Un Quijote sin mancha

En 1602, fecha en que probablemente escribió el Quijote, Cervantes tenía cincuenta y cinco años. Este libro de caballería se tradujo en unos treinta idiomas, recorriendo casi todos los hogares donde apreciaron esta dantesca obra, creo que Cervantes demostró su capacidad intelectual, humana, de exquisitez. Esto es la escritura del siempre ahora.
La célebre sátira de Cervantes en su Don Quijote, lejos de destruir la incomprendida literatura caballeresca, la eleva y depura, es por ello que lo titulo Un Quijote sin mancha. Cervantes vivió en un reino también carente de la justicia a que aspiramos, pero en esta obra existen realidades en cuyas mallas de ilusión vivieron y vivimos los seres humanos. Donde quiera que vayamos los hombres, allí están representados los dos individuos, el valeroso Quijote y Sancho, uno altruista, el otro pasota, la dualidad o los pares de opuestos, que todos llevamos en nuestro interior…
Pero Cervantes, bardo de los tiempos modernos, ruiseñor sin par al cerrar la horrible noche de la decadencia española, donde los conflictos de los amos y señores crearon tantas desigualdades y que en el fondo se tradujeron en miserias humanas, de piojos y harapos, de imposiciones clericales y de reinos de taifas. Y es en ese momento donde Cervantes escribe con gran acierto la obra universal de ética, como libro caballeresco. ¿Haría falta en nuestros días algún Quijote, para erradicar la decadencia en que nos tienen sumidos en este siglo de las tecnologías y de la incomunicación, entre los individuos? Así, el sublime manco escribió un drama, el drama de la crucifixión del ideal y también de la ascensión de ideales a los cielos de los pensadores.
El joven gallardo, altruista, lleno de elevados anhelos hacia el ideal de un porvenir en bien de sus semejantes; el joven que leyendo la historia de los grandes genios o sus predecesores decía: “yo también soy pintor” de clásicos maestros, mi pluma es el pincel de grandes verdades. El hombre maduro que tras una lucha titánica por realizar un ideal en la escritura, apunta con su lanza contra los fantasmas que no eran molinos, sino desafueros de ciertos individuos petulantes y faltos de la esencia humana, por esta razón Don Quijote se hizo caballero andante.
En la época que Cervantes escribió la gran obra caballeresca, que parece una fantasía de locuras y ensoñaciones, describió el personaje de Sancho Panza como pieza de la dualidad, que unas veces pone una vela a Dios y la otra al diablo.
¿Por qué Don Quijote es un ser sin mancha? Los individuos de recto proceder, idealistas y utópicos sueñan por una sociedad mejor. Estos no están locos, sino que anhelan con sus ideas entrar en la ciudad de utopía, preñada de mejores condiciones de entendimiento.
Don Quijote mismo, apenas sí en su juventud viera una vez a Dulcinea, en la que encarnó, sin embargo, el ideal de su alma. Ideal que, como todas las almas, al tenor de la frase evangélica, carecen de sexo. Es más: hasta Helena de Troya, como Helena de Apolonio de Tyana, o como la Isea de Tristán, no eran tales mujeres históricas como tratan de hacernos creer nuestra triste necromancia, sino mujeres símbolos.
En los precedentes literarios del “Quijote se lee” Cervantes, que según su frase “leía hasta los papeles que encontraba en la calle”, tenía un amplio conocimiento de la literatura española e italiana principalmente. Por eso se ha buscado siempre el fundamento, la influencia y la exquisitez del maestro de la literatura española y universal. En España mostraron también unánimemente su oposición a los libros de caballería los humanistas ascéticos, desde Luis Vives y Juan de Valdes y muchos otros.
Así nos sucede eternamente a lo largo del sendero de la vida, olvidamos que la llamada realidad transitoria de aquí abajo es mera proyectiva geometría de la quijotesca realidad. Y enfrascados en un mar de ilusiones, deseamos ser felices en lo transitorio y efímero, no buscando en lo más profundo de nuestro ser y nos olvidamos de ser Quijotes sin mancha…
5 de mayo de 2008. J.T.D.
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