Por unas iglesias transparentes
De todos es bien sabido que las iglesias están compuestas de hombres y mujeres, de órdenes religiosas y de laicos, pero todos desearíamos que las iglesias fuesen transparentes y sin nacionalismos como suele aparecer en alguna Abadía o regiones de España.
Se preguntarán a qué viene esta columna. El 29 de abril del año en curso apareció un artículo en el ABC sobre el abad de Montserrat, símbolo de la iglesia catalanista, sobre el derecho a decidir. “Dice el abad ¿independentista? En público no me manifiesto. En público soy partidario de que Cataluña decida”.
Existe una gran bibliografía donde podría escribir muchas páginas de lo que debieran de ser los sacerdotes, Obispos y religiosos, como también los laicos practicantes que son servidores humildes de Jesucristo. “Yo os sirvo. Pues, ¿cuál es el mayor, el que se sienta a la mesa o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Pero yo estoy entre vosotros como el que sirve”. (Lucas 22, 27) En no importa qué religión debemos servir a los humanos sin mirar su condición o creencia, su color o raza, en esta condición se demuestra la unidad, la humildad y el amor que sentimos para con los demás. Al describirse a sí mismo, Jesús describía también la esencia de su origen y el mío, la de todos los seres humanos. Muchas aportaciones prácticas en este sentido del cristianismo las encontramos en las Encíclicas del Beato Juan XXIII, de feliz memoria mía cuando lo conocí en el Concilio Ecuménico Vaticano II. En sus siete encíclicas existe un valiosísimo material que los cristianos debiéramos tener presente.
Con el nuevo nombramiento del Papa Francisco y su talante de humildad y su sabiduría de Jesuita, puede cambiar algunas cosas en la Curia, y al mismo tiempo espolear al colectivo sacerdotal que en muchas ocasiones está en las antípodas de una Iglesia acomodaticia: el mensaje de Jesucristo es dinámico, debiera de ser una revolución en el interior de todos los creyentes.
“Los deberes de colaborar con los demás. Al ser los hombres por naturaleza sociables, deben convivir unos con otros y procurar cada uno con los otros y procurar cada uno el bien de los demás”(De la Encíclica del Papa Juan XXIII, Pacen in Terris, p. 365) En estos momentos de tanta turbulencia y desasosiego es cuando los humanos tendríamos que hacernos una profunda reflexión, en primer lugar aquellos que nos gobiernan, los cuales han perdido el norte, sean cristianos o no, y propiciar esa PAZ en esta sociedad tan dolida y doliente, pues en el siglo XXI donde la tecnología ha avanzado a pasos agigantados existe una esclavitud desmesurada, y a todos nos compete poner de nuestra parte para evitar tanto sufrimiento e injusticia, “pues toda acción tiene su reacción”.
“No basta, por ejemplo, reconocer al hombre el derecho a las cosas necesarias para la vida si no procura, en la medida posible, que el hombre posea con suficiente abundancia cuanto toca a su sustento.” (Pacem in Terris) Y esta es una cuestión de vital importancia, pero el egoísmo de muchas personas les ciega, acumulando más y más riquezas, estas personas no se dan cuenta de que cuando mueran nada se llevarán en el sobre de madera, sólo aquellas personas que hayan sembrado algo positivo para los demás tendrán la conciencia tranquila. ¡Claro que esto no se piensa!
Menos mal que aún existen seres compasivos que trabajan incesantemente para remediar algunos males de aquellos depauperados, de los desheredados por esta sociedad tan huraña y sin compasión, creo que es nuestro deber de actuar con sentido de responsabilidad y recta coherencia en nuestros días.
14.5.13.J.T.D,
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