Perspectiva esotérica de la música
Presentador:
—Nos adentramos ya en este tema que se presume sumamente interesante: el descubrir los puntos esotéricos que tiene la música. Nuestro invitado, sin menospreciar a los demás géneros musicales, quiere hacer una serie de matizaciones en torno a lo que él considera la máxima música.
Invitado:
—Para mí, con eso seguramente discreparíamos de muchas personas, verdaderamente el nombre de música solamente podemos dárselo a un tipo de música, y es a la que es conocida normalmente como música clásica, aunque todas las otras músicas, o todos los otros géneros musicales, derivan lógicamente de ella, porque son como brazos de un mismo tronco.
Presentador:
—También incidir que, dentro de esa música clásica, se puede incluir la música sinfónica que se compone en la actualidad, o incluso la música sinfónica inspirada en las fiestas de Moros y Cristianos, y que también podría estar en ese marco.
Invitado:
—Sí, realmente cuando una obra tiene unos parámetros, y tiene una creatividad excepcional, no vamos a ver su origen, sino que realmente tiene una categoría, y se define, ella a sí misma se define. No solamente porque la encasilles en un género de música clásica va a prescindir de cualquiera otro de los condicionantes, como por ejemplo la música popular. Realmente, a partir de la mitad del siglo pasado y una buena parte de este siglo, la música sinfónica estuvo fundamentada en una música popular, fueron los nacionalismos los que imprimieron unos nuevos cauces a este tipo de música, y de ella surgió una música esplendorosa, una música con un vigor excepcional, que, de una determinada forma, los compositores le dieron un cariz, un matiz, y unos constantes que la hicieron grande. Y no por eso desdecía, aunque estuviera inspirada en unas canciones populares, en una música de raigambre popular.
Presentador:
—Podríamos ya entrar en la materia, entonces. ¿Cuál es la perspectiva esotérica y psicológica de la música?
Invitado:
—Realmente, no está deslindada la música de las otras artes. Participan con ella desde un punto de vista esotérico, puesto que tiene una profundidad, que aparentemente no se le da a la música y a otras artes. Creo que aquí, vosotros, en estas conversaciones que estáis teniendo con José Tarrazó, llegasteis un día a definir lo filosófico como la búsqueda de aquello que es mucho más profundo, que aparentemente está oculto, la causa —causalis— de las cosas. Entonces, realmente habría que hacer lo mismo con el arte y con la música, encontrar una causa profunda, el porqué de su existencia, y el porqué de sus cambios en el devenir de los tiempos. Y entonces encontraríamos realmente que la música responde a un riguroso plan que va teniendo una parte o una contraparte en el plan evolutivo de la humanidad. En ese punto estaría engarzado realmente con todo aquello que está coadyuvando a que el ser humano en su devenir evolutivo, vaya alcanzando unas metas por medio de unos determinados compartimentos que va ayudándole en ese camino.
Presentador:
—A través de que lo está diciendo, le preguntaría si realmente un compositor, como ahora usted, por ejemplo… digamos que para componer hace falta encontrarse en un estado más o menos profundo… ¿o en qué estado se encuentra el compositor de la música?, porque si, indudablemente, la música digamos que tiene ciertas connotaciones esotéricas, entonces, el propio compositor necesita de estar en un estado profundo para poder componer y ese estado profundo da como fruto una música, o la música.
Invitado:
—Sí, realmente en lo que hay que estar es en un estado creativo. Cuando uno está en una predisposición tal, vienen una serie de constantes sobre la persona, entonces esta persona es capaz de modificar eso a través de… colorearlo con su propia personalidad, y esta persona es capaz de imprimir algo de lo que contiene dentro de sí mismo. Realmente, si esa persona tiene una profundidad de pensamiento, una profundidad de vivencia puede comunicar en su música una cierta vivencia psicológica, o cierta vivencia de otro tipo, más sutil. Entonces, no tiene por qué ser una música totalmente profunda, deslindada de una música menos profunda. Realmente, lo que hay es una música con una cierta profundidad, con unos ciertos parámetros, con una cierta forma de entender la vida, la psicología, lo que acontece. Entonces, cuando un ser está expectante, cuando una persona realmente está en un estado creativo es capaz de cantar esas sensaciones que ocurren dentro y fuera de sí mismo, y es capaz, a través de una especie de coloreamiento, crear, componer y da algo que está tamizado con la propia visión de verlo.
Presentador:
—Digo todo esto porque, en el arte en general, no solamente en la música, a veces hemos observado obras, bien sean de pintura, literarias o incluso musicales, que cuando realmente hemos visto la obra de un cierto autor, se ve el estado anímico del compositor, del pintor… Depende del estado anímico. Refleja bien en la música, los cuadros, la forma y el estado de este maestro.
Invitado:
—Sí, realmente es así. Pero yo creo que es mucho más profundo aún. Realmente, lo que debe estar esa persona, si puede conseguirlo, es en un continuo estado creativo. Cuando esa persona es capaz de permanecer en este continuo, perpetuo estado, es cuando realmente tenemos un genio.
Presentador:
—Incluso a los propios genios, ahora lo podemos comprobar ya que hemos estudiado y hemos podido vivir quizás más de cerca que nunca la obra de Dalí… depende de diferentes estados de este gran genio catalán, hemos podido ir comprobando su obra, cómo se ha trasformado.
Invitado:
—Sí, es aquello que le decía yo que coloreaba el propio artista, compositor. Va coloreando su obra, le va dando el matiz, lógicamente si esa persona es capaz de tener controlada su personalidad siempre. No coloreará con determinadas formas emociones, formas mentales, sino realmente le imprimirá una impronta superior. Entonces es cuando podemos decir que está creando una música, una obra de arte con una gran profundidad, y no que se deja llevar por un simple estado anímico, psicológico, que esté influenciado por sus emociones y pensamientos. Siempre hay que trascender un poco quizás este ánimo de la personalidad, y una vez se ha trascendido realmente el compositor es cuando encuentra cauces mucho más profundos.
Presentador:
—¿La musa es necesaria para llegar a ese punto, o la intuición, más que la técnica?
Invitado:
—Las dos son necesarias. La técnica es la que le ayuda realmente. Si un pintor no tuviera colores no podría hacer un cuadro, si no tuviera una técnica podría ser muy buen pintor, pero se quedaría a la mitad de camino. También, como se puede ver históricamente, cualquier autor, cualquier artista que no es capaz de estar por encima de la técnica, crea unas obras a veces con una impresión de belleza externa, pero profundamente vacías de contenido.
Presentador:
—Esto, a lo mejor, incluso, lo podemos comprobar cuando cualquier director de una orquesta es capaz de interpretar una obra de un cierto autor, pero una cosa es interpretarla y otra cosa hubiera sido crearla y, éticamente, igual puede suceder con estos pintores que se dedican a reproducir cuadros, que si no eres un auténtico experto no sabrías decir cuál es el auténtico. Una cosa es copiar, y otra cosa es crear.
Invitado:
—Sí, realmente lo que les falta a esos cuadros, si nos fijamos bien… Yo he visto algunas veces algunas de ellas, de estas reproducciones en el Museo del Prado… algunos artistas imitando a grandes pintores, y les notaba vacíos, les faltaba aquella impronta que les ha de comunicar el autor, el autor, el verdadero creador, porque está escondido en cualquier rincón del cuadro la simple composición; hay algo que nos dice que no es aquello totalmente como es.
Presentador:
—Como un ejemplo de la música desde una perspectiva esotérica. Nos comentaba usted con anterioridad, por ejemplo, la Quinta de Beethoven. ¿Qué valores tiene desde el punto de vista esotérico esa composición de Beethoven?
Invitado:
—Realmente, lo que hace a una obra que sea más o menos esotérica es la profundidad de la obra en sí misma. Cuando está vacía de contenido, esa obra realmente está vacía. Entonces, cuando aquella obra está llena, plena de vida, es cuando podemos decir no es que es una obra esotérica, sino que es una obra de arte completa. Beethoven es un autor que llega a todo el mundo, quizás porque nadie como él ha comprendido el alma humana. Realmente, la personalidad humana y la Quinta es una de esas obras que causan impacto en todas las personas que la oyen, y no sabemos cómo siempre nos sentimos por Beethoven, porque quizás nos vemos reflejados en su obra, ya que él describe, psicológicamente, con notas musicales. Y ahí está la gran profundidad de Beethoven, que es capaz de reflejar unos estados psicológicos por los que pasamos casi todos los seres humanos. La Quinta de Beethoven es realmente la cumbre de lo que podíamos decir la depresión humana. Realmente, todo lo que hace es describir esa insatisfacción humana ante los problemas que uno no llega a superar. Beethoven describe en esas cinco notas primeras de la Quinta Sinfonía, lo que se ha dado en llamar la llamada al destino, aquel momento en que todo ser humano, alguna vez en su vida, se encara con el destino y le pregunta: «¿Qué he hecho yo para merecer todo esto», «¿Por qué me tiene que haber sucedido a mí todo esto?», es realmente lo que ocurre a un ser que está en un estado depresivo: «por qué me ocurre a mí esto», «qué he hecho yo»… Se abruma dentro de sí mismo, entonces, lo que tiene de bueno esta composición es que es capaz, mediante unos sonidos, como una especie de psicólogo, una especie de psiquiatra nos abre nuestro subconsciente mediante una especie de mantra. Es capaz de abrir nuestro más profundo estado, y al abrirnos, desde ese momento, comienza a aflorar a nuestro consciente todo aquello que está dentro de nosotros mismos.
»Ahí está la grandeza de Beethoven, que es capaz mediante unos sonidos, mediante una serie encadenada de sonidos, llegar hasta la más profunda raíz oculta de nuestros sentimientos y pensamientos.
Presentador:
—Y también, sobre la depresión, se incide mucho en que la música transporta una serie de energías que puede ser, según el tipo de música, muy vitalista, optimista, y que puede ayudar a salir de esa situación depresiva.
Invitado:
—Así es. Realmente, y comentamos con esto un poco, quizás la obra de Beethoven, y no solamente la Quinta, sino algunas sinfonías más. Porque en ellas lo que hace realmente es un estudio de la psique del ser humano. Todos los problemas por los que puede casi pasar una persona, Beethoven los sufrió en sus carnes, sufrió casi unos estados depresivos. No llegó porque era capaz de superar aquellos estados emocionales, pero sufrió tan grandes pruebas en su vida que era capaz de haberlas sentido en sí mismo. Entonces las pudo comunicar a los demás, pero la grandeza de Beethoven no está en que sepa comunicar unos problemas, sino que es capaz de abrir a los demás su mente, y les da una solución. Siempre la grandeza de la música de Beethoven está en que es capaz de darles solución, es como un psicólogo que nos analiza, nos deja que le contemos nuestro problema y, una vez que lo contamos, se realiza una catarsis, una profunda expiación dentro de nosotros sin darnos cuenta. Entonces, Beethoven, mediante una serie de sonidos, va consiguiendo que nuestro más profundo subconsciente se abra, se nos comunique sin que se dé cuenta el que está pasando por un momento de abatimiento, de dolor, de tristeza, de un problema profundo. Casi sin darse cuenta, lo está contando al músico, a aquel compositor que está dándole esa música, porque se está haciendo si realmente presta un poco de atención a su música. Se está abriendo, y al abrirse se está comunicando. Y luego, Beethoven es capaz de darle una solución a aquel problema, y le cierra su estado psicológico y lo deja vacío de todo aquello, la miasma que dentro de su subconsciente contiene. Esta es la grandeza realmente de todos aquellos músicos. Estoy hablando de un aspecto psicológico, podríamos hacerlo desde otros puntos de vista, pero ya que me has nombrado a Beethoven, hablamos de él como el gran psicólogo.
Presentador:
—¿Nos puede aclarar algo que he escuchado muchas veces y es que la música de Bach es buena para las plantas y que incluso sirve para evitar dolores estomacales…?
Invitado:
—No solamente la música de Bach. Realmente se han hecho experiencias en laboratorios con vacas, que, oyendo la música de Mozart, dicen que daban más leche, lo cual viene a decirnos, que hasta los sonidos tienen una sutilidad que vienen a corroborar que la psique humana está interrelacionada con otros estados de vibración. Aquí, posiblemente volvamos a aquello que estábamos hablando antes, de que el esoterismo tiene algo que decir sobre la música, porque la vibración estudiada desde un punto de vista profundo estaría, en esa sutilidad de vibración, en los mismos estados en que nuestro pensamiento y nuestra alma están, en unos estados vibratorios, en unos espectros de vibración que son superiores al normal. Todos sabemos que tenemos un espectro vibratorio que no podemos pasar. Nuestra vista de unos colores, nuestros oídos, tienen unos techos; por encima del ultravioleta y por debajo del infrarrojo. Lo mismo ocurre con los sonidos, pues a partir de ahí los sonidos se pueden aún seguir manifestando, aunque nosotros no los oigamos.
»Cuando una gran sinfonía está vibrando, todos esos sonidos no vibran solamente en una longitud de onda, sino que cada sonido crea lo que se llama técnicamente unos armónicos, que están por encima del sonido que está oyéndose y por debajo de ese sonido. Entonces, esos sonidos aumentados al infinito, por encima y por debajo, sin que nosotros nos demos cuenta, llegan a crear unos estados de conciencia. Es por eso que influyen psicológicamente en las personas los estados vibratorios de los sonidos, por eso la música nos alegra, nos deprime… es capaz de llegar a nuestra psique, porque los estados vibratorios, estos espectros de vibración, llegan hasta el infinito debido a los armónicos y continuar vibrando. Sería de una gran riqueza, de una gran belleza, el poder oír, si pudiéramos “oír”, entre comillas, todos estos sonidos, porque una sinfonía de Beethoven u otro compositor aparecería con una magnificencia, con una superación increíblemente superior a la que ya tienen de por sí.
Presentador:
—Hemos hablado del aspecto benigno de la música, pero también vamos a hablar de lo nocivo. En este caso no sería de la música clásica, sino de las músicas, por ejemplo, que se consideran que pueden fomentar o crear una sensación de violencia, o acumular el estrés, ya que es música actual y se inspira o se basa un poco en la situación social que se vive en el momento. ¿Eso puede ocurrir?
Invitado:
—Sí, de hecho, está ocurriendo. Y todos hemos sentido alguna vez, porque bien hemos entrado en un ambiente donde es música que necesita de un gran volumen, que necesita una vibración específica… todos hemos entrado en un lugar y hemos dicho qué dolor de cabeza. Eso es debido a las vibraciones. De la misma forma que, encadenando una serie de vibraciones Beethoven, o cualquier otro músico, se puede llegar a unos estados donde se abre el subconsciente de las personas, de la misma forma, de otros determinados sonidos, se puede llegar a abrir esos estados de conciencia, pero, justamente, aquellos más nocivos de la persona. Y entonces, todo el miasma que realmente pueden llevar ciertas vibraciones, la densidad de algunas vibraciones, la poca sutilidad que tiene es capaz de comunicarse a través de ciertos centros energéticos que todos tenemos, los chakras.
Presentador:
—Quería preguntar lo siguiente. También está al orden del día, también lo podemos comprobar, que hay un concierto de rock duro, heavy metal, y digamos que la predisposición del oyente, del espectador, quizás es un tanto agresiva, motivada también por una serie de sucedáneos que se dan en este tipo de conciertos. ¿Quiere decir, o cree, que este mismo espectador transportado a un concierto de Beethoven no tendría esa misma actitud?
Invitado:
—Posiblemente no. Posiblemente cuando llegan los primeros compases, los primeros acordes en los que viera que la calidad vibratoria de esas notas es distinta, posiblemente esa persona, ya ciertos estados anímicos, como es el de la agresividad, como es la predisposición a ciertas energías, harían que actuase distinto. Posiblemente no llegara ni a soportarlo a lo mejor. Si tuviera la capacidad de prestar atención, de sosegarse internamente, podría ver que aquello le llegaría hasta a gustar, porque, por mi profesión, con muchos alumnos he podido comprobar que cuando están en un estado de ánimo, con una cierta quietud, cuando oyen una determinada música, cuando aquietan su mente y sus emociones, con capaces de transformarse. Y un niño, un joven, no es capaz de controlar su psique, ni todo ese bagaje psicológico que es él, porque no tiene condiciones ni aún es capaz de dominarlo. Una persona con una cierta edad sí que lo puede hacer. Entonces la vibración que allí ocurre, los determinados sonidos que van sonando, son capaces de transformar su estado psicológico, y eso le puede beneficiar. En estos conciertos que hablamos de música rock, heavy, música dura, las personas ya van con una cierta disposición. ¿Y qué es?, a sacar todo aquello que realmente tienen dentro de sí mismas. Y, realmente, les hace el mismo efecto que el que va a oír un concierto de Beethoven, que ya va preparado, con un estado de ánimo… va preparado más o menos psicológicamente.
Presentador:
—Tenía una cuestión, y creo que ya es el momento de la solución en este sentido. Tal como se está hablando aquí, la música clásica, la música sinfónica, proporciona una serie de ventajas tanto a la psique como al ser humano, beneficia o ayuda a entrar en esa profundidad o en ese diálogo musical esotérico. ¿Por qué una gran mayoría de las personas no siente una gran predilección por esta clase de música?, ¿por qué no se podrían levantar escuchando música clásica?, que lo más seguro es que empezarían el día de otra forma, sin ese estrés, sin esa carga de nervios. ¿Cómo es posible que con estas ventajas a la gente no le guste esa música?
Invitado:
—Por dos cuestiones. La primera, por cuestión de hábito. No se ha habituado a las personas a que sean capaces de escuchar esta música, porque no interesa, porque es mucho más rentable económicamente. Y podríamos estudiar toda la historia desde los años 50 de la música ligera, y veríamos cómo es un gran negocio de multinacionales, que lo único que hacen es favorecerla. Y ellos van dando, según las personas, la edad y según el momento, van dando aquella carnaza que les interesa, y donde ven qué pueden encontrar o sacar un mayor beneficio, que a veces podríamos decir si la gente sabe que la droga es mala, ¿por qué la sigue dando? Con esto ocurre exactamente lo mismo.
»Y una segunda cuestión que creo que es muy importante, es porque la gente, las personas, no son capaces de prestar atención en su vida a la mayor parte de las cosas que hacen. Una música clásica requiere una cierta atención, un cierto dominio interno de la persona. El sentarse, reposar tranquilamente, escuchar y vaciarse de sí misma; esto es muy importante, y es una cosa que las personas no saben hacer. Es mucho más fácil oír una música ligera que, de por sí, ella misma, con una batería, simplemente con una batería, o con el tamborileo de unos dedos sobre una madera, somos capaces de movernos. Eso es muy sencillo. Cualquier persona es capaz de seguir inmediatamente ese ritmo. Pero no una música clásica que requiere una profundización y, sobre todo, lo que o decía, vaciarse de sí misma para llenarse de algo.
Presentador:
—Y que esta música ligera, o pop, como se llama en la actualidad, o rock, pues, quizás afecta más al estado emocional del individuo.
Invitado:
—Claro. La música clásica requiere ese cierto equilibrio en el cual uno se ha de dejar unos ciertos problemas, porque no somos capaces de vaciarnos de nuestros problemas, de nuestros condicionamientos, de todo ese bagaje de cosas que vamos arrastrando día a día. Al no ser capaces de dejar esto, y en un momento determinando estar escuchando con una gran atención, que esto es lo que requiere la música clásica, porque todo aquel que sepa hacer esto es capaz de degustarla. Es mucho más fácil llenar aquello, porque nos evade de nuestro problema, nos lo hace olvidar. Pero no se sabe que realmente una música, una determinada música, sería capaz no solamente de vaciarnos de nuestro problema, sino además de darnos un rayo de esperanza y una cierta ilusión de que eso puede transformarse dentro de nosotros.
Presentador:
—Además, yo creo que hay otras cuestiones que usted nos puede aclarar, y es lo siguiente. Vamos a empezar a poner ejemplos prácticos, que los estamos viviendo de una forma cotidiana, diariamente. Se están poniendo muy de moda, en los que suena una melodía, o sinfonía inclusive. Pero ¿qué sucede? Normalmente para despertarte, siempre empiezas con una música relajada, no empiezas con una canción de Iron Maiden… Incluso, cuando vemos un día tristón, y no tienes nada que hacer, te apetece escuchar música tranquila, digamos sinfónica, pero, por contra, digamos, que tú empiezas, ya te has despertado, te duchas, coges el móvil, y automáticamente tienes que empezar con el estrés habitual, y quizás tienes que cambiar de dial y empezar a dar caña, porque necesitas vivir al ritmo que te impone la sociedad. ¿Esto también sería posible?, ¿es una forma de revolucionarse? Es como el café que sirve para despejarse, pero, en este caso, un café musical.
Invitado:
—Pues, posiblemente, si dejáramos a lo mejor de oír todo ese tipo de música, seguir ese estrés sería distinto, y a lo mejor podríamos afrontar los problemas con una tranquilidad de ánimo, y les podríamos dar solución, porque en determinados momentos ese estrés, ese ritmo de vida, nos impide ver las situaciones con la claridad que podríamos. Ese mismo hecho del café, de la excitación… cuando una persona entra dentro de un problema con cierto partidismo, involucrado dentro de él, no le puede dar solución verdadera; ocurre como un juez, cómo podría juzgar realmente si estuviera juzgándose aparte de sí mismo, a una familia, un amigo, sería parte interesada, no le podría dar objetividad. Eso es lo que ocurre con nuestra vida. No tenemos esa cierta tranquilidad de ánimo, ese vivir con reposo para poder solucionar en nuestra vida todo aquello que corresponde.
Presentador:
—Y hay que incidir, aunque sea seguramente un matiz, que, por ejemplo, los años 50 se utilizaba mucho la música orquestal, y que también proporcionaba otra sensación dentro de ese sentido; estaban los boleros, o una música en la que el romanticismo tenía un valor muy importante.
Invitado:
—Posiblemente. Es que ese tipo de música, el de los boleros, aquella música pop, aquella música popular, aquella reminiscencia, que era realmente de la música popular del pueblo, que era capaz de poderse cantar, de bailar… eso se ha perdido, porque las grandes compañías discográficas se han encaminado hacia un mercado que ellos ven que pueden sacar mucho más partido, como es la juventud. Los que pueden comprar discos son los que quieren el movimiento, los que necesitan esa especie de despertador fuerte y potente. Es más, la juventud que no las personas adultas; entonces, las mismas compañías discográficas tienen unos autores que se dedican a la madurez, otros a la juventud, pero ¿por qué? Porque realmente, ellos lo que pretenden es, dentro de todo un mercado, realmente, lucrarse de todo lo que es la música, de todo aquello con lo que han rodeado la música. Fijaros que son capaces hasta de poner gratis los discos, y realmente para que esto se promocione.
»Podríamos hablar largo y tendido del porqué de los condicionantes, de la gran ofensa o agresión que está sufriendo la juventud actual con toda esta música. Porque está siendo agredida en la parte más íntima de sí misma. Y no se los deja, se los aliena; no se los deja, realmente, reposar y vivir tranquilos. Si la juventud, cuando está apareciendo la niñez, el despertar, el cambio en esa pubertad, tuviera realmente una etapa en su vida de tranquilidad, que es cuando empiezan a surgir las emociones, y se le indicara el camino por las que pueden controlarlas, y al llegar a ser fueran unas personas consecuentes, unas personas responsables, en lugar de ponerle un estado de ánimo excitado, con lo que realmente esta música les encamina, tendríamos una juventud distinta.
»Decimos que la juventud es agresiva, que está buscando continuamente sensaciones y emociones, en parte, una gran parte de la culpa de que la juventud actual esté y vaya por los derroteros que va, es la falta de conciencia de uno mismo, vista desde el equilibro.
»Fíjate que no hay en determinados ambientes ni relación humana.
Presentador:
—Porque la música está tan fuerte que es imposible hablar en estos lugares.
Invitado:
—Está en un determinado volumen que ni los mismos jóvenes pueden hablar, y no hay relación humana. Lo único que hay es movimiento de cuerpos. El baile siempre ha existido y la danza es una forma maravillosa de comunicación entre unos y otros. Fijaros que hasta en las mismas discotecas, o el mismo tipo de baile, da la impresión de que están en estado de trance, en una total incomunicación con los demás… es cuando hablábamos también de la depresión, se encierran dentro de sí mismos. Empiezan por la misma música a encerrarse dentro de sí mismos.
Presentador:
—Pero hay otro aspecto curioso, y es que, por ejemplo, cuando empezó el boom de las discotecas, era lo que se denominaba «música disco», que era bailar, el decir desinhibirse, dejándose llevar por un ritmo, con unos movimientos que podían ser incluso hasta una forma de danza, pero una danza muy contemporánea en ese sentido. Pero es que la evolución de las propias discotecas ha llegado a la denominada música «mescal», que es la repetición de un sonido al infinito casi, y el seguir un ritmo continuo, sin parar, y que casi no da tiempo ni a pensar los movimientos de danza que se podían hacer.
Invitado:
—Podíamos hablar mucho más profundamente de esto, y posiblemente en otro programa tendríamos que hablarlo, porque realmente yo veo algo más profundo. Hay un plan muy determinado en que esto fructifique, este tipo de música. Hay una especie de alineación de las personas. Los mismos derviches, por ejemplo, en Oriente, cuando danzan, lo hacen a base de un solo sonido y dando vueltas y vueltas repetitivamente durante a veces más de media hora, con un sonido de un tam-tam, un tom-tom, de cualquier sonido de percusión, y con eso llegan a entrar en trance, con eso se vacían de sí mismos y no son ellos. Realmente con este tipo de música está ocurriendo algo semejante.
Presentador:
—Y usted considera que es perjudicial…
Invitado:
—Totalmente. Porque cuando una persona entra en trance o cualquier otro estado en el cual no es capaz de controlar todo aquel estado en que está, todos aquellos parámetros que le rodean, pero no se vacía de sí mismo sino de lo que es su esencia, no de aquello que le condiciona, esa persona que no controla su ser más íntimo está en manos de cualquier agente, es un sujeto receptivo a cualquier impresión y a cualquier obstáculo.
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