La sociedad tiene la palabra

En estos tiempos de crisis económica, son muchos los que apuntan a una crisis más profunda, una crisis de valores. En pedagogía, ¿qué aporta la madre y el padre al hogar? La madre enseña que se puede decir no. Pero no, es la palabra maldita cuando la publicidad invade las cabezas de los adolescentes, y estos exigen sin piedad sus caprichos. El no significa que no podemos comprar eso. No hay dinero para lo que tú pides, eso no es importante; lo importante es comer, pagar la hipoteca, la luz y las prendas de vestir.

La educación es el alimento para crecer, y en la familia lo primero es la educación para ser seres libres, no dejándose conducir por la máquina devoradora del consumismo que conduce hacia un abismo de manipuladores sin piedad.

Decía un pedagogo: “sin embargo, hay quien piensa que el mundo de la televisión es el que fabrica a los adolescentes maleducados, y luego hay que reeducarlos en la escuela”. Escuché una conversación de unos padres que decían: ¿dónde están nuestros hijos? Sus edades entre quince y dieciocho años; salían de su casa el sábado por la tarde y volvían el domingo a las once de la mañana; sus padres no pegaban ojo.

Hay padres que se quejan con frecuencia del funcionamiento de las escuelas; estas dan conocimientos, no educan, la educación es cosa de los progenitores; y para mí los hijos se educan veinte años antes de nacer. Es muy probable que la educación esté viviendo su propia crisis, pero en toda situación difícil tienen que arrimar el hombro los padres y los pedagogos, el estado y la sociedad en general. 

La familia es, ciertamente, el ámbito social donde se suceden los más grandes contrastes y contradicciones; en las familias se puede dar el infierno o el paraíso, y ante estas dos cuestiones, la mejor educación la tienen que dar los padres, abuelos y el conjunto de la célula familiar; pues todo referente educativo viene de la familia, del cariño y del amor, del equilibrio; entonces, la familia es una productiva fábrica de realidades que superan lo inimaginable. La necesaria demanda y colaboración entre la escuela y la familia ha pasado por muchas vicisitudes, llenas de acuerdos y desacuerdos, recelos y reproches; pero para mí, la educación es el ejercicio de una educación integral, es tripartita: padres, profesores y alumnos.

Decía Aristóteles que el término medio es donde radica la virtud. Urgen escuelas de padres, y actividades sobre todo prácticas, que fortalezcan el cambio de valores con el que se impregnen los educandos, bien sean niños o adolescentes, y para ello es necesaria la participación activa de los padres y de la sociedad en general; si esto no es así, el fracaso escolar crecerá, y lo que se tiene que buscar es la excelencia de jóvenes bien preparados para una sociedad nueva que dará prosperidad a todos en general.

En la actualidad, la desestructuración familiar es un hecho dolorosamente frecuente. Por multitud de razones nos encontramos con muchísimas familias rotas, y los hijos son los que pagan las desavenencias de las parejas. Los niños, cuyos padres se ocupan mal de ellos también son alumnos difíciles, por falta de cariño. Los padres que han dado todo por sus hijos, estos reniegan de sus progenitores, dándoles la espalda y privándoles de sus nietos, ¡que desgracia! 

“La educación es el arte de preparar a los seres humanos para la vida eterna mediante la elevación de la presente” (Dupanloup)

1.9.12. J.T.D.   

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