Una cerradura y una llave para abrir una conversación
Es preciso que todos cambiemos de mentalidad. Los tiempos así lo demandan, pero si no lo hacemos estaremos anclados en una república bananera. Y claro, esto nos cuesta, por los hábitos adquiridos, las costumbres, nuestra educación, por las tradiciones, etc. etc.
“El caballero se sentía demasiado exhausto para superar el último obstáculo,” (El caballero de la armadura oxidada) Yo, me pregunto, si nuestras neuronas no se habrán oxidado. Estos tiempos que estamos viviendo son un nuevo ciclo que tenemos que afrontar, con ideas renovadas; y nada mejor que usar esa llave que todos poseemos en nuestro entendimiento y bien hacer, para darle la vuelta al calcetín, para que el sistema actual cambie. Pero que nadie piense que esto caerá desde el cielo, más bien con un compromiso individual y colectivo de los ciudadanos con conciencia selectiva, y arremangándonos y protestando del cúmulo de injusticias que estamos viviendo cada día; solamente comprometidos se puede producir un cambio.
Desde los medios de comunicación, prensa, radio, televisión y otros, podemos espolear y hacer pensar a los individuos; quiero referirme en concreto como colaborador del Periòdic d’Ontinyent, y cuantos altruistamente colaboran en esta prensa y lo hacen con puntualidad cada semana, mi reconocimiento y aprecio.
El camino que estamos recorriendo en estos momentos tiene muchas estrecheces, y solamente las pasamos los más débiles: necesitamos un cambio total, pues las estructuras están podridas, y el picudo taladra sin descanso esta palmera de la sociedad, ¿es que no quieren darse cuenta que el sistema ha fracasado? Solamente una regeneración democrática nos puede salvar, pues ahora no tenemos una democracia, más bien es una partitocracia, un toma y daca, ahora tú y luego yo.
No nos engañemos, no es cuestión de colores, más bien de valores, de personas honestas, que con dignidad propicien el dialogo, que escuchen, que bajen al terreno de las realidades cotidianas; pero lo cierto es que no nos hacen ningún caso, ¿tendremos que hacerles caso cuando nos pidan el VOTO? No, señores mandatarios… Los individuos hemos sido engañados y nos hemos dejado engañar por discursos mediocres, donde las realidades han sido disfrazadas en un carnaval de despropósitos, de mentiras prometedoras; se han desacreditado por todas, parlanchines de tres al cuarto, incultos pero atrevidos.
Si buscásemos el camino de la verdad, no estaríamos a la cola de la educación, no estaríamos endeudados hasta el moño, no gastaríamos más de lo que ingresamos, pero han montado una sociedad de consumo desaforado; gaste y ya lo devolverá, y los bancos al rescate, ¿quiénes estamos pagando todos estos despropósitos? Los ciudadanos. Hay que reconocer el fracaso del sistema mundial, solamente una pequeña casta de especuladores les vienen los aires a su favor, pero los grandes mandatarios de la economía se hallan cada vez más fuertes, con ganas de apretar más las tuercas y exprimir hasta la última gota de los que sufrimos el continuado expolio; las contribuciones de los impuestos y los recortes sociales son para pagar grandes sueldos a los políticos. ¿A quien está golpeando más esta crisis? Son los más vulnerables, los niños, los que vemos recogiendo comida en los contenedores, hijos de esas familias que se han quedado sin NADA.
Solamente veo una solución: la revolución de una CULTURA, la protesta pacífica, la indiferencia absoluta a tantos desaprensivos, sin piedad: pero para eso tendremos que ponernos en marcha sin violencia, Gandhi demostró que se pueden cambiar las cosas pacíficamente, ¿lo podremos hacer nosotros?
Mucho he escrito y lo seguiré haciendo, mis obras son una oda al comportamiento ético; pero no dejaré de escribir denunciando todos estos hechos tan injustos.
11.1. 14. J.T.D.
Deja una respuesta