La simplificación de la vida

Con frecuencia las personas solemos complicarnos la vida y hacer de una mota de polvo una gran tormenta en nuestras vidas cotidianas. ¿Por qué será así? Basta reconocer únicamente que vivimos en constante tensión, abrumados y oprimidos por el peso del conjunto de una parte de la sociedad, dispuesta a fastidiar a los demás.

Las personas tendríamos que tener una asignatura en la que nos enseñasen a simplificar las cosas de la vida y no rizásemos las cuestiones que nos quitan el tiempo y descuadran nuestra vida, así, los problemas nos crecen como los champiñones, de modo que vivimos en un continuado problema existencial, cuando no es una cosa es otra, ¿qué poco gusto tenemos para vivir y lo que vivimos lo hacemos a disgusto? Yo digo, que la explicación verdadera de la complejidad de nuestro programa de vida y de trabajo es de orden interno y no externo. La atención hacia nuestros intereses materiales denota falta de integración interior en nuestras vidas; el problema reside en cada uno de nosotros que tiende a no ser una sola cosa, sino una multiplicidad de cosas dentro de sí mismo.

Para que la vida tenga significado ha de ser vivida desde el centro del corazón, desde el divino centro hay una divina profundidad dentro de cada uno de nosotros; una parte que no vemos y que le llamamos espíritu, que es el motor de la simplificación de la vida de todas las personas, ese manantial el cual nos da la alegría de vivir y ser útiles a los demás.

¿Queréis vivir en tan maravillosa presencia divina que la vida sea transformada, transfigurada y convertida en paz? ¿Queréis vivir la simplificación de la vida con toda su plenitud? Amarás al Señor Dios con todo tu corazón, con toda tu Alma, y al prójimo como a ti mismo, esto que parece de orden religioso, no lo es, es fruto de la naturaleza en la que estamos viviendo y debiéramos dar gracias a la misma que nos alberga en todo momento.

La vida simplificada es la vida concentrada, pero nosotros dispersamos nuestros actos y somos de ideas fijas, no escuchamos, no prestamos atención; la regadera de nuestra mente pierde toda el agua y todo son excusas para justificar lo que no tiene justificación; ahora bien, si no simplificamos nuestra conducta, nuestros parches son las mentiras malditas.

Cuando decimos Si o No a las llamadas del servicio sobre la base de impetuosas o temerarias decisiones, deberemos darnos razones a nosotros mismos y dárselas a los demás. La vida que proviene de la simplificación o del centro del ser, es una vida tranquila, armoniosa, callada, sin pretensiones, equilibrada, con plenitud y gozo…

Disciplina, y obediencia a las leyes de la Madre Naturaleza; el primer paso hacia la obediencia de la vida es la humildad, esta debe de ser llevada, pienso, durante todo el día y la noche, en todos los negocios, en todos los pensamientos y las miradas, así la simplificación de la vida funciona como un reloj de precisión contabilizando cada fracción de segundo en nuestras vidas. Otra cuestión es la santa obediencia, pero solemos rechinar por la cosa más insignificante, apretamos los puños y hacemos las cosas con desgana; somete la voluntad tuya a la voluntad de Dios, así, seremos disciplinados en todas las cosas. Dentro de la simplificación de la vida crece la bondad, la bondad corriente en muchas ocasiones es una máscara que esconde la parte egoísta de cosas aprendidas y vendidas como material espiritual o lecciones de filosofía, estas personas son unos denostadores que se aprovechan de los meapilas que solamente quieren saber pero nada dar, teóricos parlanchines. Desde la simplificación de la vida se nos incita a formas internas de comportamiento que nos mantengan en la perpetua misión de nuestra vida sencilla, aunque estemos muy ocupados en el mundanal ruido de los asuntos cotidianos. Los lapsos y los olvidos son así muy frecuentes pues los ambientes que nos circundan son excitantes y nuestras ocupaciones cada vez más exigentes…

7.4.18. J.T.D.           

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