Unos jóvenes ni, ni…
La antropogénesis de los seres humanos y sus características, sus costumbres, su educación, han ido cambiando a través de los tiempos; unas veces han sido más refinados que en otras, cultivando los valores fundamentales en los cuales los pueblos y las naciones se han visto enriquecidas y prósperas; actualmente se han derivado hacia la falta de respeto y dignidad.
¿Qué quiere decir este título? Una parte de jóvenes les llamaré: ni trabajan ni estudian…
La génesis de esta situación se origina en el siglo XX, cuando empieza la desestructuración de las familias, y los hijos dicen que son libres: pero la libertad conlleva obligaciones, respeto y compromiso. ¡Qué hermosa palabra la de la libertad! La verdadera libertad de los jóvenes consiste en que hallen el camino recto y que caminen sin vacilaciones. Pero la libertad es el derecho de hacer lo que no perjudique a los demás. “La libertad política bien analizada es una fábula imaginada por los gobiernos para adormecer a sus gobernados”. (Unamuno).
Pero la esclavitud no es solamente estar bajo el yugo de los opresores, sino que en muchas ocasiones uno se hace esclavo de sus vicios, de aquellas ideas que nos han inyectado y nos las han vendido como de libertad. No es mayor esclavo aquel que está dominado por un tirano, por grande que sea ese mal, sino aquel que sirve de juguete a su propia ignorancia, al egoísmo y al vacío.
¿Qué les pasa a los jóvenes, ni, ni? Que no han sabido escuchar y lo que han escuchado no les ha interesado. Los padres, los profesores han procurado darles los mejores consejos para la vida. Pero las corrientes sociológicas de los llamados progresistas, les han hecho más mal que bien, les han vendido en nombre de la libertad un veneno tan fuerte, que les ha desplazado del mundo equitativo y de la felicidad para la cual todos estamos hechos…
Son muchas las voces que con el verbo de la palabra levantan su sagaz sabiduría y se preguntan: ¿A qué situación hemos llegado con una parte de los jóvenes que pasan de todo?
En las circunstancias actuales apremia el que se formen seres humanos con responsabilidad, coherencia y respeto. Pero si los que debieran dar las pautas a estos jóvenes tienen montadas unas políticas de permisibilidad para que se hagan botellones, se salten todas las normas de circulación, rompan el mobiliario público, que cuantas más fiestas mejor… y esto conlleva alcohol, droga y no sé cuántas cosas más; conciertos multitudinarios de rock donde las masas enfurecidas son pura adrenalina. ¿Qué podemos esperar de estas situaciones?
Los espectáculos que ofrece la madre naturaleza son más animados que cuantos pueden ofrecer e inventar los hombres, con la diferencia de que los unos se dan de balde y para todos los individuos, y los otros cuestan dinero y repercusiones.
Las clases gobernantes deben contribuir a cultivar las buenas formas de los jóvenes, pues de éstos depende el porvenir de los pueblos y las naciones; el buen camino de la conciencia, tanto pública como privada, se reconoce en la educación y con la influencia de una cultura respetuosa, no de la basura que inyectamos a una juventud que no le valen las reflexiones, ni los sermones de los que predican y no hacen lo que debieran…
Creo sinceramente que se nos han ido de la mano las reglas fundamentales que nos enseña la ética en el comportamiento de los individuos. Que les pregunten a los maestros cuál es el comportamiento de sus educandos. ¿Cuál es la causa del fracaso escolar? Aupar a esa parte de la juventud, que ni quiere estudiar, ni quiere trabajar es un error, pues sin disciplina no puede haber una buena formación, y a los profesores se les ha castrado de su autoridad…
¿Quién será capaz de ponerle el cascabel al gato? El problema es global referente a los jóvenes. Pero yo pienso que alguna solución debiera tomarse respecto a cuantos desafueros estamos sufriendo; la labor debiera de ser a tres partes: los padres o tutores, los gobernantes y los docentes de la enseñanza, los ciudadanos en general que somos parte de esta sociedad.
Reconducir la sociedad hacia nuevos horizontes que no sean como los que tenemos ahora, pues estos han fracasado y nos encontramos ante un conflicto de dimensiones incalculables de pobreza, miseria… mientras otros gastan desmesuradamente.
Quisiera dormirme y levantarme con nuevos horizontes más hermosos, pero esto es un sueño, y cuando me despierto tengo otro tanto de lo mismo, es decir, noticias desagradables, violencia, convenciones de mandatarios con mucha palabrería. ¿Qué será de las futuras generaciones con individuos formados con el troquel no pensante?
¿“Queréis saber lo que piensan los hombres? No os fijéis nunca en lo que dicen, sino sólo en lo que hacen” (Beauchéne).
19 de septiembre de 009. J.T.D.
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