La tensión

José Tarrazó:

—Pues vamos de lleno en este tema y vamos a hablar de él, porque creo que casi todos los humanos, en un momento o en otro de la vida, tenemos una tensión, estamos estresados de una manera u otra, incómodos, y la tensión es el preludio inmediato de la acción.

»Dividimos esta conversación en dos partes, y la primera parte sería las clases de tensión que normalmente nosotros tenemos. Una de ellas sería la física; la otra, emocional, y la otra, mental. Es decir, que las personas tenemos problemas y, cuando tenemos problemas, o cansancio, o tenemos… en fin, estamos estresados por exceso de trabajo, o por la vida que normalmente llevamos, aparece una tensión con la cual nos encontremos incómodos.

»En la primera parte podríamos hablar de esa tensión del esfuerzo físico. Es decir, cuando trabajamos en exceso y cuando, por circunstancias de la vida, estamos desarrollando una actividad que no es la habitual, o siendo habitual nos lleva a que nos encontremos cansados, entonces en el cuerpo físico se manifiesta esta tensión.

»Después, en la parte emocional. Es decir, que las emociones, cuando tenemos demasiadas emociones y no sabemos controlar dichas emociones, también nos traen tensión.

»Y después, en la parte mental también tenemos los mismos problemas. Especialmente las personas que trabajan intelectualmente y que trabajan demasiado, porque a veces fuerzan esta mecánica, pues se encuentran en las mismas circunstancias, estresados, y todo eso conlleva un cúmulo de tensión y de estrés que crea desequilibrio, el cual se manifiesta a través de la depresión o cosas similares.

L. O.:

—Por resumir, simplemente que esa tensión se genera por un exceso, ya sea un exceso físico, emocional o un mental. Siempre por exceso, no por defecto.

José Tarrazó:

—Por exceso, precisamente por exceso, y a veces por vagancia. Y también porque hay personas que, no sabiendo qué hacer, no sabiendo organizar su vida, también en el cuerpo mental se desarrolla una actividad que lleva consigo un desequilibrio.

»Creo que este tema es interesante y lleva consigo interés para todas las personas. Actualmente estamos todos trabajando muy intensamente. Estamos llevando, por un lado, una vida muy sedentaria. Y por otro, una vida de mucha actividad. Por ejemplo, vamos en el coche y queremos llegar a un sitio y, automáticamente, vemos que no podemos llegar porque hemos querido hacer demasiadas cosas en esa jornada; nos enfadamos y ya estamos estresados, tenemos una tensión nerviosa. Prueba de ello es que muchas enfermedades psicosomáticas de estrés, o de depresión, son originadas por el desequilibrio que llevamos. Y no solamente por la vida que llevamos en el trabajo, también por el estado y la manera de ser, y también porque comemos mal, muy deprisa, y todas las cosas las hacemos contrarreloj. Yo digo que el reloj es el enemigo más grande que tenemos porque, por desgracia, lo estamos mirando continuamente, y a veces hace que no lleguemos.

L. O.:

—¿Se puede decir que el estrés es la antesala de la depresión?

José Tarrazó:

—Sí, es muy correcto. Y esa tensión que llevamos normalmente tendríamos que equilibrarla, de manera que hiciéramos solo aquello que podemos, y que lo hiciéramos bien y, sobre todo, que no quisiéramos hacer más cosas de las que se pueden realizar en una jornada normal. Porque si no, ese vaso y esas energías que hemos estado precipitando, llega un momento que se manifiestan, bien sea por la enfermedad o bien sea por el carácter o por determinadas cosas que nos ponen fuera de a bordo.

L. O.:

—Habías puesto antes una comparación. Y es cuando conducimos. Y, efectivamente, no sé por qué motivo el carácter de cualquier individuo cambia muy mucho cuando se encuentra dentro de un vehículo. Bueno, yo particularmente es algo que todavía no comprendo, pero, efectivamente, se dispara y adquiere no solamente una tensión, sino una agresividad impropia de una persona; en una circunstancia normal, incluso aparca el coche y se marcha al bar, se encuentra con un amigo y ya está completamente calmado.

Presentador:

—Hace muchos años, algunos acontecimientos públicos, como por ejemplo eran los partidos de futbol, la gente alimentaba su estrés a base de insultar al árbitro. Este tipo de estrés se manifiesta también cuando una persona conduce, porque en el coche cambia su actitud y quiere tener esa razón que quizás no tiene en otros lugares.

L. O.:

—No solamente tiene la razón, sino la incomprensión, porque hay momentos, por circunstancias del tráfico, que vemos que es imposible pasar por un lugar concreto, pues, automáticamente, no llegamos a comprender esa situación y, bueno, la cogemos con aquellas personas que por algún motivo tiene el coche mal aparcado.

Presentador:

—Y luego, Pepe, hablando de un factor muy importante, el señor reloj o la hora. El segundo, la décima… y la mayoría de los humanos lo tienen todo calculado y cronometrado, menos una cosa: el viaje en el coche. En el automóvil parece que se tarda poco, que se va a llegar, y nunca se contabiliza ese tiempo bien. Decía, Pepe, que a veces se intenta ganar tiempo en el vehículo cuando se tendría que ir tranquilo en el coche.

L. O.:

—Yo quisiera decir una cosa, y es que habría una forma de eliminar la tensión, puesto que, al fin y al cabo, el día no tiene más que veinticuatro horas y esto es algo que está ahí.

Presentador:

—Y de esas hay que dedicar seis horas de los que duermen poco.

L. O.:

—No solamente seis horas a dormir, sino precisamente al ocio y al esparcimiento, que también es importante el descargarse.

Presentador:

—Como decimos aquí en otros programas, no simplemente es ponerse ante una pantalla.

L. O.:

—No sé exactamente, bien puede ser escuchar música o leyendo, o hacer cualquier tipo de deporte y charlar con los amigos y la familia en cualquier lugar, creo que es una buena manera, pero pienso que el reloj, más que el físico, lo tenemos que llevar mentalmente.

»Por suerte o por desgracia tuve una experiencia: hará unos diez años, que, si os dais cuenta, yo no llevo reloj y, bueno, todo fue consecuencia de la tensión, del estrés que llevaba encima de mí. No llegaba a ningún sitio, no adelantaba más de lo que podía adelantar, y desde que el doctor me aconsejó que me quitara el reloj una temporada, este es el momento en que no me he vuelto a poner otro.

José Tarrazó:

—Vamos a hablar un poco de la tensión que crea el coche, porque, quizás el 90 % de las personas, vamos todos con vehículos, y yo considero que el coche es necesario, como lo son todos los medios de comunicación, que nos pueden acercar más a los lugares que deseamos ir. Pero el coche en muchas ocasiones es como si dijéramos el caballo de Troya, ese caballo que lo adelanta todo, que lo realiza todo. Y entonces resulta que hemos calculado mal el tiempo, y estamos dentro del coche y la persona en su dualidad, es decir, lo habéis dicho antes y quiero recalcarlo: es una doble persona. Cuando baja del coche no tiene esa agresividad que cuando está en el coche, y tendría que pensar que el coche es como una chaqueta, una proyección para el uso del trabajo de todas las personas. ¿Y por qué estamos nerviosos cuando estamos en el coche?, porque a veces nos consideramos más potentes que los que van a pie, y eso que nosotros, al mismo tiempo, somos peatones.

L. O.:

—Asimilamos automáticamente: nada más subir a un vehículo, vemos la forma de ganar tiempo porque, aunque existe una velocidad limitada, te la puedes saltar, o cualquier individuo se da cuenta de que está circulando a 60 km/h y que si va a 90 km/h llega antes, y ahí quizás está el quid de la cuestión: controlas menos el vehículo por la alta velocidad, y esto genera tensión.

José Tarrazó:

—Tendríamos que hablar que esa tensión produce adrenalina, y resulta que sería interesante que los seres humanos supieran cómo eliminarla. La eliminaríamos a través de nuestra mente; organizar las cosas sin querer correr tanto, porque todos sabemos que los médicos están recordando continuamente las enfermedades que estamos pasando el género humano por esa tensión, por esa depresión, por esa manera de vida. Por ejemplo, yo me voy a comer y puedo comer en diez minutos y resulta que estoy mal comiendo, o dormir seis horas porque mañana tengo que adelantar faena en el trabajo.

»Estamos en una sociedad donde nos precipitamos hacia algo que no es normal. Esa tensión que estamos creando es una tensión indebida por falta de un ordenamiento en nuestras vidas. Deberíamos tener una programación de las cosas, incluso me atrevo a decir que, si trabajamos de diferente manera, rendiríamos mucho más. Estamos trabajando contra reloj, y este enemigo que es el reloj nos crea una serie de problemas

que, a la larga, repercuten en la parte física y en la propia sociedad, no solamente como individuos sino también como colectividad… Queremos ganar tiempo, y el tiempo es algo que no existe, aunque esto parezca una paradoja, porque nosotros, todos los seres humanos, tenemos una media de setenta y dos años de vida. Y tendríamos que ordenar las cosas de modo diferente.

L. O.:

—Alguien ha definido el estrés, la precipitación y el vivir aprisa, que por desgracia es la manera de vivir de un elevado porcentaje de ciudadanos, como si hiciéramos una carrera a ningún lugar. Nos da la impresión, por poner un ejemplo, que somos el conejo de Alicia en el país de las maravillas, que siempre va con prisas y que nunca se sabe a dónde va y que quizás sea un ejemplo muy contundente al respeto.

Presentador:

—Bien, quisiera llamar la atención en esta conversación particularmente en algo que creo que es la base fundamental, y es que tanto la tensión como la depresión solo se tratan de fenómenos mentales... Digamos que se podría añadir que la depresión se produce cuando llega una frustración entre el campo de las ideas, que es el campo mental, y el campo de la realidad.

José Tarrazó:

—Hay una contradicción, una dicotomía de contradicciones, entre las personas. Existe un desequilibrio en el pensamiento. Y también existe una fricción de energías entre la mente y el cuerpo, y esto es lo que origina el estrés, la depresión o la tensión. Es decir, si ordenáramos mentalmente las cosas y las lleváramos a efectos, las lleváramos a esa realidad que podría ser una realidad muy concreta, entonces resulta que estaríamos exentos de esas tensiones.

»Creo que casi todos pasamos por esas tensiones. Es una falta de ordenamiento. Y también están las energías, todas las energías. Las energías que posee el ser humano y que existen en el espacio tienen unas leyes concretas. Somos nosotros los que rompemos esas leyes, precipitamos esas leyes.

»¿Qué pasaría en el universo si los planetas, las estrellas, los satélites y todo el conjunto de las galaxias se precipitaran? Sería un desastre cósmico; entonces, nosotros, en parte, somos un desastre cósmico, porque estamos infringiendo la ley del orden de las cosas. Y entonces ocurre en nosotros, y es un cataclismo que está ocurriendo, desgraciadamente, en la humanidad. Es decir, que haría falta que tuviéramos sencillamente un estado de reflexión y un ordenamiento, como los cuerpos celestes, que tienen unas leyes que nosotros también tenemos. Estamos sujetos, somos una parte de ellos, una representación de ellos. ¿Por qué nosotros somos tan torpes y precipitamos la vida de esa manera hasta estrellarnos contra un meteorito o contra un elemento determinado?

L. O.:

—Yo quisiera puntualizar algo, porque pienso que podría ser un ejemplo válido. Si cojo de ejemplo las cuatro estaciones del año, es como tratar de precipitar el verano aunque todavía estuviéramos en invierno. O querer precipitar la primavera cuando estamos todavía en otoño. Creo que todo sería absurdo, pues todo sigue su cauce normal. Está claro que cada estación llega cuando tiene que llegar.

»Pepe ha hablado de un punto que creo que es interesante, y es el sentido de las energías, y está claro que se produce un derroche de energías negativas, lo que hace que se tenga un cansancio acumulado.

José Tarrazó:

—Todo este desajuste de energías deja unas huellas en los distintos cuerpos humanos, no solamente en los cuerpos propios, sino también a nuestro alrededor. Es decir, que impregnamos a veces a las personas que tenemos cerca, les comunicamos —de una manera invisible— esta situación y estas personas son afectadas; es como si cogiéramos una regadera y regáramos las plantas, y resulta que salpican a las otras que están alrededor, aunque no tengan que ser regadas.

»La canalización de las energías es muy importante en todos los campos, es algo muy importante por lo que resulta de esta canalización. Pensamos en un momento: si no canalizáramos la energía de la electricidad, que ella fuera a su gusto, a su manera y que los cables se interfirieran cuando se produjera, por ejemplo, un cruce de cables, automáticamente veríamos un cierre, una anomalía. Y lo mismo ocurre en las personas: si no canalizáramos el agua a las determinadas energías, en la química y en su propio proceso químico o matemático, repercutiría en nuestra salud, en nuestro carácter y en nuestra manera de ser.

L. O.:

—Luego hay aspectos que también tenemos que comentar, ya que hemos hablado un poco del estrés creado por uno mismo debido a una serie de circunstancias laborales o personales, y que se acelere el ritmo de una forma precipitada, sin que se pueda parar. Pero habría otro caso, es la influencia indirecta, que se podría llamar ritmo estresado, y que continuamente están dando los medios de comunicación. O esa música. O esa imagen, que nos imponen vivir a un ritmo más acelerado. De ahí que se produzcan esos desequilibrios.

Presentador:

—Y, además, es un problema la diferencia que hay entre lo que es la mente —que es la que produce el estrés y la depresión— y la energía que uno fabrica, que muchas veces se queda sin utilizar. Y automáticamente yo pienso que coge una fuerza negativa dentro del ser humano. O sea, que uno se prepara y se carga las pilas, como se suele decir, para comerse el mundo si es necesario y, automáticamente, cuando se solucionan todos los problemas, cuando has hecho todo lo que tenías que hacer, todavía te queda energía. ¿Qué hacemos con esa energía? Pues, automáticamente, se produce una energía mal organizada que repercute en contra del objetivo.

L. O.:

—El síndrome del ejecutivo, que un ejecutivo sin problemas, sin inconvenientes, sin trabas diarias en el trabajo, resulta que llega un momento en que no sabe qué hacer. Y es porque el trabajo diario a un ritmo normal no sabe sobrellevarlo y de ahí… Se está produciendo en este país el fenómeno de la cocaína, que viene de los Estados Unidos… que al ejecutivo se le compare muchas veces al hombre que acaba de tomar cocaína. Y cierto es que muchos ejecutivos, para poder llevar ese ritmo, que es realmente diabólico, intentan hacerlo mediante el abuso de esta droga.

José Tarrazó:

—Existe un derroche de energías en el ser humano. Es decir, un receptáculo de inmensa cantidad de energía, de distintas maneras. Y podríamos decir que el ser humano las recibe, pero es él quien debe ir transmutándolas y canalizándolas. Y esas energías se derrochan sin darnos cuenta por esa tensión y por ese estrés. ¿Qué es lo que tendríamos que hacer nosotros? Nosotros tendríamos que ser como receptáculos de esas energías, y canalizarlas. Y, a partir de ahí, tendríamos que repartirlas equitativamente en todos los aspectos de la vida, es decir, en todo el desarrollo de nuestra vida.

»Entonces estaríamos creando un clima de más armonía y más distensión y de amistad entre todos los seres humanos. Entonces, es un problema personal. Muchas veces estamos influenciados, como decía antes C., por los distintos medios de comunicación o por los distintos sistemas que nos invitan a querer llegar más lejos de lo que se puede. Entonces, creo que todo ser humano ha de controlar, con su potenciómetro —dígase mental, dígase intencional, dígase de la manera que sea— esas energías, ese estrés, esa situación que a veces nos desborda y nos lleva a ser, como decíamos antes, en el automóvil verdaderos agresores hacia los demás.

L. O.:

—Dos factores. Una generación, en este caso un grupo de personas que están vinculados directamente por el estrés, y que son los jóvenes. Ya que ser joven significa ser estrés. De alguna forma ese es el mensaje. Y por otro lado, el factor medio, que es muy importante ya que…, porque, por ejemplo, el estrés que se vive en este caso en Ontinyent no es el mismo en el que ahora mismo estaríamos sufriendo y hablando en estos mismos instantes en Nueva York, que es la ciudad por naturaleza del agobio. Es cierto que hay más aspectos, en cuanto al estrés indirecto y directo, que afecta mucho al individuo.

Presentador:

—Bien, yo pienso que sería conveniente, puesto que estamos atravesando el ecuador del programa y lo hemos atravesado ya con creces, creo que el oyente debe estar interesado en saber cómo se puede solucionar todo esto, de qué forma… porque está claro que ya sabemos los efectos y las causas. Y de la tensión ya sabemos el motivo y el porqué, pero ¿cómo lo podemos solucionar?

José Tarrazó:

—El modo de tranquilizarse. Es decir, se podría hablar de que esa tensión tendría que, en primer lugar, desarrollarse con un descanso determinado. He ido haciendo una puntualización de todas las posibles cosas para poder llegar a contrarrestar todas las partes que hemos estado desarrollando al principio.

»Una relajación es muy importante, el relajarse no quiere decir que uno se tumbe en un sofá y empiece a ver cosas, sino, sencillamente, a que uno… Relajarse quiere decir que uno tiene que entrometerse interiormente y hacer una retrospectiva de todas las cosas que le han acontecido.

L. O.:

—Y una cosa importante de lo que está diciendo Pepe, y lo podrán comprobar inmediatamente las personas que empiecen a relajarse, es que el ritmo pasa de incontrolado a controlable, y da la impresión, como dice la famosa frase, que el tiempo no corre. Y no es que el tiempo no corra, es que se domina el ritmo y, a partir de ahí, se pueden conseguir unas cosas.

José Tarrazó:

—Cuando hay un descanso natural, una relajación, existe un aumento de la capacidad de rendimiento personal. Esta sería una de las conclusiones, un cambio de ambiente o un cambio de mentalidad. No es fácil porque muchas personas se preguntan: «Bueno, ¿cómo tengo que cambiar yo?». Es decir, haciendo un buen replanteamiento y un ordenamiento de la vida cotidiana que se lleva. Ordenación mental. Y yo he dicho en algunas ocasiones que hay que tener una pizarra a mano… Es decir, esto y esto lo he hecho hoy mal, y lo que he hecho de esta manera lo he hecho precipitado. Esto y esto lo he hecho bien… y entonces podríamos crear una balanza de las cosas que hemos hecho bien y de las cosas que hemos hecho mal. Y las que hemos hecho mal tendríamos que anotarlas muy profundamente para rectificarlas y crear voluntad para rectificar aquello que no hacemos bien.

L. O.:

—Habría que aclarar, porque la ordenación mental se presta un poco a error. Y ya estamos con las ideas que tiene uno, y luego en la realidad no es lo mismo. Una ordenación mental de cosas. Y encontrar el mejor ritmo para hacerlas.

José Tarrazó:

—Es decir, el ser humano es un puzle y dentro de ese puzle tendremos que ir engarzando las piezas, pieza tras pieza, y tenemos que completarlo porque si una no se cuadra no se termina ese puzle.

»Entonces nosotros tenemos que ordenarlas, ¿y cómo las tenemos que ordenar? Pues pensando y mirando a través de todo lo que nos acontece diariamente en el trabajo, en casa, o allá donde nos encontremos, porque en realidad somos activos hasta durmiendo. Tenemos unas determinadas actividades, y entonces es cuando nosotros tendremos que replantearnos si somos capaces, como seres humanos y al mismo tiempo como niños, ordenar esta situación.

»Esto… creo que lo más importante de todo esto es crear un desarrollo de la voluntad en el ser humano, la cual es capaz de realizar cualquier cosa. Y, además, estaríamos exentos de muchas enfermedades, de muchas tensiones (las úlceras son un producto del estrés y la tensión), incluso estaríamos más jóvenes y duraríamos más años, porque estamos gastando un caudal de energías que se nos concede. Creemos que se nos concede gratuitamente, pero no se nos concede gratuitamente, nos lo dan para que las usemos debidamente. Y yo he dicho en algunas ocasiones que todo ser humano lleva un contador, llámese de electricidad, de gas o de agua. Y que en ese contador van pasando los números, van pasando las vueltas, y que acusa en nuestro rostro, en nuestra manera de ser, en nuestro estado tanto emocional, mental, psicológico, en todos los órdenes físicos. Y entonces significa que estamos malgastando todas esas oportunidades que se nos conceden como seres humanos, y entonces debemos creer en tener ordenamiento y la debida tensión. Esto organizaría al ser humano a que fuera más feliz en la sociedad, y además viviríamos de una manera más relajada y humana.

L. O.:

—Y es que habría que matizar dos cosas. La primera, es que en muchísimas ocasiones hemos escuchado esa frase: «Es que este señor está quemado». Esto lo hemos escuchado todos porque, digamos, utiliza mal la energía que puede generar. Y segundo, que aquella energía que se queda sin utilizar, automáticamente se gira contra el otro. Es algo a tener en cuenta. No solamente se gasta más energía, sino que esta actúa contra ti.

Presentador:

—Hemos hablado de felicidad, Pepe, de que cuando más feliz es el ser humano más jovial es el rostro, más años vive, menos problemas físicos tiene, menos enfermedades puede contraer. Pero un factor importante dentro del aspecto de la felicidad sería el sentido del humor, que quizás muchas veces nos olvidamos de él. Cuando una persona esta sumergida en el estrés, en la tensión, en esos momentos de nerviosismo, en un estado de depresión, brilla por su ausencia el sentido del humor. Yo siempre he dicho que una sonrisa, o muchas sonrisas diarias, es como un seguro para vivir más.

L. O.:

—Es que sucede una cosa, y es que la energía que tú has fabricado y no has utilizado es la que te está atacando, precisamente para crear esa agresividad. Difícilmente se puede tener un estado relajado si tienes una cantidad de energía que tienes que sacar por algún lado. Y la forma más fácil de sacarla es arremeter al que tienes más próximo.

Presentador:

—Un ejemplo claro, ahora que estamos en el tema, tanto Pepe como el compañero creo que coincidirán en que un señor que ha sabido sobrellevar el estrés, que ha sabido sobrellevar la tensión (y la verdad que no era un cargo fácil) y que ha estado por encima del lado prevaleciente de su personalidad, es el presidente de Italia, que ha fallecido hace poco: el señor Andreotti, que ha muerto con más de noventa años de edad. Y cómo esa persona ha vivido, y creemos que es un claro ejemplo para los políticos y los presidentes que siempre dicen que el estrés puede con ellos.

José Tarrazó:

—Las personas que tienen un determinado equilibrio en todos los aspectos de la vida, esas personas casi nunca están estresadas ni tienen tensión; podrán tener una inmensidad de problemas que conlleva la vida por el cargo que desarrollan, pero tienen una cosa muy importante: ese humor, ese estado de alegría y ese estado de equilibrio que hace que todo el organismo y todas las energías que se generan estén canalizadas debidamente. Y ahí hay cantidad de ejemplos. Podríamos poner muchísimos, incluso algunos famosos psicólogos han hablado sobre ese personaje, muy importante en la vida pública, del orden que fuere, y han demostrado que han sido verdaderos ancianos, han llevado la vida de mucha intensidad, de trabajo, pero, sobre todo, han demostrado que se puede vivir con tranquilidad, con alegría y, sobre todo, con equilibrio.

L. O.:

—Creo que el tema de la depresión y de la tensión merece más programas y podríamos, siempre que quieras, naturalmente, la próxima semana hablar más. Por ejemplo, se nos ocurre la depresión movida por la edad, y cómo las personas mayores son tendentes a la depresión por una serie de cosas motivadas por problemas emocionales.

Presentador:

—Yo, mientras estamos hablando de la tensión, me estaba acordando de un viejo poema de Antonio Machado que decía algo así: cuando caminan cabalgando a lomos de mula vieja, que no conoce la prisa ni los días de fiesta. Donde hay vino, beben vino; donde no hay, agua fresca. Y, al final, como otros tantos, descansan bajo la tierra.

»Con este precioso poema vamos a terminar estas conversaciones, este programa que es “Proyección 2000”, y en las próximas seguimos.

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