Una sociedad desequilibrada

“El pétalo de la rosa deja pasar la gota del rocío para que su hermana, la hierbecilla, calme su sed”. Este es un hermoso ejemplo del equilibrio de los tantos que nos presenta la Madre Naturaleza, ¿por qué los seres humanos no imitamos al gran libro de la naturaleza? Un paciente se acerca a su doctor y le dice: No sé lo que me pasa, doctor. Y este, después de preguntarle muchas cosas y explorarlo le da un papel y le recomienda un libro: La ética diaria en la vida de familia. Con un par de páginas que se lea cada día tendrá suficiente, ¡pero eso sí!, beba mucha agua para que se le aclaren las ideas. ¿No ves cómo el Universo pide a gritos, desde su elocuente silencio, que armonicemos la vida con la suya? Si nuestras vidas estuviesen equilibradas viviríamos en un paraíso, pero aun no hemos llegado a practicar esa asignatura del equilibrio; somos tan quebradizos que una simple sombra nos derrumba y caemos en tierra. Cuando las personas perdemos el equilibrio, es porque algo no funciona correctamente en nuestra mente, y la emocionalidad desbordada ocupa la energía que debiera expresar el corazón. Cuanto más impetuosas sean las olas de la adversidad, más hemos de buscar apoyo en lo imperecedero, para así encontrar el equilibrio que tanto necesitamos para llevar una vida armoniosa y hallar la felicidad en lo posible; la vida llena de paz, y de alegría y amor. Ennoblecer todo nuestro programa de vida es dejar las huellas que no se borrarán por el paso de los siglos, sino que son el pensamiento del siempre ahora, aquello que en el espacio deambula para que otras personas lo recojan, nada se pierde si está equilibrado, nada perece cuando el pensamiento nace desde un corazón noble y sencillo.

Para escribir el gran libro de la vida solamente se necesita sencillez, alegría, y humildad; lo demás son delirios de grandeza e ignorancia, y estos ingredientes nos sobran a todas las personas. Si una parte de la sociedad está desequilibrada, su raíz nos hace mucho daño, y nos produce la infelicidad, si hemos venido para ser felices ¿por qué no lo somos? Esta y muchas preguntas más tendríamos que hacer para corregir todo desequilibrio que es la causa de muchas enfermedades. Necesitamos crear una sociedad que no esté contaminada de tantas ideas perversas, de tantos malandrines que con su ignorancia hacen daño a otras personas, que no respetan a los demás; necesitamos educar para que podamos convivir todos, pues existe suficiente espacio para todas las personas, y que el espacio en el que convivimos sea de felicidad y no de continuos conflictos; si así fuese, el paraíso estaría entre nosotros, el desequilibrio no existiría. Lo negativo se esfuma a medida que uno abre las ventanas del Alma al bien del respeto a la convivencia, así es como se crea el equilibrio, mientras que la ira es el viento, nos causa heridas y desequilibrio y nos sentimos mal. Son muchas las personas que solamente saben quejarse, pero ¿qué hacen para cambiar sus actitudes? ¿Cómo se comportan con la sociedad que les rodea? ¡Qué excelsa tarea la de caminar en la dirección al infinito, tarea cuya realización jamás se completa del todo, esta nos lleva al equilibrio! Todas nuestras acciones, si son sencillas, crean sensatez y tranquilidad; la coherencia, la plenitud, y la consonancia, la grandeza de un ser satisfecho, a pesar de los problemas que todos tenemos, pues la verdad es que hemos venido al purgatorio terrenal, ¿nos preguntamos por qué serán todas estas cosas? Muchas preguntas no tienen respuesta, ¿por qué será? Cuando cada experiencia se convierte en un canto a lo sublime, ¿queda algo por hacer? Dar gracias a Dios, y continuar el camino respetando a todas las personas, pues cada uno tenemos que hacer este camino para el cual hemos venido los seres humanos. Cada persona llevamos una misión, ¿la estamos cumpliendo? Cada cual somos responsables de nuestros actos, de nuestras relaciones con los demás, que tienen que ser una asignatura de tolerancia y ética, llena de enjundia, interesante y alegre; que cada día aprendamos algo que llene nuestro corazón, y así estemos llenos de equilibrio.

20.1.1. J.T.D.    

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Subir