Los versos sagrados de la vida
El silencio es como la sombra, no hace ruido. El sentimiento de separatividad, invade las mentes de los individuos, que con su manifiesto egoísmo, no saben apreciar la importancia de la plenitud reflexiva de la sabiduría callada.
La mente que se abandona a los errantes remolinos deja el alma desnuda de su sentido, que es la sensatez del servicio, la humildad y el sentido del silencio, uno de ser y estar en el camino de la coherencia, entre lo que decimos y pensamos, entre la teoría aprendida y las actuaciones sencillas.
Habiéndonos vuelto insensibles al mensaje de percepción de servidores callados, cuando el pensamiento despierta a la ilusión, crea el gran destructor de lo real, escuchando en el gran reino mayático, donde este se halla repleto de problemas, de escoria, la cual nos hace esclavos de emociones sin par, de sufrimientos innecesarios, de desequilibrios psíquicos y físicos…
Antes que el alma sea capaz de comprender y recordar, debiera de estar unida al callado silencioso del corazón pensante. Mientras la luz del sol baña la vida del servidor, cantando los versos Áureos de lo Sagrado, en la madre tierra de los humanos, así pues nunca nos comportemos sin regla ni razón.
La mística raíz de la palabra por excelencia, esta palabra que representa el origen, el poder creador del verbo, la primera, la esencial sabiduría o mediadora divina. Y solo desde el ser silente, se puede llegar al estadio de los dioses, a crear nuevas formas gastadas, para sustituir las actuales, pues cuando seamos creadores, transformaremos las sombras con una luz vigorosa, mientras tanto solo creamos dolor y angustia.
Uno se puede llamar erudito, filósofo, esto es amante o estudioso de la sabiduría, pero si este no es un ser superior, carece del poder de ser un auténtico servidor. Estos seres no buscan el ocio ni la comodidad, cumplen con sus deberes y controlan sus pensamientos y sus palabras, afianzan sus hechos con suprema humildad, frecuentan a quienes son guiados por los principios rectos y ajustan su conducta a ellos.
Buenos y santos amaneceres que nacidos desde el corazón nos llevan a la luz de la esperanza, repleta de todo aquello que recibimos, de quienes nos transmiten el equilibrio sosegado, como un precioso tesoro. ¿Por qué nos rebelamos de las enseñanzas que nos han dado? ¿Por qué no estamos conformes de nada? Los años son la medida de lo que somos y hacemos, y de ello damos testimonio con indiferencia, sin tener la consideración del esfuerzo de quienes nos han tutelado. ¿Hemos fallado en algo? ¡O solo queríamos conocimiento y alivio a nuestros pequeños problemas, que nos dijeran, esta o la otra situación! En el fondo puro egoísmo…
La riqueza y los honores son como nubes pasajeras, que no significan la felicidad, estas condiciones son espejismos humanos, pequeñas miserias ancladas en el mundo de las vanidades. En esta tierra, si quieres ser trabajador, ten en cuenta que estás en la mansión del dolor, y que en el camino existen tremendas pruebas, diferentes lazos que te atraparán, y como una herejía que va devorando el corazón, hasta que este se seca.
Mucho he sembrado a lo largo de estos años, mas poco lo que habéis recogido. Si no intentas cambiar en tus actitudes, no podrás ser paseante de los versos sagrados de la vida. Antes que puedas apoyar el pie en el peldaño de la escalera, en la escala de los místicos sonidos, tienes que escuchar la voz silente de tu interior, y escuchar la cálida voz del mundo dévico, que es humildad y luz, serenidad. Destruir tu cuerpo lunar, y rasgar tu manto mayático…
¿Con cuanta frecuencia nos quejamos de todo lo que ocurre en la sociedad que nos ha tocado vivir? ¿Acaso nosotros no somos de esa sociedad? Tal vez el tiempo que empleamos en lamentaciones, lo usásemos en realizar actos desde lo más profundo de nuestro corazón, las cosas funcionarían mejor, de poco nos sirve el muro de las lamentaciones, si al volvernos de la esquina, caemos en los mismos errores, con las mismas andadas, con las mismas formas agresivas de las vanidades.
La gota del rocío celeste que acaricia el rayo del sol matutino brilla en el seno del loto, una vez caída al suelo, se convierte en barro. Mira: la perla es ahora una partícula del cieno. Estas lágrimas de tu corazón compasivo son las que riegan los campos de la compasión, de la inmortalidad. En este suelo es donde crecen las flores de la media noche. Nada deseemos, para no irritarnos contra las leyes inmutables de la naturaleza. Luchemos tan sólo contra lo personal, lo transitorio, efímero y perecedero. Aquieta tus pensamientos y fija la atención en quien aún no conoces, pues está ahí y te ve, sin tú saberlo.
24. 1. 2008. J.T.D.
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