Todos soñamos
¿Es importante el sueño en las personas? ¿Es necesario para poder vivir? En todas las personas, el sueño se nos escapa entre las nieblas de nuestra mente; podemos soñar despiertos, e imaginamos mientras estamos despiertos muchas cuestiones que desearíamos realizar materialmente, pero que no dejan de ser un pensamiento que se nos escapa y no llega a materializarse, esto es una ráfaga que pasa fugaz como el relámpago. Pero la pregunta es muy sencilla, ¿somos felices mientras soñamos? Sí, lo somos. El sueño es uno de los mejores agentes de información sobre el estado psíquico del soñador. Los sueños proporcionan una gran parte de la felicidad interna, soñar es tan necesario para el equilibrio biológico y mental como dormir, respirar y alimentarse. Yo sueño en ti, tú sueñas en mí, todos soñamos. Al dormir alternativamente nos relajamos, estamos rebajando las tensiones de la mente que tanto nos perturban por ser analíticas y quebradizas…
“Nuestra capacidad de soñar nos da un atisbo de las esplendorosas realidades que nos aguardan”. (O. S. Marden). Gracias a los sueños podemos escaparnos de algunas impertinencias y sandeces de aquellas personas que nos incordian sin ton ni son, y que nos fiscalizan hasta cuando respiramos, o nos tiramos un pedo…
Si nos paramos a pensar, el sueño es un alivio de las miserias en los que nos tienen despiertos, y así nos introducimos en un mundo de realidades subliminales que se hallan por doquier, ¿sabemos aprovechar estos sueños? Soñar es una necesidad que agranda nuestro ser y estar, llenando los espacios de nuestras vidas, y sobre todo de aquellas tonterías mentales, o residuos tóxicos de nuestras mentes enloquecidas. ¿Qué grande es soñar y vivir los sueños? Una sola idea durante el sueño es capaz de reunir años enteros, y de concentrar en una fracción de segundo la historia de muchas vidas; pues en los sueños no existe el tiempo, estos sueños que viajan por los éteres, son mágicos y reúnen todas las energías que necesitan, misterio de los misterios, al que no sabemos descifrar, por ser limitados…
Los sueños de nuestra primera juventud desaparecen lentamente entre las realidades del presente. Hacerse adulto pero sin perder la inocencia, de lo contrario, el sueño queda relegado a un vano recuerdo sin ser una vivencia.
Soñar es también una necesidad biológica, que transmite y aporta el necesario equilibrio vital para las 24 horas de cada día.
Soñar no necesariamente significa recordar un sueño, incluso, ni siquiera que se ha soñado. Cada mañana, al sencillo despertar, antes de que nuestra mente recuerde todo el engranaje de la vida física y psicológica, unos momentos de estar sentado en la cama, con la espalda erguida, y la mente en silencio, nos ayudará a la transición del plano del que venimos desde el sueño, al que volvemos.
El sueño no se acompaña solo en el momento del descanso, sino que, en realidad, la conciencia es la que debe estar despierta en nuestras vidas cotidianas, para que no exista un abismo entre ambas vivencias igualmente reales.
No solo en el sueño es donde podemos soñar. Cada instante de la vida nos acompaña con esa conciencia que, despierta, sigue viva tanto en el sueño como en la vida psicológica, porque en verdad todo está en uno mismo.
¿Puede ser el sueño la otra cara de la moneda de nuestra vida? Lo es.
Cuando Michael Ende nos regaló su Historia Interminable, nos descubrió que soñar no es una panacea sino lo más natural que tenemos a nuestro alcance. ¿Qué relación tiene el sueño con la imaginación?
Si en un sueño podemos imaginar algo y que suceda, ¿puede lo mismo ocurrir en nuestra vida cotidiana?
“La sociedad necesita soñadores, y necesita hacedores. Pero, sobre todo, la sociedad necesita soñadores que hacen”. (Sarah Ban Breathnach, escritora).
En el sueño aparece nuestra verdadera naturaleza, que se manifiesta siempre en positivo. Lo negativo solo está en la mente, por ello, soñemos en el corazón, y plantaremos desde el plano de los sueños, las semillas para una sociedad más positiva y llena de luz.
25 de marzo de 2022. J. T. D.
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