La Sociedad de Consumo

José Tarrazó:

—Muy buenas noches, queridos radioyentes del programa «Proyección 2000». Esta noche abriremos una ventana, aunque está haciendo bastante frío, pero es la ventana que nos puede llevar a tener una amplia comprensión de todo aquello que nos acontece en todos los momentos de nuestra vida, y quizás la temática que han preparado nuestros contertulios es una temática muy sugestiva y actual y es lo que la sociedad de consumo, como ustedes comprenderán, estamos inmersos en esta sociedad, nos empuja cada día a que consumamos más. Los contertulios que vienen bien preparados para este tema, tan actual, pues nos irán desgranando sus visiones o su manera de ver esta situación.

»Esta noche tenemos aquí a don C. G. y a doña C. B., ama de casa, y las amas de casa siempre tienen que ver mucho con todas estas cosas porque son en realidad las que llevan la economía de todos los hogares. Y ya sin más, creo que debemos pasar a la temática e iremos dialogando en esta tertulia que siempre la hacemos muy abiertamente, ni que las nieves, ni que el frío nos impidan llevar hasta los receptores que ustedes tienen conectados en esta antena conectada.

»Muy buenas noches, queridos contertulios, pueden empezar.

Invitado 1:

—A mí me gustaría comenzar, ante todo, marcando unas pautas de lo que podría entenderse por este consumismo, realmente más de lo que se entiende, lo que las causas profundas que, ocultas detrás de todo consumismo, de todo el deseo en la pasión que ponen las personas por poseer, por acumular, por esa necesidad imperante en muchos seres humanos de poseer cada vez más, haciendo un estudio profundo de las causas profundas del por qué el ser humano se comporta de semejante manera. Podríamos encontrar, en primer lugar, el ansia que tiene el ser humano de ser feliz, de encontrar la felicidad en algo, en cualquier cosa. Realmente, para mí, cualquier exceso de consumismo es un error personal o filosófico de no encontrar la causa, la razón de ser, de encontrar la felicidad, porque, realmente, el ser humano está hecho y ha nacido para ser feliz. Y toda la filosofía que nos diga lo contrario nos engaña, porque el ser humano, por naturaleza, ha de buscar y encontrar la felicidad, pero, realmente, la felicidad correcta, porque desde la antigua Grecia ya una corriente filosófica, como eran los hedonistas, que buscaban el placer, la felicidad. Hedoné significa eso, en grupo: «felicidad»; la fe de los epicúreos, buscaban la felicidad también de una forma más material, la buscaban en los aspectos. Por el contrario, los socráticos buscaban la felicidad más en la virtud, en cuestiones más íntimas, más personales. Si digo todo esto es porque realmente el ser humano es un ser nacido para ser feliz, pero, realmente, en esta carrera loca que lleva a poseer o a tener, ¿está buscando o encontrando realmente la felicidad?

José Tarrazó:

—Yo considero que este desaforado consumismo de los seres humanos, actualmente, vamos tomando conciencia de este, llegando a un preámbulo profundo de lo que es la felicidad y de lo que podría ser este consumismo, que es el que a veces no permite ser felices.

»A continuación, doña C. B., pues, como ama de casa y experta, como todas las amas de casa que lo son, tendrá su objetivo y su visión acerca de esta situación.

Invitada 2:

—Bueno yo, por ejemplo, la televisión es una de las cosas que más veo que nos empuja a ese consumismo. Ahora en estas fechas de Navidad es una exageración el bombardeo continuo de propaganda, sobre todo de juguetes. O sea, nos quieren hacer ya consumistas desde muy pequeños. Mis hijos se emboban viendo la televisión, entonces creo que nos están metiendo por los ojos, nos están obligando a comprar. Y entonces no nos dejan tiempo para pensar, para ser felices. Nos dicen cómo debemos ser felices.

José Tarrazó:

—Creo, en parte, que psicológicamente, los seres humanos… a través de ese bombardeo psicológico, existe como una adicción, como una necesidad, quizás nos abren los ojos, pero no pensamos lo que tendríamos que consumir si es lo necesario o en exceso. Es decir, que el cuerpo de deseos está continuamente pidiendo y en realidad tendríamos que entrar en un análisis más profundo. Con esto no queremos decir aquí, ni mucho menos, que las personas no tengan que consumir, ni que las personas deban tener sus momentos en los cuales hay determinadas necesidades primarias que se puedan sustituir por ese deseo desaforado que nos llevaría a ese consumismo.

Invitado 1:

—Sí, podríamos… la publicidad con este bombardeo del que hablaba C., como un sistema imperativo que pretende, fundamentalmente, que el ser humano lo perciba como una forma de ser feliz. Entonces «usted será feliz», nos dicen por la televisión, consumiendo… Si tiene un coche, cámbieselo y tendrá otro que es mejor; fíjese usted, con esa colonia seguro que usted llega al máximo de placer con sus relaciones con otra persona… Nos están hablando, nos están dando aparentemente la felicidad, pero eso que se nos presenta en la sociedad de consumo como almacenar, ¿nos puede realmente satisfacer o es como aquel sediento que bebe agua y cuanta más bebe, más quiere?... Porque todos hemos experimentado que cuando hemos conseguido un objeto, al poco tiempo desaparece ese anhelo… además, si la felicidad, si realmente el objeto por sí mismo contuviera la felicidad, le daría a cualquier persona. Porque un coche, por decir un ejemplo… hay personas que no les dice nada, igual les da poseer cualquier marca potente o un vehículo nimio. Si el vehículo por sí mismo contuviera la felicidad, se la daría a cualquier persona y no es así. Con esto, realmente el consumir, el poseer, en definitiva, el identificarse con las cosas que la propaganda nos está introduciendo en nuestras casas, que es lo más nocivo que podemos hacer, el abrirle nuestras puertas totalmente a este consumismo exacerbado. Nunca nos puede realmente saciar totalmente, porque la publicidad, como sistema filosófico engañoso, como un sistema filosófico paradigmático, pretende que todo aquello que tengamos que poseer nos de la felicidad; habría que realmente hablar, ver dónde podemos encontrar la felicidad.

José Tarrazó:

—Por lo tanto, pensar que determinados eslóganes que nos condicionan y son determinantes en nuestras vidas… tendríamos que analizarlos con profundidad. Creo que este tema es interesante y que no por poner más, como está diciendo don C. G., es que hallamos esa felicidad. La pregunta sería cómo alcanzar esa felicidad y cómo no vernos inmersos en este consumismo desaforado que nos lleva, a veces, a hacer lo que no debemos hacer.

Invitada 2:

—Pues yo creo que debemos mirar dentro de nosotros mismos, si realmente es lo que necesitamos. Y hay una frase que oigo mucho por ahí, en la compra, en las amigas, que se dice: «Ahora se vive, pero…», a mí es una frase que me ha llamado mucho la atención porque realmente la gente que la comenta, ¿vivimos realmente? Entonces, ¿cómo se va a vivir peor? Cuando antes no había lavadoras las mujeres iban al río a lavar; cuando no había coches, no había nada. O sea, había mucha escasez y aún la hay en muchas partes del mundo, eso es lo malo. O sea, nosotros queremos vivir bien, pero ¿a qué se le dice vivir bien?

José Tarrazó:

—Es muy importante y reflexivo lo que nos ha dicho doña C., y creo que estamos tocando con el dedo determinadas llagas que, en realidad, sin darnos cuenta, las tenemos en casa todos. Creo que, a través de toda esta temática, a través de este análisis imparcial, puesto que con esto no pretendemos decir en ningún momento que no se hagan eslóganes ni que se consuma, pero sí que el consumismo tendría que ser un consumismo pensado y un consumismo dentro de las posibilidades económicas que nos podría llevar a otras situaciones, quizás económicas, que nos podría llevar a otras situaciones quizás más relajadas.

Invitada 2:

—Sí, aparentemente puede parecer que nosotros estamos hablando de que las personas no tengan cosas. No, al contrario, decimos que deben poseer cuantas más cosas necesarias puedan tener mucho mejor, para vivir su vida más llevadera, la de ella y su familia. Ahora bien, lo distinto que nosotros podemos hablar a partir de esto es: ¿cómo se debe poseer todo eso que tenemos en casa, todo aquello que nos dan, que nos introduce la publicidad?

»Realmente los adultos nos damos cuenta: un niño lo vemos trabajando, jugando, apreciamos esto al verlo objetivamente; vemos que tiene sus juguetes, que está totalmente identificado con ellos y que para él son el tesoro más precioso que tiene. Y decimos y vemos la realidad del mundo del niño. Vemos que el niño tiene un juguete, se está entreteniendo con él. Realmente los adultos, ¿no somos también niños inconsecuentes con la cantidad de cosas que poseemos y almacenamos y las tratamos como juguetes? El mismo dinero, ¿no es un juguete? Muchas veces para un adulto, aunque veamos que es necesario… pero no me refiero a la necesidad del dinero, sino al tratamiento que las personas le dan a las cosas que poseen. Realmente esa identificación total con las cosas que poseen… eso, como dicen los franceses a las cosas que quieren muchísimo, que las desean “mi pequeño conejo”… el conejito pequeño, como el niño que se acuesta y se levanta con el conejo, y vemos esa irrealidad del mundo del niño pues, de la misma forma, si fuéramos capaces por un momento de salir de nuestra irrealidad de una sociedad totalmente consumista, veríamos cómo somos adultos pequeños identificándonos con los juguetes que la publicidad nos pone en nosotros y creemos que, identificándonos con ellos, conseguimos el máximo placer, la máxima felicidad que podemos tener en este momento.

José Tarrazó:

—En pocas palabras, que los adultos también somos niños porque tenemos esos grandes deseos y a veces podemos realizarlos por determinadas circunstancias. Yo pienso en este momento, que todos los seres que consumimos tendríamos que pensar un poco más allá de este consumismo de este continente europeo nuestro, o el continente de América, y pensar también que muchos seres humanos no pueden

llevarse a la boca un mendrugo o, lo más elemental. Esto, a veces, me da una especie de escalofrío porque veo que nosotros, con unos manjares exquisitos, no los aceptamos… Si pensásemos que hay un tercer mundo dentro de este tercer mismo mundo en el cual estamos viviendo nosotros, tendríamos que reflexionar y ser comedidos en todo aquello que consumimos.

Invitada 2:

—Se habla de tener un coche mejor o tener más cosas cuando ahora hay gente, aquí en España no es necesario irse más lejos, que se está muriendo de frío porque no tienen donde cobijarse, duermen en la calle y, cuando viene este tiempo tan malo, se mueren de frío, simplemente. Entonces, ahí está la realidad de querer más ropa cuando tenemos un montón y que a esas personas les pase eso. Y yo he hablado de lo que ahora se vive peor; yo creo que físicamente, desde hace 300 años, creo que hemos evolucionado muy poco. Entonces, la gente necesita dormir, comer, beber y un sitio donde cobijarse. Todo lo demás son comodidades.

Invitado 1:

—Si C., yo veo la falta de solidaridad que, real y exclusivamente, nos preocupamos por nuestro pequeño entorno familiar y nuestra visión llega muy poco más allá. No vemos nada del mundo. Me choca mucho que, en un país como el nuestro, en donde el racismo, muy poco contrastado porque no hemos tenido oportunidad nunca de ser racistas, ya comienza a tener sus brotes… El otro día observaba yo en un pueblo en donde hay cuadrillas de árabes cogiendo naranjas porque los que hay aquí, que están en el paro, no las quieren recoger, vi y observé con escalofrío, se me cayó el alma a los pies. Vi a la entrada de un bar un cartelito que no estaba puesto por nadie más que por el dueño, porque estaba por dentro con celo y muy bien pegadito y que ponía: «MOROS, NO». Esto es muy significativo. Comienza el racismo, la insolidaridad en los seres humanos hace aparición entre nosotros. Vemos el racismo muy lejos, en Sudáfrica; vemos el racismo en Norteamérica. Aquí no lo vemos, hemos siempre despreciado a una raza gitana, que la tenemos más cerca. El racismo aparece en nosotros.

»Con esto me estoy refiriendo a que el ser humano, en esencia, no es insolidario, pero lo hace de tal forma que resulta indiferente más que consciente; estamos totalmente embebidos en una sociedad de consumo por una publicidad nefasta que no nos deja ni tiempo para pensar, porque el bombardeo es tal. Y estamos tan pendientes de una caja de Pandora que nos da muchas sorpresas, con lo cual, continuamente nos están manipulando de tal forma que no nos dejan ni tiempo para pensar en aquello que se nos está vendiendo como lo más precioso, como el bien más necesario para nosotros y que hasta ahora habíamos vivido sin él. A veces nos preguntamos, pero ¿cómo hemos podido vivir veinte, treinta, cuarenta años sin esto, si era tan importante, si me lo están pintando tan dorado?, ¿cómo he podido vivir toda la vida sin esto? No nos da tiempo a pensar, somos además insolidarios. Sería una reflexión que debería servir para todos, sobre esta búsqueda de la felicidad y esta, a la vez, insolidaridad hacia los seres humanos que nos rondan.

Invitada 2:

—Yo creo que tienes razón. Cuando en la televisión hacen un programa sobre racismo, sobre pobreza, creo que lo cambiamos porque nos da verdadera vergüenza. No podríamos hacer nada, pues, una forma de hacer algo es no siendo racistas. Aprovechemos el dinero que tenemos, sea mucho o poco, porque el dinero es una energía y lo que hay que hacer es saberlo utilizar; si lo desperdiciamos, lo que estamos haciendo es quitárselo, incluso ese dinero que estamos tirando, a esas personas que les hace tanta falta.

José Tarrazó:

—Por lo tanto, y estamos viendo y estamos contrastando aquí con estos contertulios, que los medios de comunicación pueden jugar unos papeles importantísimos, como son estos… estas expresiones que libremente están ustedes haciendo, que pueden apreciar los radioyentes, que todos los medios de comunicación no son tan malos, que hay espacios radiofónicos o televisivos que son positivos y abren los ojos a los radioyentes y aquellas personas que, a través de la prensa y las revistas, se están dando cuenta de todo esto. Problemas que dejarían de serlo si consideramos que es importante que haya una concienciación, bien sea del consumismo o racismo, o bien sea de cualquier cosa que esté en el entorno en el que nos estamos desarrollando como seres humanos.

Invitado 1:

—Sí… realmente era impensable hace unos años poder hablar tal como estamos haciendo en estos momentos. Ustedes nos escuchan, realmente esta libertad pasa a poder expresar nuestra opinión, indica que en nuestra sociedad hay algo que está cambiando. Si los seres humanos, si realmente no se les presionase hasta límites como estos días va a ser presionada nuestra sociedad que nos ha tocado vivir… va a ser presionada hasta el límite a través de todos los medios de comunicación para que se consuma. Si realmente al ser humano se le deja tiempo y espacio para pensar, es distinto, y puede ser y manifestarse de distinta forma.

»Creo que el mensaje que pretendemos hoy desde aquí es cambiar un punto de esperanza para que todos no podamos ser cogidos, amazacotados por esta sociedad de consumo que es totalmente nefasta y que entraña una dificultad enorme en poder salir de ella. Todos conocemos a personas que cuando hablamos con ellas sabemos que nos hablan de que: me he comprado esto, voy a comprar lo otro, he visto esta cosa. Y vemos que realmente no se tiene más que un ansia de poseer, de almacenar, de quemar etapa tras etapa este exceso de consumo. Y es que somos insolidarios a la hora de compartir todo aquello que poseemos.

José Tarrazó:

—Por lo tanto, tenemos que pensar que todo lo que tenemos a nuestro alcance no es ni más ni menos que una energía que se nos concede, y como administradores de esta deberíamos de administrarla equitativamente.

»Yo recuerdo hace bastante tiempo que decía, por ejemplo: a veces, sin darnos cuenta, nos dejamos una luz encendida, o nos dejamos el grifo, o nos ha sobrado una parte de la comida y la desechamos. Entonces esto sería un motivo de reflexión para que viésemos, sin darnos cuenta y a través de este bombardeo psicológico, que estamos malgastando una serie de cosas, las cuales son necesarias para otras personas y que pueden aprovecharlas.

Invitada 2:

—Yo creo ahora que, en estas fechas, que en letra pequeña se nos dice amor y paz y luego, en letra grande, se nos dice que compremos turrones, regalos y vamos… estamos aún más metidos en la sociedad de consumo. Creo que deberíamos pensar un poco más no en nosotros solo, nosotros solos como felicidad interna, con un equilibrio, no con tanta cosa familiar, no son nuestros consanguíneos, sino con toda nuestra humanidad. Y si en algún sitio del planeta hay gente, y se está muriendo de hambre o está sufriendo, creo que no podemos ser felices y aún menos si derrochamos lo que nosotros tenemos.

Invitado 1:

—Creo que la visión bastante profunda de lo que estamos hablando hoy aquí busca algo que todos llevamos dentro, esa búsqueda de la felicidad, que debería hacernos reflexionar muchas veces sobre los parámetros que marcan nuestra vida, que pueden ser más o menos lo que nos indica siempre, desde fuera, la publicidad, porque todo aquello que es externo se trasformará y esos parámetros cambiarán por una visión más profunda de las personas sobre su interior. Es importante que se viera que la felicidad no está tan lejos, que no está en las cosas que poseemos, sino en el interior del ser humano. Ahí es donde radica la fuente, la energía que podemos irradiar a nuestra vida y a todos los seres humanos. Que podemos repartir ese amor, esa felicidad, no solamente a los que nos rodean en nuestro pequeño círculo familiar, sino a cualquier persona con la que estemos en contacto. Porque nosotros poseemos esa felicidad, ese buen hacer de dar aquello que alguien necesita.

José Tarrazó:

—Como verán los radioyentes el tema es muy interesante, es un tema apasionante y creo que en estos momentos los contertulios han elegido este tema y creo que nos viene bien un momento de reflexión y, sobre todo, se decía antes aquí, que dentro de estas fechas próximas donde todo, aparentemente, parece alegría, parece felicidad y aparecen una serie de circunstancias. ¿Por qué no prolongamos esto? ¿Por qué no entramos en una reflexión y vemos que durante todo el año puede existir esa felicidad?

»Creo que los radioyentes comprenden perfectamente este diálogo, esta situación que estamos expresando a través de esta Antena Valenciana que es Radio Ontinyent y que, sobre todo, puedan contrastar con aquellos mensajes y con aquellos eslóganes que son puramente materialistas. En estas conversaciones siempre procuramos entrar en la raíz, en los problemas. Por lo menos lo intentamos y, sobre todo, existe algo que es la espontaneidad de todos los contertulios que están en estas emisiones, y que cada uno de ellos está expresando libremente, porque la libertad también es felicidad. La libertad tiene que ser aquella que nos lleve a ser mejores, más racionales, más humanos.

»Y les emplazamos de nuevo para el martes próximo, en el cual trataremos un tema que les vamos a anunciar ya: cómo se ve la Navidad bajo el aspecto más profundo, como el nacimiento del Cristo, y cómo se ve esa Navidad que solamente es jolgorio, sin acordarse de ser solidarios con todos aquellos que necesitan ese ápice de amor y de luz, que es algo que la Navidad tendría que estar en los corazones durante los doce meses del año.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Subir