Las Correctas Relaciones Humanas

Presentador:

—Muy buenas tardes, bienvenidos una vez más. Hoy tenemos algunos invitados que van a hablar sobre las correctas relaciones humanas. Además de José Tarrazó, contamos con la presencia de C. G. y también de R. M.

»J. T. podrá introducirnos en este tema, de qué se va a hablar y cuál es el buen comportamiento humano para esas relaciones.

José Tarrazó:

—Una tarde más estamos con todos ustedes, queridos radioyentes, y vamos a deleitarnos esta tarde con los invitados de honor que tenemos en este auditorio. Vamos a hablar de las correctas relaciones humanas, algo hoy importantísimo en la vida cotidiana y en nuestros tiempos. Vamos a basarnos en unas cuantas puntuaciones e iremos desarrollando entre todo este equipo lo que en realidad son las relaciones humanas, vistas desde el punto de vista filosófico.

»Dice así: “Que las fuerzas de la Luz iluminen a la humanidad”. Es un punto extraordinario, un punto interesantísimo para que a continuación vayamos, poco a poco, desglosando los demás puntos. “Que el espíritu de la Paz se funde y se entre funda entre todos los seres humanos de la Raza”. “Que el espíritu de colaboración de los seres humanos y de buena voluntad, donde quiera que estén, sea un hecho concreto y real en la vida cotidiana”. Es decir, iremos desarrollando estos puntos y algunos más.

»Yo quisiera que, en estos momentos, ya que están estos invitados aquí, estas personas que son competentísimas en estas materias, que empezaran ellos a hablar sobre estos puntos y que fueran desgranando poco a poco todas estas cosas.

Presentador:

—Pues si le parece, empezamos con el señor R. M. Esto de las relaciones humanas, muy bien, pero ¿se pueden llevar a cabo?

R. M.:

—Sí, por supuesto. Las relaciones humanas son una cosa frecuente y es de cada día y de cada momento, puesto que gran parte de los seres humanos pasamos este tiempo relacionándonos con los demás. Entonces, ahí, en esas relaciones, es donde podemos muchas veces transmitir lo bueno y lo malo que llevamos dentro.

»Las relaciones humanas pueden ser, como todo el mundo sabe, buenas o malas, y dependería fundamentalmente de lo bueno o lo malo que predomine en nosotros, ya que cuando nos relacionamos, cuando hablamos con los demás, cuando actuamos, cuando interactuamos, estamos transmitiendo lógicamente lo que somos. Y si pensamos en profundidad qué es lo que somos, pues nos daremos cuenta de que en el fondo hay un fondo positivo, puro, que aparece contaminado. Y es un fondo de luz, de amor y de voluntad, que anteriormente se acaba de citar. Pero que cuando esto no consigue transmitirse de esta manera pura, pues aparece contaminado, aparece confusión, aparecen dudas, aparecen, diríamos, malas interpretaciones, odio, agresividad, mala voluntad. Por lo tanto, en la medida en que psicológicamente el ser humano está, diríamos, funcionando de una manera más integrado, de una manera más coherente, más pura, pues esa luz, ese amor y esa voluntad que tiene en su fondo interior, lo transmite a través de las correctas relaciones humanas.

Presentador:

—Una cuestión, hablaba el señor R. M. de la contaminación. Y yo le preguntaría hasta qué punto lo social, los demás, los problemas de origen social, influyen en ese grado de contaminación del individuo.

R. M.:

—Sí, por supuesto. El ser humano transmite a la sociedad lo que lleva dentro, y la sociedad también le está transmitiendo. Y el ser humano asume, muchas conscientemente y otras inconscientemente, lo que aparece, lo que hay en su entorno, la posible pureza o contaminación que haya en su entorno. Todo depende fundamentalmente, creo, que, de un punto esencial, el grado de atención, de conciencia, con el que el ser humano puede vivir. Cuanto más consciente vivimos en nuestra vida, cuanto más atentos a todo lo que ocurre fuera y dentro de nosotros, entonces es más fácil que salga lo puro, y entonces es más difícil que la contaminación externa, del exterior, llegue a nosotros y nos manipule inconscientemente.

»Por tanto, yo creo que unas cosas fundamentales de la relación humana sería conseguir que el ser humano viviese lo más consciente posible, para que él mismo transmitiera lo mejor de sí, y no apareciera dormido, controlado, manipulado por todas estas influencias que vienen de fuera y también de dentro. Porque el inconsciente humano está, a su vez, manipulado por todo el tipo de interrelaciones que el exterior le ha producido.

Presentador:

—R. M., esto de las relaciones humanas, digamos que es cuestión de visión o de posición, no sé cómo explicarlo, pero voy a tratar de poner un ejemplo. Uno de tus colegas me explicó que, ante una misma visión, dos seres humanos pueden reaccionar de una forma completamente diferente. Por ejemplo, la famosa frase del vaso que está medio lleno o está medio vacío cuando precisamente se encuentra en la mitad. Depende de la posición en la cual se mire. ¿Quizás, digamos, es un momento de posición?

R. M.:

—Sí. Todo esto depende del tipo de conciencia con que la persona está viviendo esta situación, y la conciencia que tenemos en cada momento depende de un montón de factores: de la educación, de todos los condicionantes, de las experiencias, de la carga inconsciente… Están determinando el pensar, en un momento dado, de una manera en lugar de otra, o sentir, o el actuar. Los impulsos que sentimos al actuar, al pensar o al sentir, están determinados por esa carga que llevamos dentro, resultado de todo un proceso que hemos ido viviendo y también de lo que en ese momento está sucediendo. Por lo tanto, depende de cómo la persona ha estado condicionada hasta ese momento, que así actuará. Pero si la persona hace un esfuerzo, y sería muy interesante, por vivir lo más conscientemente posible, con un esfuerzo que tiene que surgir de dentro, se daría cuenta de que quizás su determinación tendría que ser otra: no dejarse llevar por esa predisposición. Entonces, su visión sería lo más cercana a lo que podríamos decir lo más correcto que en ese momento debiera de ser. No lo correcto según su subjetividad, sino lo más apropiado para ese momento, para esa situación.

Presentador:

—El señor C. G., no sé lo que opina al respecto sobre estos temas.

José Tarrazó:

—Quisiera yo preguntarle al señor C. G. la influencia que tiene la correcta palabra dentro de las relaciones humanas.

C. G.:

—Buenas tardes. Pues creo que es incisivamente importante la palabra, debido, a que es el único medio de manifestación de nuestro interior que tenemos hacia los demás. Y ahí tendría el campo de la educación un aspecto primordial. Y cuando hablo de educación, nunca me estoy refiriendo a los técnicos de la educación, sino desde la posición de cualquier persona que tiene a su cargo unos hijos, unas personas a los cuales, por destino, por su vida, tiene a su cuidado, a su cargo. A esas personas lógicamente las tiene que educar. Entonces, siempre que hablamos de educación en este aspecto, no vamos a definir ni a hablar del educador como figura que está en la sociedad imponiendo una forma de ver las cosas. Viéndolo desde el punto de vista de padres, podríamos decir que nuestros hijos tienen la mirada puesta en nosotros. Dependerá de, como personas, nos comportemos, de cuál sea nuestra forma de actuar, con una palabra correcta, con una forma de hablarles, con una forma de dirigirnos hacia ellos. Y que ellos a su vez, por mimetismo, tenderán en su vida social a manifestar. Entonces, muchas veces se habla de la dificultad de la educación de los niños actuales, pero ya no es tanto la educación de los niños como que están teniendo una educación a través de los padres. Me preguntaría, ¿quién educa al padre más que al niño?

Presentador:

—Y una cuestión que me surge a través de sus palabras, es lo que se pueden preguntar muchos de nuestros oyentes, y es, cuál sería la palabra, o las palabras, que se deberían utilizar para tener unas relaciones humanas adecuadas. Por ejemplo, prescindir de los tacos, utilizar un lenguaje, digamos, lo más nítido posible, lo más delicado posible. ¿Ese sería el mejor consejo?

C. G.:

—Una de las formas de transformación de la palabra, de la voz, que estamos viendo a lo largo de la historia, es que el lenguaje cada vez es más sutil, más fino, más suave, más correcto, y no me estoy refiriendo a un lenguaje técnico o un lenguaje academicista, sino simplemente el mismo lenguaje coloquial cómo se está transformando. Y depende de la educación de las personas, y no ya de la educación, sino lo que las personas tienen realmente en su interior que se va manifestando. Así vemos, o podemos ver, que el lenguaje es más musical en unas personas con una formación, con una delicadeza, con un carácter suave, con un trato correcto… es mucho más delicado su lenguaje.

Presentador:

—Y usted, ¿es más partidario del lenguaje creativo que el académico?

C. G.:

—Por supuesto, mucho más.

Presentador:

—Sí, señor C. G., pero hay un dicho que dice que obras son amores y no buenas razones. No simplemente creo que debe estar en cuanto a la forma de educar a los hijos con la palabra, sino que los hijos casi aprenden muchísimo más. Bueno, los hijos y los alumnos, en este caso inclusive, usted con sus reacciones, su forma de comportamiento, casi más de lo que usted les pueda decir. Usted les puede decir muchísimas cosas, pero si está viendo que está hablando totalmente diferente, pues entonces, como mínimo, creo que debe tener una confusión. ¿No cree?

C. G.:

—Sí. La dicotomía entre nuestras palabras y nuestros hechos es lo que crea una confusión dentro de la mente del niño, y de cualquier persona que no esté maduramente formada. Entonces, ahí es donde tiene que llegar nuestra visión de las cosas, esa fuerza que nos puede impeler a ser, no a ser predicadores, como vulgarmente decimos, sino que nuestra vida, nuestro ejemplo, sea el que a nuestros hijos les haga transformarse. El que, a través de nuestra actuación, nosotros vayamos creando a nuestro alrededor una forma cambiante, un lenguaje distinto, una forma de relacionarse totalmente distinta, mucho más sutilizada, una forma en la cual… Yo recuerdo ahora un caso que me ocurrió, que viví, en una playa una vez y que me llamó la atención. Si estamos con los ojos abiertos a la vida podemos notar muchos detalles. Recuerdo un matrimonio francés que estaba a mi lado, y que su hija estaba hablando en un tono un poquitín más elevado de lo normal, sin ser excesivamente agrio. Y el padre se dirigió a su hija con mucha suavidad y le dijo en francés: «Dulcemente, habla con dulzura». Entonces, su padre le estaba manifestando con su forma de ser, con su corrección, cómo debía hablar, no para recriminarla, no actuó gritando, sino que él mismo le habló más correctamente. Entonces, su hija tenía en ese momento un ejemplo a utilizar.

Presentador:

—No solo está la dulzura de la frase que le dijo su padre, sino la forma con lo cual se lo dijo, que era una forma de lección, valga la expresión. Pero veo que aquí hay un problema, y es que aquí nos encontramos en el mediterráneo, somos latinos, y quizás la sangre caliente hace que ese «dulcemente» no se pueda cumplir muchas veces, ¿no?

C. G.:

—Sí, así es. En ocasiones nuestra fogosidad latina es la que nos lleva a estar en los dos extremos del péndulo. O nos pasamos por ser excesivamente delicados, que caemos en una imprecisión, o nos pasamos con la gran dureza con que solemos dirigirnos a las personas. Por los dos extremos.

Presentador:

—Sí. Esta pregunta que le diría a nuestro psicólogo, señor R. M., y es que está muy claro, y usted ha hecho hace un momento referencia a ello. Hablamos de los jóvenes, de cómo se comportan. Pero realmente se lo estamos dando nosotros, porque decimos: los jóvenes se comportan mal, los jóvenes de hoy en día… pero ¿quién les ha dado esa herencia? Precisamente nosotros, ¿qué culpa tienen ellos?, ¿por qué motivo?, digo yo. Me gustaría que explicáramos esto un poco, la razón del comportamiento de los jóvenes de hoy en día, que a lo mejor no puede ser bien visto con los ojos de los mayores, pero realmente somos los mayores quienes hemos dado precisamente esa herencia. ¿Cómo se puede cambiar todo esto un poco?

R. M.:

—Bueno, por un lado, ocurre que la juventud es una etapa en la vida. Hay varias etapas, la infancia, juventud, adultez… de tal manera que en cada etapa hay unos comportamientos diferenciados. Hay cosas comunes en todos los momentos de la vida, pero hay unos desarrollos, distintos elementos de la personalidad. Y entonces, hay unas variaciones que existen y que son propias lógicamente de la juventud. Por lo tanto, por un lado, hay que ver el hecho de que un ser humano se encuentra en esa etapa, la adolescencia o la juventud, en la cual las emociones están surgiendo con mucha fuerza y tienen que aprender a controlarlas. Por otro lado, también la educación que han ido recibiendo hasta ese momento y lo que están observando, es decir, lo que les viene del ambiente también es determinante. Es decir, a lo que hacías alusión del ejemplo que nosotros, los mayores, les podemos estar produciendo. Y entonces, por un lado, por lo que ellos ya traen; por otro lado, lo que el ambiente les ha ido produciendo o les produce. Y, por otro lado, por los tiempos, los tiempos históricos, en los cuales está todo muy acelerado, están surgiendo nuevas formas de vida en todos los aspectos. Entonces, es un conglomerado de aspectos internos y externos que determinan el que se comporten de formas diferentes. Pero hay una cosa muy importante que quisiera decir, y es que a través de esa atención que hacíamos alusión antes, que se puede traducir en un saber escuchar, en saber ver, mirar, en un saber estar con las personas, no despistado, no egocéntrico en sí mismo, autocentrado en sí mismo, sino abierto es que se puede ayudar muchísimo, se puede inducir mucho al cambio en los demás.

»Cuando una persona está dialogando con otra, si existe verdadera atención, si existe esta receptividad, este escuchar, en la otra persona sutilmente se le está induciendo a un cambio psicológico, y si hubiera agresividad, esta disminuye bastante.

»Hay una obra muy famosa que se llama Momo, una obra muy avanzada, muy actual. Me refiero a que refleja muy bien algo muy profundo del ser humano, algo de los nuevos tiempos, y uno de los mensajes fundamentales es que la protagonista, que es una niña, con su atención, con su saber escuchar, está produciendo la transformación psicológica de las personas. Y esto, que llegue a los niños y a los mayores, puede ser un mensaje muy sutil que puede estar induciendo a ese saber escuchar y a esa atención profunda con la cual las relaciones humanas van progresivamente transformándose.

Presentador:

—Bueno, yo es que quisiera comentarle, sugerirle algo a partir de lo que usted está hablando, y es que anoche mismo, en televisión, se dijo una frase que me llamó poderosamente la atención. Y es que un psiquiatra decía a un joven que hay que ver lo que era la vida… decía que se preparara en el año 2000 para poder manejar computadoras. Y lo que no se habían dado cuenta de que el gran negocio era la psiquiatría.

»Lo que está claro es lo siguiente, ¿cómo es posible que en estos momentos, cuando se presta más atención que nunca —bien sea por medios psiquiátricos o psicológicos, como es el caso de usted—, cómo es posible que hayamos perdido la brújula? Porque parece ser que la hemos perdido más que nunca, desde mi punto de vista. O al menos ustedes tienen más campo que nunca. ¿Qué ocurre?

R. M.:

—Sí, esto sería muy importante, muy amplio, muy extenso. La psicología está prácticamente en sus orígenes. El hecho de haya mucha psicología no quiere decir que la gente que la necesite vaya a un psicólogo. Y luego, por otro lado, que la psicología se utilice adecuadamente, porque uno de los grandes pecados de la psicología es el pecado de teorizar, y de falta de reconocimiento de los auténticos valores o características del ser humano. Y es que la verdadera psicología se aprende en la vida, en la experiencia, en el contacto directo con los seres humanos, no se puede estudiar. Lo que se estudia en psicología, cualquiera que lo haya hecho se dará cuenta, es muy teórico, y muchas veces induce a confusión, no consigues conocer al ser humano. Hay muchas personas que no tienen el título y son verdaderos psicólogos, y a veces sin necesidad de una consulta, en esa simple relación, en esa natural y cotidiana relación humana.

Presentador:

—Yo no sé si voy a decir una auténtica barbaridad, pero a lo mejor se puede estar ejerciendo la psicología cuando se sabe en ese diálogo transmitir lo bueno y lo positivo. Por lo tanto, la psicología tiene que ir desarrollándose todavía, por una parte; y por otra, estamos en unos ambientes en los cuales hay mucha confusión, y mucha gente no se da cuenta de que lo que necesita es solucionar muchos de sus problemas, pero no busca los medios adecuados para realizarlo.

Presentador:

—Yo no sé si voy a decir otra auténtica barbaridad, pero a lo mejor tenemos que copiar un poco, o fijarnos en la conducta de los animales, que parece ser que heredan una conducta. ¿Es posible que ellos, a través de esa herencia de costumbres heredadas genéticamente, tienen un comportamiento casi más natural que a lo mejor el nuestro? Y es que se fijan unos con otros, lo han heredado y todos hacen lo mismo o parecido. Tienen una memoria genética, la heredan y es un comportamiento que van siguiendo y en el cual existen unas normas y se respetan. ¿Usted, qué dice?

R. M.:

—Si nos damos cuenta, ellos la tienen, pero es muy poco lo que pueden avanzar o progresar, no tienen todavía la mente desarrollada. Nosotros, los seres humanos, tenemos, además de eso, el aspecto que llamamos mente, por encima de los animales. Entonces, la mente puede usarse adecuada o inadecuadamente, y la libertad o libre albedrío, nosotros, unas veces la usamos para bien y otras veces para mal. Entonces tenemos que, diríamos, tener el riesgo de la mala utilización a cambio de esa inmensa y extraordinaria posibilidad del libre albedrío y de la mente para pensar y poderla utilizar para hacer cosas más elevadas. Lo que ocurre es que, si nosotros estuviéramos totalmente determinados para el bien o para el mal, estaríamos muy limitados y no podríamos avanzar, ni evolucionar.

Presentador:

—¿Los intereses, por ejemplo, también pueden influirnos? Intereses de todo tipo. Por ejemplo, la juventud se maneja con una cantidad de intereses bárbaros, y ellos son los que lo pagan realmente.

R. M.:

—Sí, los intereses en infinidad de ocasiones están en la base de muchas motivaciones, y entonces, muchas veces inconscientemente, actúan sobre el ser humano. Por eso hablaba de la importancia que tiene el estar atentos para ir descubriendo si hemos de dejarnos llevar por esos impulsos, por motivaciones instintivas, o hemos de actuar por otras más elevadas, es decir, de una calidad superior. Si hemos de manifestar cada vez más buena voluntad, más amor, más intuición. O, por lo contrario, nos dejamos llevar por otros instintos más elementales, por estos impulsos más primarios.

José Tarrazó:

—Bueno, a mí me gustaría hacer unas matizaciones a esta agradable conversación y sería decir que, por ejemplo, todas estas situaciones que se dan externamente en los seres humanos, pues estamos dándonos cuenta de que están cambiando día a día.

»Y que estamos viendo que las relaciones humanas a nivel internacional están creando un clima diferente al que se había soñado hasta hace muy pocos años. Es decir, hay una voluntad superior, la cual está moviendo a los pueblos y las naciones, y poco a poco a todos los seres humanos, a que tengamos esa compenetración, ese diálogo y ese mundo sin fronteras. Porque, ¿qué más hermoso que lo que estamos haciendo ahora, que es la radio sin fronteras? Es decir, algo que libremente escucha cada uno en su casa.

»Pero voy a decir algo más, y es que esta juventud que vemos a veces rebelde tiene un origen de ser, está motivada por una sociedad de consumo, está motivada por unas grandes, como decía R. M., manipulaciones económicas, y está motivada por una falta de madurez. Entonces, vendrá un momento en que estos jóvenes cambiarán. Hay que tener en cuenta otra cosa, y es que estamos también en un momento de evolución planetaria, en un momento crítico y al mismo tiempo de evolución. Entonces, se crea esa dicotomía de cosas, las cuales aparentemente parecen que sean algo desastroso, pero que no son tal cosa. Hay cantidad de jóvenes en todos los países que están viendo las cosas desde otro punto de vista, y estamos dándonos cuenta de que, a nivel internacional, como decía antes, se mueven los hilos de ciertos personajes que están totalmente de acuerdo en que las relaciones humanas sean una realidad. Por lo tanto, considero que no es tan catastrófico como estamos presentando, hay una esperanza primordial e interna de todos los seres humanos.

Presentador:

—En este sentido, retomando las palabras de J. T., quería añadir, alguno de nuestros invitados lo puede comentar, más o menos no me acuerdo exactamente del sentido de esta teoría, pero vamos, muy interesante, de un filósofo, Alvin Toffler, que avanzaba sobre que ya nos estamos sumergiendo en una especie de tercera revolución, en la que, al contrario de las anteriores situaciones, que hasta en el sitio más oscuro del mundo, más recóndito, sucede cualquier cosa que parece anecdótica y ese pequeño hecho puede revolucionar las relaciones humanas o el comportamiento de toda una sociedad. ¿Es posible?

C. G.:

—Sí, esto es muy interesante, y a este propósito me iba a referir yo. Y quería continuar con lo que estaba diciendo J. T., porque sí hay una gran transformación mundial. Eso no viene así de golpe, ha tenido que venir porque poco a poco una gran cantidad de gente se ha transformado, y ahí el sustrato de todo lo que estamos hablando. La importancia que tiene la transformación individual, porque lo que no puede llegar es por una ley que un señor determine para todo el mundo: «A partir de mañana habrá una ley de buenas relaciones humanas entre todos». Eso no puede llegar mediante un decreto ley, sino que tiene que ser a través de la transformación individual, de todos, poco a poco. Y cuando sea general es cuando podremos hablar de unas relaciones humanas perfectas en el planeta. Pero tiene que venir a través del cambio personal de cada uno.

Presentador:

—Yo pienso que un factor primordial es todos estos hechos que hablábamos, estos aconteceres: como es la sociedad de consumo, el factor económico, todas estas cosas o condicionantes sociales que se dejan en un segundo término. O que el consciente o el raciocinio personal, o la evolución del individuo, o la capacidad de diálogo, vaya cada vez a más.

C. G.:

—Sí, es que para mí la gran revolución que tiene que haber aún en el planeta, que es una revolución sin armas, realmente se dará cuando se rompan todas estas estructuras que están anquilosadas y viejas, todos estos tabúes que casi no se pueden tocar, como son los sistemas filosóficos y económicos, que mientras ellos no caigan no habrá una verdadera transformación planetaria, una transformación en las correctas relaciones humanas. Porque mientras haya esa gran dicotomía, ese abismo profundo que entre los que pasan hambre y otros que tiene mucho, o unos que están acaparando la mayor riqueza y otros que están mendigando y que están muriendo más de tres mil personas por minuto en el mundo… Mientras haya esa gran separación, ese gran abismo entre dos partes de la humanidad, habrá una dicotomía y habrá una agresividad. Cuando en ese abismo se haya creado un puente que una esas dos partes, es cuando las correctas relaciones se estarán expandiendo por todo el planeta. Y será porque una parte de la humanidad ha comprendido que es una cosa con la otra parte, y entonces habrá una transformación, y esa será la gran revolución que queda por hacer en nuestro planeta.

José Tarrazó:

—Yo diría más, en Naciones Unidas sabéis que están juntándose cada día los grandes científicos, los grandes sociólogos, las grandes personalidades pensantes, que están tocando profundamente estos temas. Estamos viendo como hay premios nobeles, grandes personas, que están dando una inmensa luz a todos los Estados del mundo, están creando un clima de correctas relaciones. Claro, esto entra dentro de esa eclosión de luz, que podemos decir que viene de otros sistemas, y que nuestro planeta vendrá un día en que también tendrá esas relaciones. Si pensamos que la evolución es lenta pero que es ética, esto no es para mañana, pero sí estamos viendo un gran cambio a nivel de todos los estamentos del planeta.

Presentador:

—Y una pregunta, que a lo mejor pueden tener en la mente muchos de nuestros oyentes a tenor de lo que estamos hablando: da la impresión de que se considera positivista u optimista el futuro de las relaciones humanas, y muchas personas pueden preguntarse en cambio, digamos, el índice de delincuencia o la agresividad del individuo, por lo menos en lo que respecta a este país, ha aumentado con relación a épocas anteriores. Un poco es la consecuencia de esta crisis, de esta dicotomía de la que estamos hablando. Señor R. M., usted mismo nos puede responder.

R. M.:

—Sí, bueno, intentaré sintetizarlo, porque es amplísimo. El presente, siempre de cualquier momento, es el resultado del pasado, más lo que se esté realizando en ese momento por transformarlo. Y entonces, claro, parte de la crisis que en estos momentos que estamos viviendo, es debido a lo que anteriormente la humanidad, nosotros mismos, hemos ido generando. De tal manera que, por un lado, vemos que sí, que aumenta la agresividad, pero, por otro lado, y esto es de lo menos, se habla incluso en los medios de comunicación, es del aumento de la positividad, de lo bueno, de las correctas relaciones humanas, del aumento de personas de buena voluntad, por decirlo de alguna manera, de personas que van ampliando su conciencia, que van reconociendo que hay que cambiar las cosas. Lo que ocurre es que generalmente lo otro, lo negativo, es más espectacular, más vistoso, llama más la atención, es una noticia. Pero si lo vemos en profundidad, y si miramos a nuestro alrededor con atención, nos daremos cuenta de que está aumentando lo uno y lo otro. Lo que ocurre es que como están ambos enfrentados, si aumenta lo bueno, lo malo, diríamos, como está en la oposición, tiene que surgir también para no alejarse, para no quedarse anulado, para no dejarse eliminar. Por lo tanto, hay que saber mirar una cosa y la otra, ni ser excesivamente optimistas, ni excesivamente pesimistas, sino tratar de mirar en un punto intermedio con la máxima objetividad que podamos. Y entonces nos daremos cuenta de que aumenta el bien. Cuando el bien aumente hasta cierto punto, neutralizará al mal porque, diríamos, porque con menos espectacularidad, tiene más fuerza, produce un buen impacto. Y esto a nivel limitado, en la psicología humana lo vemos; una persona cuando refleja la parte positiva de sí misma, puede hacer en su entorno, de una manera encadenada, de una manera a veces anónima, sutil, imperceptible, una gran transformación en los demás. Y así observamos en las personas que viven de esta manera, que van no a una sola persona sino a muchas, produciendo este cambio, esta transformación, sobre todo si están predispuestas o abiertas a ello. Por lo tanto, lo que vemos a nivel limitado en psicología individual, lo vamos viendo a nivel sociológico, porque la sociología no es más que la psicología aplicada a una gran cantidad de seres humanos.

Presentador:

—El señor C. G. quería decir algo al respecto.

C. G.:

—Sí, Iba a referirme, también lo ha dicho R. M., que una estadística se vende muy bien negativamente, pero una estadística no se vende tan bien cuando es de personas. Y no se ha hecho nunca una estadística para ver cómo las personas se relacionan con las demás, si son mejores o peores que otro año, si han transformado un poco su interior. Eso nunca se ha hecho. Sin embargo, si aumenta la delincuencia o si baja, si hay más asesinatos, más robos, eso sí se hace continuamente.

Presentador:

—Bueno, lo que yo preguntaría sería una cosa, ¿por qué modo se paga más?, porque eso está ahí, está clarísimo. Pues, digamos, pues mañana dicen que Lola Flores le ha regalado una rosa a Conchita Piquer, y no pasa nada, no se vende. Pero si dicen que le ha insultado en público, se agotan las revistas. ¿Por qué motivo? ¿Por qué el modo es más caro?

C. G.:

—La curiosidad humana en parte tiene ese aspecto, es un aliciente para la mayor parte de las personas, mucho más evidente, porque excita una parte nuestra interna, la excita mucho más que al señor Boyer la han dado una bofetada que un señor que está haciendo pozos en el tercer mundo y está dejando su vida allí por otros seres humanos que están pasando hambre. Excita mucho más eso. Entonces la emoción se nos exalta, y como las personas por desgracia aún somos muy emocionales y muy poco mentales e internas, entonces se venden mucho en las revistas todo esto.

Presentador:

—Pero, no será que a lo mejor en la bofetada al señor Boyer, no sé, está el reflejo o la intención de cualquiera. Digo yo, me pregunto. El psicólogo a lo mejor nos podría contestar. No es una opinión particular, yo hago mía pues la voz de cualquier oyente. No sé, es como cuando estás presenciando una película u otro tipo de espectáculo, y cuando el bueno vence al malo, se crea una satisfacción y parece ser que en ese momento el espectador dice: «¡Ya está bien, se lo merecía!». No lo sé.

R. M.:

—Sí, es una identificación. A nivel psicológico la parte emocional es la que está en más ebullición en el ser humano, es la que más cuesta controlar, es la que predomina, incluso en estos pensamientos que pertenecen a la mente, que es distinto de lo emocional, están influidos por las emociones, sentimientos, deseos, etc. Por lo tanto, en esta medida, lo emocional, incluso cuando estamos pensando, razonando, nos está influyendo y nos determina para ver las cosas de una manera o de otra. Es la subjetividad de visión, que decíamos antes. Por lo tanto, en la medida en que lo emocional, que decíamos antes, lo que más placer produce, también dolor, entonces, todo aquello que estimula socialmente ese placer emocional es lo que más acogida tiene y por eso cuando se trata de adquirir unos beneficios se utiliza… El cine es un ejemplo de ello, gran parte del cine va directamente al emocional, con objeto de hacer vibrar a las personas en ese nivel, y por lo tanto producirles ese placer, que no quiere que sea positivo, porque a veces lo que consideramos placentero no nos desarrolla, nos hace mantenernos en una posición, diríamos, regresiva. Entonces, todo aquello que excita precisamente lo emocional es lo que nos atrae, y por lo tanto lo que más se utiliza por parte de aquellos que les interesan que las cosas continúen como están, para, precisamente, seguir funcionando.

»Por lo tanto, todo aquello que produce atracción induce también a la identificación, uno se siente identificado con ello. Incluso aquellas tensiones internas, consciente o inconscientes, las identifica, las pone en la misma vía y entonces estamos funcionando de esta manera. Por lo tanto, se podría ver con atención que lo emocional lo tenemos que controlar con un nivel superior, con la mente, y la mente tiene que estar lúcida, es decir, estar abierta, consciente, para poder darnos cuenta de qué parte emocional es la que está predominando, si es la adecuada o la inadecuada.

José Tarrazó:

—Yo quisiera decir alguna cosa, y es que el clima de agresividad, que antes se ha estado hablando aquí, está proporcionado por unos determinados intereses. Es decir, que hay en muchas ocasiones, a través del cine, de la televisión, de ciertas manipulaciones musicales que se crea ese clima de agresividad, y que muchas personas en su interior —porque somos un doble, tenemos la parte positiva y la parte negativa— manifiesta más esa parte agresiva, no diría mala, porque cuando estas personas se dan cuenta de lo que es la agresividad en ellos mismos, se dan cuenta de que ese no es el camino correcto, y entonces rectifican.

»Pero debemos tener en cuenta que en los medios de comunicación muchas veces nos inducen a estas cosas. Es decir, que vale la pena hablar menos de droga y concienciar más a la gente de lo que es la droga. Valdría la pena, por ejemplo, el que las personas que están viendo un determinado cine, y aquí nos estaba hablando R. M. —que es también crítico de arte y de cine, o sea que conoce muy bien estos temas—… y veríamos como si las personas… Es decir, nos teledirigen.

»Yo recuerdo, cuando vi la primera televisión, hace unos veinticinco años, dije que la televisión era la droga más barata que entraba dentro de nuestras casas. ¿Por qué?, porque es una televisión, no en España, sino en muchos países, completamente utilizada para crear un vacío de mente. Y entonces, resulta que la emoción es la que cobra la parte que tendría que estar desarrollada por esta mente y por ese interior de la personalidad de cada ser humano. Es decir, anula en muchas ocasiones la personalidad concreta de los seres humanos, y esto es un gran peligro.

»En cuanto que las relaciones humanas tendrían que ir por otro derrotero, es decir, pensar por nosotros mismos, obrar en consecuencia por nosotros mismos y no dejarnos influenciar por todas estas baratijas que nos están dando tantas veces, que cuestan carísimo a la humanidad. Entonces es cuando las relaciones humanas crearán un clima diferente, la educación de las personas será diferente. Y quisiera decir algo más, y es que muchas veces la educación, como decía aquí el experto, el educador, no solamente es la parte de los padres o de los profesores, sino que ingénitamente muchos niños, muchas personas jóvenes, vienen, podríamos decir, con unos genes anteriores. Y entonces están manifestándose aquí, en este momento en el planeta, porque son los últimos coletazos de unas razas que se van a extinguir.

Presentador:

—Yo, antes de concluir, porque el tiempo se nos echa encima y nos quedan unos minutos para terminar estas conversaciones filosóficas. Una duda que se me ha quedado a lo largo de las diferentes intervenciones de nuestros invitados. Le preguntaría al señor R. M., que da la impresión de que utilizar el inconsciente no es bueno. Eso es lo yo he entendido de sus palabras. Y, en segundo lugar, que el placer no es lo máximo, sino que quedaría como algo de segunda fila, y que por delante están las relaciones humanas y sobre todo el raciocinio, la capacidad de razonar y evolucionar a través de la mente.

R. M.:

—A ver si intento aclararlo brevemente. El inconsciente, para simplificar diré consciente e inconsciente, está formado por la acumulación de todas las experiencias, buenas o malas, que hemos vivido, que hemos dejado a medio vivir a lo largo de nuestra vida. Y entonces, por eso se llama inconsciente, porque sin saberlo, sin ser nosotros conscientes, desde dentro, porque son pulsiones energéticas, nos determinan a pensar, a sentir o a actuar de maneras distintas. Por lo tanto, en la medida que estamos distraídos, y la mayor parte del día lo pasamos distraídos, entonces el inconsciente es el que está actuando en lugar de nosotros. Por eso cuando una persona consigue vivir, aunque sea unos minutos, con atención, con verdadera atención, empieza a ser él. Está cerrada la puerta del inconsciente y entonces lo que su conciencia profunda, hasta donde haya llegado esa persona en su evolución, le indica, es lo que actúa. Y por lo tanto se da cuenta, si hay una pulsión interna inadecuada, de que le está tratando de inferir, como si fuera otra persona la que le está obligando. Por lo tanto, es muy importante saber que cuanto más atentos vivamos durante el día, el inconsciente menos nos determina.

»Y luego el placer. Hay distintos niveles vibratorios, hay unos más inferiores, hasta lo negativo que todos rechazamos, pues produce a algunas personas placer. Luego hay otros placeres que decíamos que no son negativos, pero son de una vibración inferior, pero cuando la conciencia se amplía, nos damos cuenta de que hay otros niveles vibratorios y entonces son también placenteros. Lo que ocurre es que todavía no los hemos vivido, y entonces además de ser placenteros están induciéndonos a hacer una utilidad, un bien a los demás, en las correctas relaciones, por ejemplo, o a realizar un servicio útil a los demás, no simplemente un servicio egocentrado que esté todo centrado en uno mismo. Por lo tanto, hay una escala gradual de aspectos placenteros y hemos de ser muy conscientes de qué es lo está determinándonos en nuestro actuar, pensar o sentir.

Presentador:

—Bien, para combatir todo esto, primero, imagino, actividad mental. Y aparte de la actividad mental, ¿cómo se puede combatir?

R. M.:

—Atención, mucha atención. Porque la atención nos va indicando, nos va abriendo a la verdadera guía de lo que tenemos que realizar, porque si hacemos caso de lo que nos venga de fuera, puede ser adecuado o inadecuado. Y aunque fuera adecuado, actuaríamos ciegamente, si simplemente hacemos caso a los que nos dice alguien. Por lo tanto, la atención nos va abriendo a la auténtica guía que hay dentro del ser humano, en el fondo del ser humano, y por lo tanto con aciertos y equivocaciones progresivamente vamos adelante.

Presentador:

—Señor C. G., ¿qué aconseja para las buenas relaciones?

C. G.:

—Pues yo diría que debemos comenzar cada uno en particular, no esperar a que comiencen los demás. Solamente con nuestra buena relación estamos creando nosotros a nuestro alrededor un campo, un aura de correctas relaciones, que está induciendo a que los demás sigan el mismo camino.

»Y me queda una cosita que no quisiera que pasara. La juventud nuestra, hoy se les está achancado muchas cosas. Yo tengo la suerte de estar viviendo con la juventud y entonces sé lo que es la juventud. La juventud nuestra no es mejor o peor, es distinta, tiene una carga social que ellos se han encontrado, que les hemos dejado en parte, porque todas estas correctas o incorrectas relaciones humanas que estamos teniendo en nuestro planeta, ellos se las han encontrado de buenas a primeras. Pero están sacando de su interior, a través de una educación que es mucho más liberal que la que nosotros tuvimos en nuestra época, unas cualidades mucho más grandes. Entonces, el niño, hoy, se le ve que es mucho más responsable, a pesar de que los padres crean que no, que en determinadas ocasiones lo manifiestan. Es mucho más espontáneo en cosas que nosotros no hemos sido en nuestra vida, que siempre hemos estado mediatizados. Y una gran cantidad de cualidades que nosotros…, que solamente al estar en contacto con ellos y observándolos diariamente, es como puede saber uno cómo es un joven.

Presentador:

—Señor J. T.

José Tarrazó:

—Bueno, yo pediría sencillamente que cada día tuviéramos más amistad, sin pedir ninguna cosa a través de esta amistad. Es decir, que nuestras relaciones tienen que ser a través de lo espontáneo, de lo natural, y sin pasar cuenta a nadie de estas relaciones. No esperar tener amigos para que nos den, sino dar gratuitamente, que esa dádiva se nos da como la simiente del grano, que enterramos uno y recogemos mil.

»Y nada más, agradecer la asistencia de C. G. y R. M. y a todos vosotros, que habéis estado espléndidos.

Presentador:

—Yo diría más, si me permite señor J. T. Y es que quedan invitados para, bueno, siempre de que dispongan de tiempo suficiente o la oportunidad necesaria, para que vuelvan a estar aquí, en estas conversaciones filosóficas.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Subir