La verdadera conquista
La verdadera conquista es la de uno mismo. ¿Cuántas cosas nos perdemos por no saber hilvanar nuestras vidas? Esto no significa resistirse ni aceptar nada sin comprobarlo, sino vivir las etapas de la vida con conciencia y apertura de mente en las distintas facetas de nuestro corto linaje.
¿Acaso con la edad debiéramos ser más felices si aprendiéramos a disfrutar en cada instante y ver las cosas con más calma? Un camino personal o acompañado es el que nos puede llevar a la felicidad, al trabajo compartido, a la satisfacción de disfrutar en cada momento, tanto en la juventud como en la madurez…
Un equilibrio hecho desde una nueva conciencia de uno mismo, que lo llamo aceptación activa, en la que asumimos el paso del tiempo, aceptando lo que somos y lo que en realidad queremos ser en nuestras vidas, pero ¿acaso solamente pensamos en que somos biológicos, y nos olvidamos de que también somos Almas? “Ten cuidado con el vacío de una vida muy ocupada”. Sócrates.
Yo tengo la sensación de que con la edad he aprendido a saborear las cosas, a dar valor a las pequeñas cosas, a los pequeños momentos con la serenidad de la experiencia, a sentirme un privilegiado al saborear aplomadamente el también valor de vivir para los demás.
Aprender a relativizar, adquiriendo sabiduría, ganar en conocimiento; pues la experiencia nos llena de energía en todos los trayectos que nos llenan el corazón amoroso, esto conlleva ventajas que nos aportan felicidad, aunque pintemos canas…
Cuando vivimos con ansiedad, el miedo no nos deja fluir y estamos inseguros, y esto nos lleva a las torpes acciones, al qué dirán, también a no sentirnos aplomados al aguantar muchas cosas que no están de acorde con nuestra condición interna y externa: esto conlleva fricción, disgusto de uno mismo, tapando constantemente todos los roces y desequilibrios en nuestras vidas; pero tendremos que ser valientes para ajustarnos a nuestro fuero interno, o fracasaremos en el intento de vivir y amar.
Una extraña paradoja es que nuestra sociedad sueña con vivir sin conflictos, pero para vivir éticamente necesitamos cambios sustanciales, aunque nuestros cuerpos marcan el cambio del tiempo, nuestra esperanza de compartir nos lleva a la madurez, al crecimiento interno que es la verdadera conquista, a una juventud de espíritu; aunque nuestro cuerpo se oxida desde que nacemos, pero es importante siempre sentirse útiles, ser y estar vivos con la plenitud de un espíritu siempre renovado y alegre. “Creo firmemente que descubriremos el fuego por segunda vez en la historia de la civilización humana. Salvo que esta vez, la chispa vendrá desde nuestro interior”. (Debashis Chatterje).
Abrirse a los demás es una de las mejores actitudes, vaciando todo aquello que nos ponzoña; mirando que cada día que amanece es un retazo de esperanza, cada amanecer es una bocanada de aire que nos sienta mejor; disfrutar el momento presente es rejuvenecernos, esto es el alimento del corazón, que bombea un caudal torrentoso en la alegría de vivir con nuevos proyectos que descubrimos que son cruciales cuando aprendemos a vivir desde el corazón…
Podemos escapar al culto de la juventud, para luego entrar en una madurez sosegada, llena de experiencias fundamentales, ¿por qué desdeñamos a nuestros mayores?, cuando estos son un libro de experiencia, y sus canas son los hilos conductores de una sociedad de sabiduría. La vida es un reto, el más importante que tenemos, pero hacemos caso omiso a la voz de la experiencia. Hacerse mayores está bien, cuando lo acompañamos de un proceso de adaptación creativo. La sociedad somos un año más mayores, pero, ¿más sensatos? Aprovechemos las ideas creativas y positivas para darlas a los demás, haciendo una humanidad más plena de sencillez y armonía. Lo tenemos al alcance de la mano, y solo cuesta esfuerzo. ¿Qué conquista no cuesta esfuerzo y sacrificio?
“La juventud es el tiempo de estudiar la sabiduría, así como la vejez es el tiempo de practicarla”. (Rousseau)
20.12.2022. J.T.D.
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