La importancia del instante

Es muy probable que en cualquier momento de nuestra vida nos hemos encontrado con una cita impresa en un sobre de azúcar que nos hace pensar. Es posible que recibimos por WhatsApp algo de contenido similar, y nuestra mente nos recuerda que “ya lo conocía”. Son posibles muchas cosas que podemos vivir con la sensación de que ya las conocemos o nos resultan familiares… Y, por supuesto, que vivamos cosas nuevas que en cualquier momento del día o de la noche aparecen en nuestro pensamiento y nos hacen sonreír.

Hay tantas cosas para prestar atención, que resulta imposible tenerlas contentas a todas. 

Sin embargo, en vez de prestar atención a todas esas cosas, incluidos los pensamientos y emociones, ¿por qué no prestar atención al instante?

Es lógico que nos estimulen las buenas noticias, las nuevas cosas, y cualquier situación en la que vivimos la cercanía de alguien que sentimos querer y que nos quiere… El día a día laboral cuando lo finalizamos con satisfacción de haber cumplido; el regalo de las vacaciones tras meses de obligación, compromiso y disciplina con uno mismo y la empresa; todo ello son ciclos que se inician y tienen su pequeño fin hasta que, de nuevo, y gracias a Dios, tenemos la oportunidad de seguir trabajando y ganando el sustento para vivir.

Pero, más allá del orden de estímulos que vivimos, en el que todo son multitud de vorágines que nos parecen seguir, buscar, que a veces se amontonan y no permiten las necesarias pausas en la mente, y con ellas descubrir el orden silencioso del corazón y contemplamos el instante como un susurro del Alma. Una buena pregunta para cualquier ser humano de mente abierta sería ¿dónde se encuentra el Alma?

La encontramos en cada instante. Entonces, lo que llamamos instante ¿puede estar escrito en las estrellas?

El silencio que acompaña el instante nos detalla lo que tenemos que aprender, esto va más allá del simple deseo. El instante lo vive el corazón.

Cuando no son cosas, no son situaciones, no son pensamientos, no son elementos externos que nos mueven y remueven; cuando experimentamos pausas que propician la serenidad, ahí encontramos la cercanía del Alma.

¿Puede el Alma ser algo tan sencillo de reconocer sin los atavíos que nos han impuesto los credos y las religiones? ¿Puede que el dogma desaparezca cuando experimentamos que la sencillez de la vida está al alcance de cualquier persona?

Aparentemente necesitamos del ruido de las circunstancias, del empuje, del aliento de algunas personas que nos acompañan en nuestro caminar. Pero ¿puede que la conciencia del instante sea la verdadera compañera?

¿Qué nos relata el instante? “Cada uno de nosotros debe trabajar en su propio provecho… pero, al mismo tiempo, compartir una responsabilidad con la humanidad”. Marie Curie. La frase citada nos define con sencillez que para ver la responsabilidad con la humanidad necesitamos de nuestro silencio; esa atención que encontramos cuando observamos el instante, y con ello dejamos que sea el corazón altruista quien capta con sensibilidad el mensaje. 

¿Qué nos relata el instante? “La gente inteligente habla de ideas, la gente común habla de cosas, la gente mediocre habla de gente”. Jules Romains. Esta nueva frase propuesta para la reflexión, nos indica claramente una procedencia del mensaje del instante, es decir, las ideas.

¿Qué tal resultaría en el ser humano un cambio de perspectiva que no vale dinero ni nada pide, salvo prestar atención al silencio, y valorar lo que nos dice?

La actual sociedad está más que nunca llena de conceptos, llena de argumentos, llena de distintos modos de ver una misma cosa. Esta fragmentación impele directamente en la mayoría, generando un declive que no vemos porque lo estamos creando las personas.

Vivimos en la sociedad una decadencia que no llegamos a vernos reflejados como su principal causa. Tenemos escrita la mente en lo que a nosotros mismos y los demás indican que “esto es bueno o malo”. 

—Mamá, ¿por qué tengo que ir a la escuela?

—Para que seas un ciudadano moldeado y aprobado que no tenga pensamiento crítico. Aprenderás a memorizar y repetir información en lugar de pensar por ti mismo, y así no llegues a ser una amenaza para el Sistema. Cuando te gradúes tendrás un empleo, pagarás impuestos y perpetuarás el sistema corporativo de servidumbre.

Este diálogo, ¿hasta dónde puede ser un esbozo que nos ayude a ver lo que hay y participar en el necesario cambio? 

“La gente se arregla todos los días el cabello. ¿Por qué no el corazón? “(Proverbio chino).

J.T.D. 1 de junio de 2022.    

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