La Navidad (III)

José Tarrazó:

—Muy buenas noches, queridos radioyentes del programa «Proyección 2000», conversaciones filosóficas. De nuevo estamos con todos ustedes y esta noche es algo especial porque vamos a adelantar las Navidades en este programa de radio. Vamos a hablar de la Navidad, un mensaje para todo el año.

»Creo que este tema de la Navidad que, a través de los eslóganes, a través de la televisión, a través de todos aquellos reclamos que existen para hablarnos de la misma, nos olvidamos en esencia de aquello profundo, de aquel mensaje profundo que conlleva el significado de la Navidad. Muchos de ustedes saben que la venida de Cristo, el avatar, u otros avatares, todos venían en el solsticio de invierno. Hemos querido recoger algo muy profundo de esta Navidad, que es aquello que la mitología nos ha ido explicando a través de los distintos señores o avatares que han venido en estas mismas fechas.

»Vamos a realizar un programa estupendo, porque vamos a profundizar en temas actuales y vamos, al mismo tiempo, a darle este sentido profundo y espiritual. Vamos a sacar de estos anales de la Doctrina Secreta, o de otros libros importantísimos, aquello que subyace y aquello que se ha desvirtuado respecto a la Navidad, o a tantas y tantas fiestas y acontecimientos de carácter planetario que los seres humanos hemos ido perdiendo. Pero creo que esta noche vamos a mantener con todos nuestros contertulios una conversación muy amigable, una conversación en la cual ellos nos irán explicando este sentido profundo y práctico al mismo tiempo de lo que en la realidad es la Navidad. Esa Navidad que tendríamos que vivir en los corazones día a día, minuto a minuto.

»Están ante nosotros, R. M., que ha intervenido y creo que continuará participando en determinados programas; L. L., que también es interviniente, y M. S., que también ha colaborado en otras ocasiones. Todos ellos vienen con ilusión para transmitir aquello que tienen dentro de sus corazones.

»En primer lugar, intervendrá R. M.

Invitado 1:

—Buenas noches. Sí, la Navidad es un tema conocido por todo el mundo; todo el mundo sabe a nivel externo lo que es, pero aquí la cuestión está en que, a nivel interno, son pocas las personas que conocen este asunto.

»Es un programa corto en tiempo para profundizar, pero sería interesante, aunque fuera con brevedad, resaltar tres aspectos o tres símbolos de la Navidad. Un aspecto histórico, la venida de este avatar, del Cristo, hace dos mil años. Un aspecto cósmico, hay una serie de simbolismos astronómicos, astrológicos, en relación con el ciclo del Sol. Y un simbolismo, que creo que es el que más va a interesar y que más vamos a tratar, el psicológico, el espiritual, ver la Navidad dentro de cada uno de los seres humanos.

»De todos esos símbolos, de forma anecdótica o tradicional, se nos ha hablado desde la religión, la cultura… están dentro de cada uno de los seres humanos. Este sería el mensaje más interesante, más profundo, a discutir. ¿De qué nos serviría algo que sucede en un momento histórico, y ahí termina, si no quedara grabado dentro de cada uno de los seres humanos? Ahí es donde creo que reside el aspecto fundamental.

José Tarrazó:

—Es ver las cosas desde un punto de vista objetivo y completamente al margen de lo que las determinadas religiones o filosofías, bien sean crísticas o bien sean de otros personajes históricos, nos hayan podido dejar. No dudamos de que es interesante todo ese mensaje crístico, pero asimilado a nuestros días.

»Yo haría esta pregunta globalmente a todos ustedes: ¿cómo traduciríamos este mensaje de la Navidad en el momento actual en el que estamos?

Invitada 2:

—Pues, desde mi punto de vista, en estos momentos está haciendo falta, como tantas veces decimos en filosofía, una gran dosis de lo que se llama Amor, con mayúscula. Entonces, para mí la Navidad es el nacimiento, pero el nacimiento del amor en los corazones de los hombres. Por tanto, no tendría que verse como una cosa de un momento determinado, ahora, en estas fechas, sino que cada día, en cada instante, tendremos que hacer renacer ese Cristo que significa ese símbolo del amor en todos nuestros corazones y ofrecerlo a nuestros semejantes.

»Se ha dado mucha importancia a la Navidad con la propaganda, comprar muchos turrones y hacer mucha fiesta, y el simbolismo real de la fiesta es la celebración del nacimiento de la comunicación entre todos los seres humanos. Por lo tanto, Navidad, nacimiento, amor.

Invitada 3:

—Realmente, Jesús nació en un pesebre y es algo muy humilde, y nosotros lo hacemos algo muy ostentoso. Por lo tanto, sería vivir la Navidad con sencillez, con humildad, con amor. Y también hemos de plantearnos que hay países pobres que no viven la Navidad; acaso la Navidad es un privilegio solo de los países ricos. Por lo tanto, hemos de ver que la Navidad está en el interior de cada ser humano, en el despertar a la luz del sol y al calor del corazón que nos proporciona ese sol espiritual que hemos de ir descubriendo.

»Y la Navidad es un momento muy oportuno debido a las energías que, debido a los ciclos astronómicos, se precipitan en un momento muy oportuno, para estar abierto a ellas y para poder canalizarlas, y poder despertar la llama en nuestro corazón y mantenerla despierta durante todos los días del año… Y fomentarla, y el año que viene volver a celebrar la Navidad con una intensidad mayor y con una plenitud espiritual mucho más intensa, con un mayor amor a la humanidad, una mayor comprensión y un mayor esfuerzo para querer llevar a la práctica todo este potencial interno que llevamos canalizado desde un punto de vista más elevado, y apartar la parte emocional que vemos que está fomentada en estos tiempos con tanta propaganda. Se trataría de vivir el aspecto pleno, positivo, espiritual, que es el importante.

José Tarrazó:

—R. M., que es un experto psicólogo tratando determinados problemas del ser humano, quisiera que nos explicara su punto de vista, su visión objetiva y concreta de cómo se debiera de vivir esta Navidad, esta situación psicológica que se da como fenómeno en los países desarrollados.

Invitado 1:

—Sí. Evidentemente, el aspecto psicológico en el que también estamos todos implicados, en el aspecto de las energías, pero el aspecto psicológico directo es muy importante. Observamos que el ser humano, y esto lo podríamos ampliar mucho más, busca… Todo ser humano, siempre en todas las épocas, ha buscado la felicidad. Pero la felicidad la ha buscado en aquellos lugares en los que su conciencia le ha dicho que podría estar, a nivel físico y a nivel emocional fundamentalmente. Satisfacer los deseos y satisfacer los instintos físicos, consumir elementos materiales y satisfacer esa serie de emociones o de sentimientos que habitualmente vivimos, cada uno con aquello que considera que le va a proporcionar más placer.

»Sin embargo, el ser humano es algo más profundo. La felicidad jamás la ha encontrado ni la encontrará en estos niveles; únicamente cuando ahonda, cuando profundiza en sus dimensiones más elevadas, cuando evoca esa intuición, ese amor, esa voluntad superior, y va manifestando ese ser interno, ese yo superior, o ese Cristo que todos llevamos dentro, si utilizamos esa palabra tan conocida culturalmente. El Cristo, que simboliza el amor, es un potencial de energía que todo ser humano lleva dentro.

»En la medida en que abre su conciencia, lo evoca, lo descubre, lo manifiesta a través de su personalidad. Entonces, sí, seguirá comiendo, seguirá siendo amable, seguirá teniendo alegría, pero no la alegría emocional que habitualmente tenemos, sino una alegría que surge de lo más profundo de su ser, una alegría que no es a costa del sufrimiento de los demás.

»Por esta y otras fiestas, cuando se comprenda lo que son, el ser humano vivirá la alegría en cuanto pueda compartir esa felicidad con los demás seres humanos, y no de esta forma tan discriminada, tan exagerada, tan diferenciada, tan desequilibrada, como actualmente vivimos. En definitiva, es descubrir el Cristo, no histórico, sino el Cristo que todos llevamos dentro de nosotros, y estimular a que el Cristo de los demás pueda también ser evocado, ser descubierto. Y no hace falta complicarlo más, únicamente cuando uno da lo mejor de sí mismo a los demás, no solamente les ayuda a descubrirlo, sino que también está manifestando el que él lleva dentro. Este es el objetivo fundamental de las fiestas, vivir la auténtica alegría, no una alegría efímera, una alegría que se convierte en ese espejismo, esa ilusión, que nos aboca al fracaso, a la frustración, al dolor y al sufrimiento.

José Tarrazó:

—Por lo tanto, esa ilusión, ese consumismo, esa guerra que continuamente nos está azotando a todos los seres humanos, es tener una visión muy miope de lo que en realidad es el mensaje crístico, el mensaje de la Navidad. Hace muchos años yo decía que la Navidad no podíamos vivirla solamente tres días, sino que la Navidad tendría que ser una prolongación, como otras tantas cosas, por decirlo de alguna manera. ¿Por qué tendrían que acallarse los cañones?, es decir, determinadas treguas, en las guerras... si el hombre fuera inteligente y no fuera guerrero, esa Navidad se prolongaría durante el tiempo y el espacio durante los doce meses del año. Creo que hay un énfasis en esa ilusión, en ese consumismo, en ese ver las cosas bajo un punto de vista, como ha dicho R. M., esa ilusión es algo que nos pierde.

»Creo que, pasando al terreno de lo práctico, L. L. también nos puede decir algo a este respecto.

Invitada 2:

—Pues sí, estamos hablando de la Navidad, y una fecha muy afín a la Navidad es la de los tres Reyes Magos, donde los padres compran cantidad de cosas para sus hijos en esta celebración, con una cantidad de dinero que a veces ni se pueden permitir el lujo de hacerlo, y hay un consumismo enorme. Cuando en realidad el verdadero significado de los Reyes Magos —Melchor, Gaspar y Baltasar—, era simbolizado con el oro, el incienso y la mirra, los cuerpos físico, emocional y mental del hombre. Oro, lo físico; incienso, lo emocional y mirra el mental. Entonces, es como ofrecer al yo superior, a la parte más elevada, al Cristo que todos llevamos dentro, nuestra personalidad, formada por estos tres cuerpos: físico, emocional y mental. Y qué mayor regalo podemos hacer a otra persona que ofrecerle esta conjunción de lo espiritual, de esos regalos tan maravillosos que sería ofrecer nuestra personalidad al yo superior. Este es el verdadero simbolismo, y en esta guerra que decía Pepe del consumismo, y que vemos la sociedad que tiene mucho que ver con la propaganda, que todos nos dejamos llevar por ella, manipular, estamos contribuyendo a hacer lo contrario de lo que deberíamos hacer en estas fechas, que es sentir ese ofrecimiento, ese amor, durante todo el año y cada día, a todas las personas que nos rodean.

José Tarrazó:

—M. S., ¿qué opina usted sobre el mensaje crístico actualmente? Sobre este mensaje tan profundo, tan lúcido, de este avatar, de este Cristo; de este Cristo que viene en el solsticio, en un momento especial, donde la humanidad necesitada de un ser superior, de un Maestro de Maestros, Señor de ángeles, como suelen decir las Sagradas Escrituras. No solo las Escrituras Bíblicas, sino muchas otras escrituras hablan sobre estos seres con cierta profundidad. ¿Qué nos dirías sobre este mensaje crístico?

Invitada 3:

—Tenemos que recapacitar profundamente sobre la importancia que tiene el despertar el amor en nuestros corazones, porque es realmente lo único válido que existe, es fundamental. Y entonces, debiéramos, pues, darle la importancia que tiene y deberíamos fomentar más ese amor. Y buscar por el verdadero camino que se llega a él, no dejarnos llevar por actitudes engañosas. Que es la sociedad, como estábamos diciendo antes, la que busca el placer fuera. Estos son obstáculos que se nos ponen en el camino, y deberíamos ser coherentes y consecuentes, y buscar el mensaje crístico realmente donde se encuentra, en el corazón. No vayamos con actitudes hipócritas, falsas, que son muchas veces propicias en estas fechas, y seamos auténticos y sinceros, y acerquémonos más a ese corazón y a esa felicidad que está dentro, porque ese es el auténtico camino.

Invitado 1:

—Sí, sería interesante que más allá del significado que se le da dentro de la religión cristiana, porque Cristo no vino para un sector de la humanidad llamado cristiano, ni Buda vino para otro sector llamado budista, sino que las religiones, como sectores limitados de la humanidad, surgen después. Cuando Cristo o Buda o Hermes, o cualquiera de los grandes seres, avatares, que han venido, uno de los más grandes es Cristo, que fue el último, pero anteriormente han existido otros. Vienen a dar un mensaje a la humanidad y no solo a dar un mensaje, sino a producir unos puntos, unos vórtices de energía, donde pueda anclarse una energía extraplanetaria, superior, una energía cósmica, mayor en este caso, energía de amor. Es un potencial enorme, universal, que en nuestro universo es básico, la energía de amor-sabiduría.

»Entonces, este gran ser, Cristo, en ese momento histórico, realizó un trabajo de anclaje de este potencial que, repito, siempre ha existido, siempre nos ha llegado, pero en ese momento fue un énfasis, un impulso más. Por lo tanto, este potencial de amor va dirigido a toda la humanidad, se extiende en el aura del planeta y no solo llega a unas personas llamadas cristianas, sino absolutamente a todos, de cualquier signo, religión, filosofía, ideología, etc. Por lo tanto, ese mensaje crístico está dentro de cada ser humano. Cuando vamos más allá de ese folklore o de esas tradiciones, o de esos símbolos, que normalmente no son adecuadamente interpretados, lo observamos. Por ejemplo, así brevemente, el nacimiento de Jesús hace dos mil años fue en una cueva donde había unos animales; unos padres, José y María… todo lo cual está simbolizando: el reino mineral, la cueva; la paja, el reino vegetal; los animales, el reino animal; José y María, el reino humano, y Él, el quinto reino, el reino superior. Están representados todos los reinos, de tal manera que la cueva, como lugar oscuro de donde surge luz —como el niño que surge a la luz cuando nace del lugar oscuro del interior de la madre— puede simbolizar como la iniciación a la luz, el nacimiento a esa conciencia superior que todo ser humano, tarde o temprano, realiza.

»Y como comentaba L. L., esos tres dones que los Reyes Magos ofrecen son el cuerpo físico, emocional y mental, que ofrecemos cada ser humano tarde o temprano a nuestro ser interno, a nuestro yo superior, al Cristo que llevamos dentro. Lo cual vemos que es un mensaje que ha sido eterno, es y seguirá siendo más allá de todo tipo de religión concreta y determinada.

José Tarrazó:

—Por lo tanto, vemos que nos llega un mensaje de paz y reconciliación a los habitantes de este planeta. Yo me pregunto muchas veces por qué en nombre de este gran ser, de Cristo, los seres humanos han querido hacer acopio de su nombre o de su mensaje, creo que incorrectamente, incluso se han provocado guerras, y se han provocado grandes trastornos en su nombre. Las religiones quizás no han sabido interpretar este mensaje de amor y de reconciliación, de luz, por así decirlo. Creo que esto nos tendría que servir de reflexión para que viéramos que nadie es dueño ni puede monopolizar, en ningún momento, el mensaje de un gran ser, de un gran avatar.

Invitada 2:

—La Navidad es todos los días del año. ¿De qué nos sirve estar unidos con la familia durante dos, tres o cinco días celebrando y bebiendo y comiendo si resulta que el resto del año vamos con hipocresías o con rencillas, o con resentimientos…? ¿De qué sirve entonces?, ¿vamos a celebrar todo juntos y a pasarlo bien, a hacernos regalos? Es una hipocresía, es algo que no tiene sentido. Por lo tanto, yo termino diciendo que todos los días del año intentemos vivir en esa profundidad, ofreciéndonos a nuestros semejantes, amándolos como a nosotros mismos, olvidándonos de nosotros.

José Tarrazó:

—Creo que es importante todo lo que están diciendo nuestros contertulios, y que los radioyentes, a través de estas antenas, podrán apreciar profundamente todo aquel mensaje que están dando, este mensaje espontáneo de la Navidad, un mensaje para todo el año.

»Creo que casi ya estamos fuera de tiempo, pues M. S. podría prolongar este diálogo tan interesante.

Invitada 3:

—Sí, pues, pienso que es muy importante que vivamos nosotros la paz en nuestros corazones y vivamos la reconciliación en nuestros corazones, puesto que, si no la vivimos dentro, no la podemos exigir fuera a nadie. Entonces, es una manera de irradiar eso que pretendemos, que la humanidad sea mejor, pues debemos de irradiarlo nosotros, de transmitirlo a los demás, porque si no, no tiene ninguna validez.

José Tarrazó:

—Y creo que, para finalizar este mensaje que hemos querido dar, este diálogo interesantísimo, R. M. pues, podrá terminar este gran coloquio sobre este aspecto que hemos estado desarrollando de «la Navidad, un mensaje para todo el año».

Invitado 1:

—Sí. Me gustaría terminar con un mensaje optimista de esperanza. Estamos hablando, quizás, a un nivel de trabajo interior, pero hemos de tener en cuenta que este trabajo interior lo debemos realizar nosotros. Pero no estamos solos, tenemos a nuestra disposición, por pequeños que nos sintamos, un gran potencial energético, el potencial crístico es un potencial de amor.

»Cíclicamente nos está llegando, evidentemente, continuamente nos llega, pero en momentos cíclicos, como este de la Navidad, o en otros momentos como en el plenilunio, etc., viene con más intensidad. Si por lo menos —aunque debería ser en todos los días del año, en todos los momentos, instantes—, en estos momentos nos esforzamos más, el potencial es mayor evidentemente, pues podemos conseguir una amplitud de conciencia, un acercamiento a nuestro yo interno, al yo interno de los demás, a ese ser crístico que todo ser humano lleva dentro y, por lo tanto, en la medida en que desarrollamos esta paz en nuestros corazones, se irá extendiendo a la humanidad, a la sociedad en general.

»Por lo tanto, los acontecimientos planetarios, en definitiva, dependen de lo que los seres humanos quieran: si hay guerra en el planeta es porque hay guerra en el interior de los seres humanos; si hay paz, será porque la paz ha sido lograda primeramente en los corazones de los seres humanos.

José Tarrazó:

—Creo que estamos terminando y nosotros, desde esta radio mágica, desde estas ondas especiales, donde podemos llegar hasta sus hogares, les deseamos unas felices fiestas de Navidad y Año Nuevo.

»Nuestros deseos son que todos adquiramos esa paz y ese amor en los corazones, y que estas Navidades sean las Navidades de la reflexión y de la felicidad en todos los seres humanos del planeta.

»Un mensaje de paz y de amor para todos los seres humanos.

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