no ser que sea algo muy profundo, pues se queda bastante particular en las personas, se queda como una cosa muy muy íntima.

Locutor:

—Perdona, antes de continuar, se me ha ocurrido, así de bote pronto, como suele suceder en estos casos, ¿quizás el problema de la envidia o de los celos puede originar otro problema físico que no tenga nada que ver, de entrada, con este?

R. M.:

—Sí, sí. Y precisamente muchos de los problemas de tipo físico o de enfermedades por los que van las personas al médico, pues tienen las causas, yo diría que todas, aunque unas más evidentes que otras, en el aspecto psicológico. Y en el caso concreto de la envidia, cuando llega a un punto y es muy persistente a lo largo del tiempo, y pasa de una cierta intensidad, pues se originan problemas de tipo psicológico, uno de ellos es la depresión. Una de las múltiples causas psicológicas de la depresión, podría ser esta. También problemas de tipo físico, determinados desarreglos de tipo, por ejemplo, orgánico, así como otros muchos problemas de tipo nervioso.

»De tal manera que podemos decir que lo que la persona vive como problema, sea psicológico o sea físico, es el efecto último, y una de las causas más sutiles de tipo psicológico, como es el caso de la envidia. Y entonces, la persona buscaría un remedio físico, cuando, sin descartar que a veces pueda esto ser interesante, lo fundamental sería ir a la causa, a ese origen de tipo psicológico, es decir, mental y emocional, como ahora hablaremos y profundizaremos, que es el origen de la envidia.

Locutor:

—¿Qué relación puede tener la envidia y los celos con otros vicios?

R. M.:

—Sí. Todo el mundo sabe lo que es la envidia y los celos, son palabras que cualquiera que las oiga automáticamente sabe a qué se refieren.

Sería interesante comenzar definiendo qué es esto de la envidia y los celos.

»La envidia es un sentimiento de malestar, un sentimiento desagradable que tiene una persona por ver que otras personas, otros seres humanos, en ese momento viven o consiguen lo que él no tiene, sea de tipo material o no. Por ejemplo, de uno que ve que otra persona tiene un coche que uno no tiene, o una casa, o se compra una joya; o a nivel psicológico también, que una persona es más inteligente, o que puede conseguir más estudios, o que tiene un trabajo, un puesto de trabajo que él no ha conseguido; o, en lo afectivo, que recibe más afecto de los que le rodean, o incluso, en una dimensión espiritual, hasta que otra persona esté más evolucionada espiritualmente. Es decir, que tanto en lo material, en lo psicológico, como en lo espiritual, puede ser objeto de sentir un malestar interior, un sentimiento de malestar. Eso es la envidia.

»Y, a veces, pues también esto se amplía al desear, unas veces es conscientemente y otras inconscientemente, lo que otra persona tiene. Fijémonos en que utilizo la palabra deseo, que es la parte emocional de la persona, o también el deseo —también más o menos consciente— de que los demás no lo pasen tan bien, que lo pasen mal. Unas veces se matiza por un lado y otras veces por otro. El caso es que uno se siente mal e interviene el deseo de que uno tenga más que los demás o que los demás tengan menos que uno. Entonces, cuando este sentimiento, que es un proceso de desequilibrio, de deformación, lo vive uno de una forma negativa, de una forma desagradable y, a veces, como hemos dicho antes, derivando en problemas fisiológicos, pero sobre todo a nivel psicológico, se puede hablar de envidia.

»Los celos serían como una derivación de la envidia, pero a un nivel más humano, como por ejemplo cuando una persona muy allegada a uno, puede ser un familiar, la pareja, o los hermanos… y en el caso de los niños, por ejemplo, pues hay quien les da más afecto, o les da algo también material, o se comporta con ellos de una manera más especial a nivel afectivo, y entonces sentimos celos. Es decir, tiene mucha relación, es muy difícil delimitar las fronteras, aunque se ve claramente lo que es una cosa y lo que es otra.

Presentador:

—A José Tarrazó lo veo bastante interesado y ocupado tomando notas.

José Tarrazó:

—Bueno, normal. Yo consideraría que esta situación de la envidia y los celos es una fricción de energías que se condensan en el cuerpo de deseo, es decir, que cuando existen unos deseos del orden que sea, pues esa fricción, esa situación, es la que origina ese malestar y esa angustia, ese desasosiego. Y entonces, pues claro, los seres humanos… hablábamos el otro día de que deberíamos tener un determinado equilibrio, y ver con justeza qué es lo que podemos hacer para evitar estos problemas, estas situaciones, las cuales llegan incluso, en los celos y en la envidia, a la agresividad, sea de carácter psicológico, verbal o físico. O sea, crean un conjunto, una vorágine de energías que son puramente negativas, unas veces creo que consciente y otras veces inconsciente, porque a los seres humanos les falta, por así decirlo, ese equilibrio para poder discernir en qué momento llegan a tener estos vicios capitales. Yo creo que mi pequeña visión a este tema es así.

R. M.:

—Sería la envidia, si me permitís, un aspecto también de la mente. Es un sentimiento. Hemos nombrado también el término deseo. Todo eso pertenece a la parte emocional de la persona. Pero está la parte mental, que está muy relacionada. Entonces, la persona que tiene envidia, como todos sabemos, piensa mucho. Cuando le surge ese sentimiento, lo que hace, en lugar de mitigarlo, de difuminarlo, lo que hace es alimentarlo. Y cuando pasan los días, y los momentos de cada día, y más dedica con su mente en pensar en ello, se engrandece. O sea que la mente se descontrola, y esto es la causa de muchos problemas. Estamos ahora hablando de uno de los múltiples problemas o de los distintos vicios en el ser humano, que se dan cuando la mente está descontrolada. Repito, entonces se alimenta, porque es un proceso. La mente es un movimiento psicológico y la parte emocional también, y están las dos muy interrelacionadas. Igual que está relacionada con lo físico, con lo biológico, también están la mente y lo emocional interrelacionadas. Por lo tanto, ahí es donde está, en ese pensar, esa mente descontrolada, y en los deseos, que tienen su fuerza, su dinámica, su presión. Ahí es donde está el origen psicológico interno.

Presentador:

—Bien, digamos, a los efectos, a las consecuencias hacia uno mismo y frente a los demás, ¿qué consecuencias puede tener? Me imagino que todas ellas negativas, claro.

R. M.:

—En uno mismo, estamos ya hablando que aparte de los efectos fisiológicos, los psicológicos, el sufrimiento psicológico que conlleva.

Presentador:

—O sea, que el que más sufre es el que tiene este tipo de enfermedad.

R. M.:

—Al término enfermedad, si le damos un sentido amplio, habría que incluir, no solamente lo físico, sino lo psicológico, porque está todo interrelacionado, aunque a veces se matiza más como psicológico y otras veces como físico.

»Hay muchos grados de envidia, a veces es tan sutil que uno no se da cuenta de ello, pero otras veces es tan fuerte y potente, incluso en los celos también… Hay una enfermedad que se llama celotipia, es decir, se llega a un punto, a un nivel, de celos o envidia, que la persona ya no puede vivir con normalidad, prácticamente es un enfermo. Ya esa persona no actúa normalmente y eso le hace sufrir muchísimo, sobre todo en lo psicológico. Pero esto no solamente queda en el daño en él mismo, sino que esto repercute en los demás. Y si hablamos más filosóficamente, como es el motivo de este programa, pues nos daríamos cuenta de que hay unas energías que no quedan limitadas a un ser humano, sino que se extienden a los demás. Por ejemplo, estamos pensando en una persona, sintiendo ira o sintiendo envidia, y estamos emitiendo, estamos irradiando, aquello que nosotros vivimos, no otra cosa distinta. Por tanto, la persona envidiosa está contagiando esas energías oscuras, negras, que él está viviendo, las está transmitiendo a los demás, no solamente a la persona objeto de envidia o celos, sino también a su entorno. O sea, que podríamos profundizar y ver las consecuencias nefastas que esto puede conllevar.

Presentador:

—O sea, que aquel que por desgracia pueda padecer la envidia o los celos, lo que está muy claro es que está perjudicando no solamente a la persona envidiada, sino también evidentemente a todo nuestro entorno, yo diría natural.

»¿Qué relación podría tener la envidia o los celos con la convivencia actual y con la sociedad de consumo que estamos viviendo?

R. M.:

—Sí. Todos sabemos que se nos está incluso educando para competir. La competencia está muy relacionada con la envidia. Cuando se ha educado a un niño para que saque mejores notas que el otro, ya sean los padres o quien sea, se le está estimulando a sacar mejores calificaciones que el compañero. Pero cuidado, tenemos que matizar aquí una cosa muy importante: no es lo mismo competir con los demás que competir con uno mismo. La competitividad actual es estar por encima de los demás, y eso mucha gente lo considera como algo natural, como algo lícito, y no nos damos cuenta de que ahí estamos introduciendo un aspecto negativo, de oposición a los demás, de egoísmo.

»No hemos nombrado el término «egoísmo», el término egoísmo es como el tronco de todos los vicios, y por supuesto en este vicio de la envidia y de los celos, el egoísmo subyace como el tronco de un árbol del cual surgen las distintas ramas, están en la base. Entonces, la competitividad con los demás, o el consumir más, como estamos viendo en la sociedad actual, está muy relacionado con el egoísmo, y esto suscita pues el tener envidia de otras personas, que a lo mejor por sus características o por sus facultades, o por lo que sea, pues han conseguido mejores puestos o han conseguido más objetos, más elementos materiales, psicológicos o espirituales que uno. Por lo tanto, esta sociedad actual, materialista, capitalista, consumista, etc., como todos sabemos, esta indirectamente fomentando la envidia.

Presentador:

—Llega un momento que incluso en la propia familia, o en el propio seno de la familia, se puede inducir a los propios niños a ser celosos o envidiosos, cuando, quizás, a lo mejor sin querer, tratando de estimularles les dicen: «Mira tu amigo que buenas notas ha sacado», o «Mira qué curioso va, que bien viste»… ¿Les estamos induciendo, a lo mejor de forma indirecta, a ser celosos y envidiosos?

R. M.:

—Sí. Y a veces los padres, con la mejor voluntad, a sus hijos no los tratan igual, no tienen el mismo trato con los hermanos, por eso hay celos entre hermanos. Y uno de los problemas que muchas veces se plantean los psicólogos es el de los celos en los niños, aunque esto muchas veces se vive de lo más normal, porque un niño tiene todavía la personalidad en formación, esa personalidad egoísta. El niño tiene que pasar por la fase del egoísmo, eso es algo natural, como el hombre primitivo. Pero cuando no deriva en algo, no se transciende, no se controla, cuando eso pasa de un cierto nivel y se exagera, entonces ya podemos decir que hay problemas, y muchas veces los padres no se dan cuenta, y ellos son la causa de ese trato discriminatorio con respecto a sus hijos. Por lo tanto, de una forma a veces inconsciente, sin pretenderlo evidentemente, se está fomentando los celos y la envidia.

Presentador:

—También se puede dar el caso de que cuando se está haciendo ese ejemplo comparativo lo único que se está demostrando es su propia envidia, sus propios celos, porque tu hijo no es como el vecino, por decirlo de alguna manera. O sea, tú eres un celoso en potencia cuando realmente estás tratando que tu hijo sea como aquel que crees que es mejor que tú.

R. M.:

—Sí, sí. Son automatismos inconscientes de la psicología humana debido a la compleja que es, casi todo funciona de forma inconsciente. Entonces uno, sin darse cuenta, está fomentando a los demás, a los hijos o a las personas que le rodean. Es decir, muchas veces lo que uno no quiere reconocer en sí mismo, o aquello que uno no ha transmutado, directamente lo transmite a los demás, como una especie de proyección. Entonces, es muy frecuente este fenómeno.

»Hay algo que no hemos tocado antes, al hablar de los orígenes de la envidia y de los celos, que podría ser muy interesante para comprender este fenómeno, y es que existe, algo hemos dicho ya, el egoísmo. Eso está en la personalidad humana mientras no seamos perfectos. En un grado o en otro hay egoísmo, y hemos hablado de la mente y de las emociones. Pero existe una jerarquía evolutiva entre los seres humanos, hay unos seres humanos que espiritual, psicológica o materialmente van por delante de otros. Hay quienes tienen más, hay quienes tienen menos. Hay quien tiene más capacidades intelectuales, afectivas o espirituales que otras. Hay una jerarquía natural, sea porque unos van por delante de otros, porque han trabajado más o por lo que sea, sería un tema extensísimo. Entonces, esa jerarquía natural hace que no estemos todos en el mismo nivel, ni a nivel material, ni psicológico, ni espiritual. Por lo tanto, hay unas diferencias. Pero ahí no está la culpa, en esas diferencias, sino, como hemos dicho antes, en la falta de autocontrol psicológico, en el egoísmo que subyace en la persona. También hay unas injusticias sociales, hay quienes tienen más y hay quienes tienen menos, hay unos desequilibrios, como todo el mundo sabe, en la sociedad, pero no hay que echar la culpa solamente a esto, aunque es algo hacia lo cual hay que dirigirse para eliminar.

»La culpa estaría en que, ante esos estímulos de la sociedad, ante esas circunstancias, uno no sepa aceptar, aunque haga lo posible por superar el estado en que se encuentra, por mejorarse física, emocional, psicológica o espiritualmente. Ahí hay una serie de desequilibrios que uno no puede eliminar. Si eso le induce a la envidia es porque precisamente subyace en la deficiente psicología de la persona, en su deficiente personalidad, la envidia.

Presentador:

—Claro, pero lo que yo me planteo es lo siguiente, ya hemos hablado de forma extensa de los celos en los niños, pero cómo un ser normal, cualquier ciudadano, en la sociedad de consumo que, vemos igual, que cuando llega a casa cansado de su tarea cotidiana, se sienta a distraerse y enchufa el televisor, escucha la radio y automáticamente le están bombardeando diciéndole lo que tiene que tener para ser superhombre. Es decir, si te compras tal vehículo, eres un superhombre; si te pones tal colonia, arrasas; si te pones tal traje, eres el más alto y el más guapo. Bueno ¿cómo se puede compartir todo esto? La verdad es que, aparte de estos problemas internos que tú, evidentemente, me estabas comentando, creo que habría que tener una tremenda fuerza de voluntad para poder superarlos, porque está el que constantemente te están induciendo. Te están bombardeando para que tú seas propenso a los celos y a la envidia.

R. M.:

—Sí, los condicionamientos externos son muy fuertes, evidentemente, pero no hay que echar la culpa a eso, sería como una especie de escapatoria, una especie de disculpa. Es muy importante esto, y existe una cosa en estos momentos, y es que el ser humano no está educado psicológicamente, hay tantas cosas que no se educan en las personas, que no están en la educación básica. Una de las primordiales sería que, a los niños, desde el principio, se les enseñará a conocerse a sí mismos: ¿cómo están formados?, ¿cómo tienen que funcionar? Entonces, todas estas cosas llegarían un momento en que, aunque las tuvieran como problemas, como defectos, como vicios, podrían superarlos.

»Entonces, vamos a hablar, sería muy interesante, quizás lo más interesante del tema, sobre qué posibles actitudes o soluciones podríamos adoptar, aunque lo ideal es comprender que esto se nos indujera desde el principio, desde pequeños.

»Una es el controlar esta mente, que hemos nombrado que es una mente que se dispara y que la mayoría de las personas no vemos, continuamente está trabajando y dándole vueltas a las cosas y, en lugar de solucionar los problemas, a veces los complica. Otra sería pues vivir con un estado de atención, algo que en estas emisiones de radio se nombra muchas veces. Esto se debería de enseñar a los niños desde bien pequeños. La atención a todo cuanto nos rodea, a lo de dentro y a lo de fuera. Cosa que no se hace en un día, sino que se va practicando, es como una gimnasia. En un día no puede uno desarrollar los músculos, necesita día tras día de ensayo. Pues esta atención te permite controlar la mente, que hemos dicho que es uno de los obstáculos o uno de los estímulos que nos lleva a la envidia, como a otros vicios. Con la atención a las cosas, trabajando en cada momento, haciendo lo que hay que hacer, vamos progresivamente, y no de la noche a la mañana… progresivamente, poco a poco, controlando esta mente descontrolada. Eso sería un elemento básico.

»La voluntad es otro aspecto fundamental para mantener esta atención con perseverancia, porque a lo mejor lo hacemos un rato o un día y al día siguiente viene la inercia, la inercia que arrastramos del pasado, y entonces nos hace bajar la guardia. Hay que tener una perseverancia, una perseverancia constante para mantener esa atención.

»Y otro factor sería el amor, todavía no lo hemos nombrado, pero el amor es lo contrario a la envidia y a los celos. Si una persona tiene amor a alguien es imposible tenerle envidia. Si hay luz no hay oscuridad, si hay oscuridad no hay luz, es lo contrario. Si uno considera ir desarrollando, no el sentimiento que se llama amor —sentimiento de amor que muchas veces es emocional, es emocionalidad—, sino el auténtico amor, que tampoco se puede hacer de la noche a la mañana, veríamos cómo es la luz que ilumina la oscuridad de la envidia, y esta envidia se disolvería por sí misma. Cuando se tiene envidia a alguien es porque directamente se le está odiando, hay una proyección de energía negativa dirigida contra esa persona. Si tienes amor, esa energía se neutraliza.

»Por lo tanto, la clave estaría en descubrir, por medio de la atención perseverantemente mantenida, que aquella persona a la tenemos envidia es un ser al cual hay que desearle el mayor bien, que es lo contrario de lo que le pasa a la persona envidiosa, que le desea el mal, o sea, que lo pase mal para uno pasarlo bien.

»Pues bien, el amor, si llegáramos a descubrir lo que es, aunque sea mínimamente, nos invitaría a lo que hay que hacer para neutralizar su opuesto, que es la envidia.

Presentador:

—Acaso, a lo mejor, perdona, es un ejemplo, aquellas personas que se consideran que están por encima en una clase social, detrás no son envidiosas, o al menos no envidian, lo que aquellos no poseen, por decirlo de alguna forma. O sea, es decir, digamos que, si un señor tiene un utilitario, y va matando hormigas está claro que no lo envidias, al contrario de lo que se podría producir, quizás a lo mejor de forma natural él ya ha evolucionado, o sea considerando que él tiene una cosa que tú no tienes.

R. M.:

—Cuidado, porque si no es envidioso, a lo mejor es orgulloso, a lo mejor es avaricioso. Es decir, hay varios vicios. La envidia es uno de ellos, de hecho, está, lo hemos dicho, muy relacionado con la soberbia y con la avaricia. Hay una relación. El egoísmo sería el tronco y los demás serían las ramas, pero precisamente la soberbia y la avaricia están más íntimamente relacionadas. Cuando una persona desea ser superior a los demás, si ve que hay alguien, porque siempre hay alguien, que sube por encima de él, ya puede sentir la envidia. Si uno es ambicioso o avaricioso y ve que hay alguien que está ganando, puede sentir envidia. A veces no, pero es porque quizás esté como escondido, oprimido, reprimido este sentimiento de la envidia, pero si no tiene este sentimiento puede tener otro, lo cual no te dice que esté evolucionado.

»Los seres humanos tenemos un elemento básico, que es la imperfección de la personalidad, se podría expresar como el egoísmo, en un nivel o en otro. Y luego hay una serie de ramificaciones, de vicios o de actitudes, que, a lo mejor, unas manifiestan, unas; y otras, otras. Lo cual no quiere decir que cuando uno no tiene envidia o no tiene orgullo, o no tiene ningún rasgo, no quiere decir que sea superior a los demás.

Presentador:

—R. M., hay un tema que aún no hemos tocado, y tenemos poco tiempo, y es los celos en la pareja. ¿Cómo es posible que uno amando a otra persona se pueda sentir celoso?

R. M.:

—Ahí está la palabra amor. ¿Es eso verdaderamente amor? Si una pareja o dos seres humanos se aman, es imposible tener envidia o celos. Por lo tanto, habría que tener en cuenta de qué naturaleza es ese amor. Sería un deseo.

»Cuando los seres humanos, por ejemplo, empiezan las relaciones entre pareja, más que amor hay un deseo, que luego puede ir ampliándose y profundizándose en amor. Y entonces es cuando puede surgir más los celos, porque se está viviendo un amor superficial, es decir, un sentimiento más basado en el deseo que en el amor. Cuando eso se profundiza, si llega al amor, los celos es imposible que se den. Por lo tanto, hay que observar qué es lo que está ocurriendo ahí, sería interesante investigar eso que se llama «amor» como palabra, como término, qué es lo que subyace dentro de él.

Presentador:

—José Tarrazó ha estado bastante tiempo callado y tomando notas…

José Tarrazó:

—En algunas emisiones he mencionado a Platón, considerando las determinadas enfermedades, también las enfermedades mentales tenían su asiento en la mente. Es decir, que se ha ido desarrollando esta conversación y creo que se ha tocado en el punto álgido, que era el problema de la mente y todos los problemas que subyacen a través de esta mecánica de la mente. Y para mí, para mí, lo más fundamental es que analizadas desde una manera impersonal e imparcial todas estas cosas, pues podrían crear un equilibrio en algunos seres humanos, y a partir de ahí, cuando sopesamos todas estas problemáticas que tiene el ser humano en los pecados capitales, podrían, para mí, regenerar o podrían enmendar muchas cosas, las cuales se desconocen, porque claro, estamos hablando de un tema muy interesante, un tema que vosotros, los psicólogos y los psiquiatras, también sabéis, que es el pan nuestro de cada día y que lleva a la sociedad a crear esa angustia y esa fricción que es la crea el desequilibrio en y entre los seres humanos.

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