La voluntad
Presentador:
—Contamos con nuestro invitado habitual, José Tarrazó, y empezamos con el tema que hoy nos acompaña: la voluntad.
José Tarrazó:
—Creo que vale la pena el tocar esta temática de la voluntad, porque después de algún programa en el que se ha hablado de la depresión, puede que muchos radioyentes en su consciente o subconsciente se pregunten que quizás, si tuvieran un poco más de voluntad, muchos de estos problemas de carácter psicológico podrían eliminarse.
»Hablar de la voluntad es ir dentro de unas profundidades, de unas raíces verdaderamente grandes. Podríamos hacernos la siguiente pregunta, ¿qué es la voluntad? Esta es la pregunta clave para desarrollar esta nueva tertulia. Creo que en esta era en la cual estamos, y en esta “Proyección 2000”, la voluntad es algo que se está acrecentando día a día en las personas.
»Paracelso nos decía que la voluntad era algo superior, entraba dentro de esa magia profunda, y que dentro de esa magia, que todos absolutamente todos los seres humanos poseemos… Es decir, al hablar de magia no quiere decir que tengamos algo especial, todos los seres humanos tenemos en nuestro más profundo yo, esa magia, y dentro de esa magia, el resumen o ese gran magnetismo profundo, sería esta voluntad.
»Creo que desarrollar la voluntad en todos los seres humanos es algo importante. Recuerdo comentarios a raíz de las últimas emisiones, y algunas personas que escuchan habitualmente este programa me decían: “Qué bien nos ha hecho el poder entrar dentro de esa temática de la depresión”. Pero estas personas, casi todas ellas, padecían de lo mismo, de falta de voluntad. A través de las distintas emisiones realizadas este año, hemos hablado en algunas ocasiones de la voluntad, pero hemos hablado muy someramente. Creo que vale la pena entrar dentro de esta mecánica de la voluntad, y cómo los seres humanos somos capaces de desarrollar esta voluntad.
Presentador:
—La voluntad sería un factor indispensable sobre todo para eliminar la tensión, el estrés y para conseguir mayores metas.
José Tarrazó:
—Exactamente, la voluntad hay que tener presente que pertenece a, como decía anteriormente, a ese Yo Superior. Esa tendencia universalista del Yo Superior de cada uno de nosotros en particular. El potenciar la voluntad es algo que todos tenemos al alcance de la mano. Imaginémonos en este momento, por ejemplo, hemos pasado las Fallas, hemos visto esos fuegos de artificio, hemos visto cómo en el aire han surgido determinados colores gracias a esa magia de la pirotecnia. Podemos decir que nosotros somos una gran hoguera que en muchas ocasiones está apagada. Y que, si nosotros la potenciáramos, veríamos estos fuegos de artificio interiores que serían esta voluntad. Es decir, que a través de ella podemos ser verdaderos magos y realizadores de sencillas y útiles cosas.
»La mayoría de las veces nos falla la voluntad para cualquier cosa. Somos perezosos y decimos: “Bueno, yo cómo tengo que desarrollar la voluntad”, pues, sencillamente, con ese poder interno, con ese querer hacer. Incluso en una de las obras de Dante habla de la voluntad. Y también, por ejemplo, se habla de la voluntad en El Corán. Y hablan de la voluntad cantidad de grandes escritores y personas que han practicado esa voluntad, es decir, que no es una cosa lejana. Tenemos que ver la voluntad como algo muy cerca, muy dentro de nosotros. Es como ese gran diamante que nosotros tenemos interiormente, esa fuerza que nos lleva hacia dimensiones superiores, y que, por lo tanto, podemos desarrollarla sencillamente con el solo hecho de querer.
Presentador:
—De todas formas, los oyentes se estarán preguntando: «Conozco más o menos lo que significa la palabra o el término voluntad, pero es muy difícil el recogerla —la voluntad— o el notar interiormente cómo uno es poseedor de esa voluntad»; porque hay algunos momentos en que es como un fuelle; en otras ocasiones, como la gasolina, que se acaba. ¿Cómo se puede reconocer a una persona que tiene voluntad, y que esa voluntad le va a servir para los fines que pretenda?
José Tarrazó:
—Tenemos que diferenciar dos cosas: la voluntad de lo que verdaderamente a veces confundimos con ella, que es la parte emocional. Es decir, hay que hacer una separata muy concreta, porque una cosa es la emoción de las cosas, y la otra cosa es la voluntad.
Presentador:
—Es decir, sería voluntad emotiva.
José Tarrazó:
—Exactamente… Entonces nosotros, para potenciar esta voluntad, tendríamos, sencillamente, que ver que día a día somos capaces de realizar un trabajo. Voy a poner un ejemplo muy concreto. Las abejas. Las abejas tienen una gran inteligencia, al igual que las hormigas y otros insectos, y estos seres tienen voluntad de realizar el trabajo minuciosamente, ese trabajo concreto y diario que están realizando en sus determinados periodos. El ser humano aún tiene más poder que el que pueden tener las abejas o las hormigas. Entonces, ¿qué es lo que nos ocurre? Carecemos de voluntad por el simple hecho de que a veces existe en nosotros una dejadez, una vagancia de las cosas, no somos persistentes. El escritor, el pintor, la persona que está trabajando constantemente, cuando desarrolla la voluntad, es porque tiene un deseo superior, no un deseo del cuerpo de deseos de querer hacer esto caprichosamente, sino que constantemente está al pie de la letra o al pie del cañón, como se suele decir, y está aumentando esa voluntad, que es una porción de luz y de amor de la parte superior del ser humano.
Presentador:
—De todas las formas, en el ámbito social, muchas veces la voluntad está mal vista, en este sentido se dice en muchas ocasiones que una persona voluntariosa, o tiene mucha voluntad en este sentido, pero carece, por ejemplo, de inteligencia o de capacidad.
José Tarrazó:
—No habría que confundir esa voluntad de la cual estamos hablando, que es la voluntad superior del ser humano, en cuanto a las personas voluntariosas o las personas que son mesiánicas, o las personas que, si son incultas o no tienen esa fuerza de voluntad es porque no la trabajan en cualquier aspecto de la vida. Una persona puede ser inteligentísima y no tener voluntad. Es decir, que habría que hacer una separación entre voluntad e inteligencia. La voluntad es, como diría un gran filósofo, esa gota que cae diariamente dentro de esa gran caverna interna que podríamos llamar el corazón y que, diariamente, está destilando, día a día, una gota. Y esa gota va incrementando esa voluntad. Es decir, es proporcionarnos a nosotros mismos con inteligencia y con amor el desarrollo de esta gran energía de luz y de amor que todos, absolutamente todos, los seres poseen.
Presentador:
—Y la voluntad, ¿aumenta de alguna forma esa capacidad energética en el ser humano?
José Tarrazó:
—Por supuesto, es, podríamos llamarle, una de las primeras fuentes de energía, en la cual el ser humano puede ir incrementando poco a poco. Pero claro, la voluntad no viene por un estado de emocionalidad. No viene porque uno dice: «Yo quiero tener voluntad», debe tener perseverancia, constancia en todas las cosas. El otro día hablábamos de las determinadas enfermedades psicosomáticas que tenemos los seres humanos, y nos daríamos cuenta todos nosotros de que las determinadas enfermedades son originadas por esa falta de voluntad. Cuando hay voluntad, esas enfermedades y esa mente que a veces es la que nos tortura continuamente, no hay espacio para estas triquiñuelas, las cuales vemos que lo único que hacen es restarnos de esa voluntad. Es decir, la constancia y la perseverancia en el ser humano, en cualquier cosa, acrecienta la voluntad.
Presentador:
Vamos a distinguir, ahora que estamos perfilando un poco el término voluntad desde el punto de vista profundo, otro aspecto. La perseverancia, la constancia o la cabezonería, ¿dónde está el término medio?
José Tarrazó:
—La cabezonería no tiene nada que ver, por supuesto, en esta situación. Las personas que a veces se empeñan en una cosa es porque a despecho quieren hacer un reto a cualquier otra cosa, entonces, eso, es un instinto muy bajo. Una persona inteligente rectifica y no es cabezona. Porque se da cuenta, en el mismo momento que ha cometido algo, de que lo hace por despecho, y automáticamente retira ese despecho y reflexiona, y al reflexionar es cuando entra dentro de esa dinámica de acrecentar la voluntad.
Presentador:
—¿Qué relación existe entre la voluntad y la fe?
José Tarrazó:
—Nada tiene que ver, en absoluto. La fe es una cosa ciega. La fe, por sí sola, es una denominación de las distintas religiones. Creer sin ver demuestra que el ser humano no ha pasado por una etapa determinada, es decir, que las personas debemos tener intuición. La fe es otra cosa, la cual muchas veces la hacemos porque nos la han dicho, y, sobre todo, porque tal o cual religión nos dice que hagamos esto bajo dogma de fe o
bajo un determinado dogma. Entonces, el dogma no es razonamiento, y entonces, en ese razonamiento no puede haber equilibrio. La voluntad tiene que acrecentarse a través de esa persistencia y de esa tenacidad en cualquier campo en el cual nos desarrollemos.
Presentador:
—Naturalmente, la voluntad, como otra serie de cualidades humanas, tiene que ser positiva, es decir, tender al optimismo, el ver las cosas por el lado bueno…
José Tarrazó:
—Sí. No confundamos la voluntad superior, que es la que estamos hablando ahora de ella, que es la que podría resolveremos gran cantidad de problemas a nivel personal y a nivel de toda la humanidad. A ese estado de, como decíamos antes, cabezonería, la cual nos lleva a un callejón sin salida. Es decir, tenemos que, a través de la inteligencia, obrar consecuentemente y desarrollar nuestra vida naturalmente, sobre todo con toda sencillez, porque, cuando el ser humano se enfrasca dentro de unos determinados problemas del orden que fueren, resulta que le está dando vueltas, como decimos a veces, a una noria, o está dándole vueltas a una serie de formas mentales, las cuales hacen que la voluntad no se desarrolle, se quede en estado de cristalización o estacionario.
Presentador:
—Y la voluntad y la personalidad, ¿hasta qué punto están interrelacionadas?
José Tarrazó:
—Son dos cosas diferentes. Podemos hablar de la personalidad superior o de la baja personalidad. La personalidad no es aquello que en muchas ocasiones decimos: «Esa persona tiene una personalidad, y esa personalidad, a veces, es una personalidad aparente». La personalidad profunda, al igual que la voluntad, son dos energías básicas, no solamente en el ser humano, sino en todo el contexto planetario, y en todo el contexto cósmico, las cuales las percibimos los seres humanos cuando, a través de la voluntad —pero de una voluntad superior, no de una voluntad en la cual hoy hago una cosa y mañana, al no tener voluntad de hacerla, no soy persistente en ello—.
Presentador:
—Podemos poner ejemplos de cara a los oyentes, de esa voluntad, para que puedan diferenciar un poco las dos clases, ¿no? La voluntad que se conoce, digamos, de forma más o menos coloquial, de forma social, y esa voluntad superior a la que hace referencia Pepe. Por poner algún ejemplo, ¿qué personaje podría ser un caso de voluntad?
José Tarrazó:
—¿De voluntad? Habría que diferenciar dos cosas, una cosa es la voluntad y otra cosa es la rutina de las cosas. ¿Por qué hacemos las cosas rutinariamente, y por qué cuando hacemos una cosa del orden que sea no nos paramos un momento a pensar concretamente lo que vamos a realizar? Entonces, la voluntad… quisiera decir una cosa, hablar de personajes con voluntad, pues, los ha habido muchos, y los hay actualmente. Esa voluntad es la que hace que el ser humano se transforme, y cada día sea más útil a todas las cosas que están en su entorno. Podríamos hablar de personajes, pero hablar de personajes… Me gustaría decir que cualquier persona que nos está escuchando puede tener ese desarrollo de voluntad, solamente es proponerse el acrecentar esa voluntad. En un trabajo del orden que sea, las personas van perfeccionándose cuando verdaderamente tienen voluntad. Y son unas personas rutinarias cuando hacen las cosas sin gusto, cuando hacen las cosas porque no tienen más necesidad que hacerlas porque es un medio de vida. Es decir, aparte de que pueda ser un medio de vida el trabajo, en cualquier orden de la vida, pero se tendría que poner un énfasis especial para realizar las cosas bien hechas. Es como hacerse ver que está pintando, y muchas veces hablamos de los pintores… es aquel perfeccionista, aquel señor que se da cuenta de que tiene un reto delante de él, y que su cuadro, que su obra, y la obra en este caso puede ser la persona que está en casa, haciendo el trabajo rutinario o habitual de todos los días, o la persona que está barriendo, o aquel abogado, o aquel médico, cualquier persona, y pretende ennoblecerse a través de ese trabajo, y pretende elevarse a través de esa voluntad del perfeccionamiento de las cosas. Cualquier persona, absolutamente cualquier persona, puede tener un gran grado de evolución de la voluntad. Y, cualquier persona, dentro de la rutina, lo que hace es crear una degeneración de las formas mentales de los hábitos diarios sin sacarle la sustancia o la esencia de síntesis en aquello que está realizando.
Presentador:
—Además, lo que está diciendo, un ejemplo claro es el hecho de que normalmente algunas labores, tanto del hogar como en el trabajo, que se realizan sin ganas, sin tener el mínimo cuidado, se nota, y da la impresión de que el tiempo sea mucho más largo, mucho mayor, y que el trabajo se realice de una forma forzosa. En cambio, cuando se busca ese perfeccionismo, esa concentración, es intentar disfrutar del momento, del presente, y a la vez, pues, comunicarse con lo que uno está haciendo, parece que el tiempo sea más ligero.
José Tarrazó:
—Cuando se trabaja con alegría, cuando se trabaja con gusto, es cuando esta situación se da en que la persona, el tiempo, que es una parte de la vida, es algo que a veces no tendríamos que contabilizar porque somos esclavos de este aparato llamado reloj; tendríamos que ver que, cuando hacemos algo, cualquier cosa… Es decir, se habla de santa Teresa de Jesús, por poner un ejemplo, que decía que se veía realizada a través de fregar los cacharros… Cuántas personas a veces dicen: «Es que yo barrer, yo soy hombre, eso es un trabajo de mujer». Pues eso no es así. Al igual, la mujer que el hombre, dentro de ese trabajo tienen una dignificación, y dentro de esa dignificación y dentro de esa alegría de realizar el trabajo, existe esa evolución de voluntad. Cuando las cosas se hacen mal y a desgana, es cuando la voluntad va perdiendo, por así decirlo, esa tonalidad especial que tiene que ser la que al hombre y a la mujer le tienen que dar la dignidad que le corresponde, es decir, que todos tenemos una dignidad. Hemos confundido en muchas ocasiones la dignidad con los títulos, con determinadas carreras, y la dignidad radica dentro del corazón de cada ser humano. Cuando existe un estado de humildad, cuando existe un estado de deseo superior, de realizar las cosas bien, y hacerlas siempre con ese talante, el cual el hombre, al igual que la mujer, somos unas determinadas personas con un estado superior, y en ese estado superior no hay indignidad, sino que hay dignidad. Igual dignidad tiene un señor que limpia las calles que un señor que está ejerciendo una alta carrera dentro de la sociedad la cual nos ha tocado vivir.
Presentador:
—Lo malo es que vivimos unos tiempos en los cuales se hace muy difícil tener esa voluntad a la que hace referencia. Lo decimos porque hay muchos botones, simplemente apretarlos, se nos ofrece un servicio. O apretamos un botón, vemos un canal de televisión. Apretamos otro botón, y cambiamos de emisora de radio. ¿Eso influye de alguna forma en el subconsciente en el ser humano?
José Tarrazó:
—Existe en el subconsciente porque la persona en muchas ocasiones no quiere esforzarse para autorrealizarse, para evolucionar. Es decir, si nosotros tenemos en cuenta que el ser humano es un conjunto de átomos —todos estos átomos están en un proceso de evolución, en el conjunto de ese ser, o de ese Yo Superior, y por supuesto esa gran energía que todos poseemos y que no desarrollamos, que es la voluntad—, podemos actualmente desarrollarla como siempre se ha desarrollado. Muchas veces se dice: «Es que estamos viviendo una época de crisis». Cualquier época existe la crisis para aquellas personas que quieren tener las crisis, porque los reveses de la vida, si son para darnos una lección, nos daremos cuenta de que, a través de esas lecciones, de esos reveses, podemos evolucionar, podemos tener voluntad, podemos afianzarnos en esa voluntad. Y cuando el ser humano se deja caer, de ese proceso que existe de las determinadas enfermedades psicosomáticas, es por falta de voluntad, es porque la mente ocupa el 90 % de nuestro ser y, entonces, la mente en muchas ocasiones —la traicionera nuestra—, no se distingue lo que es mente de lo que es voluntad o lo que son determinadas energías, las cuales todas, conjuntamente, dentro del cuerpo físico, son un todo en el cosmos y en el microcosmos. Es decir, hay una conjunción de cosas que los seres humanos sencillamente la tenemos al alcance de nuestra mano. Si la voluntad y la mente coordinadamente fueran capaces de transmutar todas esas energías, se produciría esa gran alquimia del ser superior. Y el ser superior somos absolutamente todos, no hay nadie que no pueda llegar a ese parámetro de la superioridad interior, que es la que nos desarrollará no solamente a los seres humanos, sino al gran cambio de la sociedad. Cuando empezamos estos programas estábamos haciendo un intento de lanzar unas determinadas energías, o formas mentales, para que la sociedad, a la cual llegamos nosotros a través de estas ondas, puedan captar ese concierto altruista y no derrotista de las cosas de la vida. Hay personas que estando bajo un foco de luz ven la sombra, mientras que otras sin estar bajo ese foco de luz ven la luz. Es decir, que han visto desde otro parámetro lo que es en realidad la vida y el ser humano, el optimismo o la alegría de vivir.
Presentador:
—Vamos a hablar de otro tema también, y más que nada que, tanto científicos, psicólogos, sociólogos, hablan siempre de esa famosa frase que creo que dijo Unamuno: lo de «Yo soy yo y mi circunstancia». Lo decimos por el sentido de que siempre hay una barrera, una serie de factores, desde la climatología hasta el lugar de trabajo, hasta el propio físico del ser humano, etc.
»¿Con la voluntad se pueden romper estos factores?
José Tarrazó:
—El hombre es un impedimento en cada momento. El hombre en determinados momentos de la vida es quien crea esas barreras, las cuales las crea mentalmente. Al crearlas mentalmente resulta que todo lo ve bajo un aspecto negativo, todo son problemas, todo son… Y los problemas, el único que los puede resolver es aquel que los ha creado. Si el hombre es un creador, y crea sus problemas: las circunstancias, el clima, la empresa, el estado de personas que me rodean… Pero cuando la voluntad está desarrollada, la persona no siente esos cambios climatológicos ni le afluyen esas energías que están a su alrededor de las otras personas que pueden emitir determinadas energías, crea una barrera de voluntad, la cual tamiza organizadamente a través de su mente todo el aspecto de su vida. Es decir, se necesita un ordenamiento, como a veces comentamos, se necesita que el ser humano sea consciente en muchas cosas de las realidades que está viviendo diariamente, y de aquello que son fantasías vendidas muy baratas y muy a la ligera. No nos dejemos arrastrar en muchas ocasiones por las determinadas opiniones o determinados medios de comunicación que nos están vendiendo un mensaje para que el ser humano no sea un ser pensante, para que el ser humano no sea un ser consciente con voluntad. Y entonces resulta que creamos una imagen, hemos copiado, hemos hecho una copia de aquello que nos han vendido. Nosotros tenemos la suficiente voluntad y determinación en nuestra vida para poder tener esa personalidad, que es una personalidad consciente; saber discernir en todo momento lo que nos va y lo que no nos va. Creo que todos, absolutamente todos, podemos llegar a unas grandes conclusiones, sin que nadie nos condicione; el condicionamiento de los medios que nos rodean a veces es un gran espejismo que no nos deja ver la belleza que existe a nuestro alrededor.
Presentador:
—La forma de saber cómo se alcanza o cómo se posee esa voluntad que, como está diciendo Pepe, hay que sembrarla poco a poco, va evolucionando, a través de la intuición.
José Tarrazó:
—La intuición es uno de los grandes trabajos, es un gran reto que tenemos todos los seres humanos, y la voluntad es el estado de conciencia superior que nosotros vamos adquiriendo día a día, a través de crear una pauta de vida; en la conducta de nuestra vida tiene que haber una pauta, y dentro de esa pauta de sencillez y de amor. Y como se dice que la voluntad es un espacio superior de luz y de amor, nosotros podemos cultivar en este gran jardín que tenemos interiormente todas estas cosas.
»En este momento nos podríamos imaginar que se nos han dado unas semillas preciosas para poderlas sembrar en este huerto que tenemos de las esplendentes bellezas del ser humano. Lo único que tenemos que saber es cuándo tenemos que sembrar, y veremos florecer durante nuestra vida, o durante nuestras vidas… por así decirlo. Todo este proceso de transformación, el cual será una de las culminaciones o realización del ser humano.
Actualmente se habla mucho de la juventud, se habla mucho de distintos medios de comunicación, yo tengo la gran esperanza de que hay una gran parte de seres humanos que están dejando esas sendas anteriores, esa venta de ciertas cosas que nos están engañando de una manera muy sutil…
»El pasotismo. Se habla mucho de que la gente pasa. Pero es que esa gente pasa porque ha entrado en una toma de conciencia de que le han vendido tantas cosas, le han engañado tantas veces. Y ese ser humano, por falta de esa voluntad superior, se ha dejado arrastrar por estas circunstancias, las cuales le han llevado en muchas ocasiones a perder ese gran tesoro, o ese gran jardín que se tendría que cultivar, que es la voluntad.
Presentador:
—Por otro lado, el estado para alcanzar también esa voluntad, equilibrio total y concentración. Es decir, una persona que esté atravesando muchos problemas, sobre todo mentales, puede ser incapaz de llegar a ser consciente de este tipo de voluntad, ¿no?
José Tarrazó:
—Por supuesto que sí, y la intuición en el ser humano, en un momento determinado de una conversación, de una sonrisa, puede cambiar su vida. Es decir, que la vida no puede cambiar de la noche a la mañana, porque tenemos unos hábitos, llevamos unos trajes muy fuertes, los cuales, a veces, por egoísmo, no nos dejamos cambiar esa ropa vieja, esa camisa, ese traje, ese par de zapatos que tenemos viejos, y nos aferramos muy seriamente a las formas mentales del pasado, decimos: Es que como la tradición dice tal o cual cosa; o como mis antepasados hicieron tal o cual cosa. Es decir, el ser humano tiene que, cada día, ser un ser nuevo, un ser creativo, un ser que se desarrolle por su propia naturaleza, sin estar influenciado de tantas cosas que están a su alrededor. Una cosa es la influencia de estas baratijas, y otra cosa es ser consciente de aquello que está desarrollando en su vida a través de todo este gran abanico de posibilidades que tenemos los seres humanos.
Presentador:
—Difícil pero posible, ¿no?
José Tarrazó:
—Es posible, es posible. Yo recuerdo un gran psicólogo que estuvo encerrado durante mucho tiempo en la cárcel, y que resulta que le llevaban la peor comida de la cárcel; él, psicológicamente, había pensado en todo momento que la mejor comida que le daban era la de él, y cuando pasó un determinado tiempo en la cárcel los mismos carceleros, las personas que lo habían conocido, decían que tenía diez años menos. Es decir, que él había creado unas formas mentales, él había desarrollado en esas penurias de la cárcel una voluntad, y había creado unas formas mentales adecuadas para que las glándulas gustativas, la mente y el corazón estuvieran dirigidos hacia otros parámetros de la vida; y escribe en sus memorias, y va relatando, cómo día a día se rejuvenecía, tenía sus partes del cuerpo… y todas sus células habían tomado una situación diferente a la de sus compañeros que estaban junto a él, que habían envejecido mucho…
Presentador:
—Esto guarda relación con la tercera edad, es decir, que quizás esa pasividad de la persona ya mayor de edad se adquiere en esta situación y de ahí que se pierda la voluntad, tan solo se espera la muerte, y se nota mucho aquellas personas en la tercera edad que están metidas en algún tipo de trabajo, de ilusión, o en alguna cosa, y los que simplemente se sientan en un banco a esperar que pasen los días…
José Tarrazó:
—Creo que todos los seres humanos, cuando tienen una determinada actividad, cuando tienen deseos de vivir, cuando arrendemos los conceptos de la vida y la muerte, que es uno de los grandes conceptos. Un gran trauma para los seres humanos es que, una vez que hemos dejado el cuerpo, una vez que hemos desencarnado, pues, todo ha terminado. Y se tendría que cambiar esos conceptos mentales de la vida y la muerte, y entonces ver que la vida se prolonga durante el tiempo y el espacio, y que esa vida no nos tiene que condicionar. La vida física a la vida superior. El desarrollo superior… y acoger este estado de la madurez o ancianidad de una manera, con alegría… Si las estaciones del año se repiten durante todos los ciclos, y en cada estación viene el tiempo que normalmente le corresponde, veremos que el ser humano, si pensara cómo estos elementos de la naturaleza se repiten y vienen con la misma alegría y con la misma jovialidad que hace millones de años, no envejecería, no sería torturado por esa mente, la cual le condiciona a que es un ser muerto. El ser es un ser vivo, porque los átomos continúan, y porque la vida tiene unos parámetros que van más allá de lo que la mente puede llegar.
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