Pensamientos que se materializan

Todo pensamiento que no se materializa es una teoría, o una ilusión, por lo tanto, un fracaso en la vida de las personas.

Todos pasamos por un ciclo de oscuridad, o el veneno de ilusiones que nos desbaratan el andamiaje de una mente que chirría por todas partes, esta mente es como un gallinero sin orden ni concierto.

Si los pensamientos se materializan, ¿no será importante cuidar que sean positivos? 

En estos momentos las noticias nos dicen que cada día hay personas que intentan violar a una fémina; para algunas personas el sexo es una obsesión porque su vida está polarizada en esa energía que todos tenemos. En cuanto al aspecto relación, la gente que ya no se inquieta ante el sexo “per se” está sumida en un confuso racimo de fantasías, tradiciones y cambios de actitud social de todas estas cosas. ¿Pero se materializan estos pensamientos que tenemos acerca de la vida sexual natural, o solamente se convierten en pensamientos eróticos tóxicos y de perversión? 

La naturalidad de vivir la vida con sencillez imprime el carácter del comportamiento correcto. Esto es, tener conciencia de que “lo bueno para una abeja, es bueno para toda la colmena”. Una sociedad que respeta al prójimo se encuentra en el camino de materializar la felicidad. Lo contrario, hoy día y siempre se llama egoísmo, desenfreno y hacer mal uso de la libertad hacia los demás, lo cual es otra forma de autoengaño.

Los medios de comunicación son también una radiografía de la sociedad. Hoy por hoy es también actualidad los llamados pinchazos en discotecas. 

¿Qué ocurre en una sociedad que cada vez hay más normas, pero menos orden? ¿Sirven los impuestos que pagamos para sentirnos seguros, o hay otro orden de prioridades?

“Los hombres superficiales creen en la suerte o en las circunstancias. Los hombres fuertes creen en la causa y efecto”. Ralph Waldo Emerson.

Quienes conocéis esta columna de opinión, desde hace muchos años que sigue vigente, sabéis que una de mis inquietudes es la necesidad de que como seres humanos nos interroguemos, volviendo a practicar el sentido común, que sería, tomar conciencia de que somos mente y también corazón.

El corazón no necesita de modernidades para manifestarse. Al igual, cualquier ser humano que quiera ser coherente consigo mismo y los demás lo tiene fácil: que la intención del corazón lleve a que su pensamiento se convierta en hecho, y que tal pensamiento sea honesto, generoso y amoroso.

Cuando recorremos algunas partes del mundo y, dentro de la gran diversidad de formas de ser y estar, encontramos lo que llaman tribus aborígenes; las vidas de estas personas se desarrollan con tal naturalidad como lo hace la Madre Naturaleza. ¿Son estas personas tribales un referente de educación y civilización, exenta de normas, pero armónica en sus vidas?

¿Puede que la ética sea algo más que un modo de vida, y su práctica nos lleve a la armonía individual y colectiva que necesitamos?

Una frase que enseña la importancia de verse uno mismo, y ser responsable de sus pensamientos y actos dice así: “Siembra un pensamiento, cosecha una acción. Siembra una acción, cosecha un hábito. Siembra un hábito, cosecha un carácter. Siembra un carácter, cosecha un destino”.

En una sociedad que llamamos culta lo que más encontramos es la hipocresía, la indiferencia, el desequilibrio y la lejanía entre las personas, ¡qué desgracia!

Pero, sin demasiado esfuerzo podemos cambiar a mejor. No debemos dejar de confiar en las personas, y seguir creyendo que toda la luz que llevamos ingénita en el corazón, al pensarla, al despertarla, al irradiarla contribuimos a no dejarse llevar por ningún temor, y confiar que el Universo nos guía gracias a sus inmutables leyes como la ley de atracción, donde los pensamientos positivos atraen pensamientos positivos.

J.T.D. 12-8-22 

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