La contaminación

“Esto no es cosa de hoy ni de ayer, sino de todo tiempo. Y nadie nos ha dicho todavía de donde ni como viene”. (Sófocles) Los seres humanos aun no tenemos conciencia suficiente como para respetar el ambiente que nos rodea, la Madre Naturaleza. El Planeta que vivimos está agonizando, pues las heridas que le estamos haciendo son mortales, contaminamos por todas partes, los ruidos, los gases tóxicos, los plásticos, los gases de los coches, los detergentes en exceso, pero todo nos da igual; pero esa actitud crea contaminación, o sea, heridas profundas que no se curan. Una de las heridas más profundas que recibimos las personas y la sociedad en general es la contaminación acústica que ataca el sistema nervioso. En no importa qué establecimiento de ocio tienen los altavoces colgados en la fachada y su volumen está a todo trapo aunque los vecinos no puedan descansar, (que se jodan), pero las autoridades municipales no toman cartas en este asunto, no se procura por el bienestar colectivo. Mientras, si los partidos que se presentan tuviesen conciencia de que todos pagamos impuestos y necesitamos una cierta tranquilidad, pero no es así, cuando menos te lo piensas ¡allá va una traca y unos cuantos cohetes! Contaminamos por todas partes y nos cargamos el medio ambiente; aquí tendrían que entrar en acción los ecologistas, los cuidadores de boquilla de la Madre Naturaleza; las manifestaciones tienen que acompañarse de acciones eficaces, pero se hacen gestos voluntarios levantando los hombros. Los viernes y los sábados caben toda clase de ruidos que vivimos en una ciudad donde el sistema nervioso necesita de muchas pastillas. ¿Las autoridades municipales se preocupan de estos problemas que nos aquejan en Ontinyent, o miran hacia otro lado?
Si las personas nos asociamos para hacer cosas buenas, podríamos tomar conciencia de que la contaminación acústica no desaparece, queda suspendida en los éteres y no desaparece, es como el plástico que está invadiendo todo el Planeta; no hace muchos días compré unos pescados y estos estaban rellenos de partículas de plástico… ¡Hasta dónde llegaremos las personas! Este artículo que estás leyendo, que dice verdades como templos, las provocamos las personas, es decir, esto es una manera de cavar nuestra propia fosa; los científicos están preocupados, y con razón, del deterioro del medio ambiente, o sea, del galopante deterioro que provocamos con lo que ensuciamos las personas, ¿no estaremos convirtiendo nuestra casa común en un gran cementerio con la contaminación?
El egoísmo y el dinero es uno de los males que están creando el mal de nuestros días, ¿acaso no pensamos que la maldad que provocamos revierte sobre quien la hace? Este tema de la contaminación es la daga que nos está aniquilando a pequeña y gran escala, somos las personas las que ejecutamos con nuestras acciones una crisis sin precedentes en la historia de la humanidad. Qué tal si pensásemos que cuando nos morimos nada nos llevamos material, solamente aquellas acciones que han hecho felices a otras personas; la felicidad y el bienestar físico y espiritual han llenado los corazones de aquellos a quienes hemos amado sin decirles nada. Procuremos no contaminarles de miserias humanas sin pasarles la toxicidad, ni el mal humor, ni nada que les entristezca; es más práctico y eficaz pasar la bondad que sana las heridas que lo ruin. “Sé piadoso con quienes te ofenden y así no contaminarás, pues la piedad está exenta de contaminación y de envidia”. (De la antigua sabiduría”) Aquello que contaminamos es como si le hiciésemos una herida a un niño, si matamos a ese niño, matamos a muchos niños y no los dejamos crecer en el jardín de la vida, si matamos las plantas del jardín desaparece el perfume de las flores, si contaminamos la naturaleza, estamos agrediéndonos a nosotros mismos, por lo cual ¿cuándo dejaremos de contaminar? Y amaremos todo lo creado como a nosotros mismos como a Dios Padre todo Creador.
12.12.19. J.T.D.
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