¿Existe una crisis?
La crisis que estamos viviendo, es una situación dificultosa o complicada, que está anclada en la mente de los individuos, y es causada por la conducta colectiva y personal de los hombres.
Todos sabemos que las cosas funcionan mal. Pero ¿qué hacemos para que esta situación no sea de otra manera? Los estilos de vida del siglo XXI nos están arrastrando hacia un precipicio sin precedentes en la historia de la humanidad, consumista y sin un estado de conciencia, de ética…
¿Por qué nos dejamos atrapar por las fauces del consumismo? ¡Acaso no tenemos la suficiente personalidad o discernimiento, para distinguir lo que necesitamos, de lo que en verdad nos es necesario para vivir con dignidad! “La gran cuestión es entonces: ¿quién crea el código, las pautas, los criterios, los estilos de vida?” (Adela Cortina) La invención del marketing, que nos impulsa al consumo feroz y sin tener un estado consciente nos arrolla hacia una cascada, imprevisible de la actual crisis. Los acontecimientos globales, son caramelos envenenados, estudiados, para que como lo hacen los niños, estemos ávidos de más cosas, nos las pedimos todas. Y luego sufrimos las consecuencias de nuestras ligerezas, hipotecas que no podemos pagar, sueldos de miseria, todo va hacia arriba, pero los gobiernos no le ponen freno a tantas subidas, así es que cada día somos más pobres. Las multinacionales nos aprietan una vuelta más a la tuerca, que terminará por estrangularnos a garrote vil.
¿Por qué no aprendemos de la filosofía de Confucio, que dice así?: “El pájaro yuan remonta su vuelo hasta el cielo, el pez se sumerge en el abismo más profundo.” Estos versos dan a entender que las normas de conducta moral se hallan impresas en la mente de todos los individuos, e iluminan el universo entero, desde lo más alto de los cielos hasta lo más profundo de los mares.
Este artículo de opinión, tratado éticamente y con el más profundo respeto, puede profundizar con razonamientos nunca hirientes, pues todos los temas son reales vistos con objetividad y actuales, por desgracia nos hallamos inmersos en una vorágine de situaciones que nos desbordan, y que van increchendo en nuestra sociedad decadente y falta de valores cívicos.
Solo cuando los individuos nos comprendamos a nosotros mismos y a nuestra propia naturaleza, el valor, la dignidad, y no el precio que nos cuelgan con una etiqueta, el número que nos identifica cambiará nuestra racionalidad y el respeto que todos merecemos; y así, veremos las cosas de otra manera.
Narra Epicuro a finales del siglo IV a. J. C. que hubo una época de crisis sociopolítica, que empezó, psicológicamente, en las determinadas corrientes de pensadores y que se extendió como un reguero de pólvora entre las masas, pues todas las crisis se van incubando, creando sus vértices energéticos y repetidos ciclos de malestar, que solo derivan en pobreza.
Con facilidad cerramos los ojos o nos desentendemos de muchas cosas, que las tenemos en nuestro entorno, para que otros las solucionen. ¿Acaso los humanos no somos todos responsables, de no importa qué situación tengamos a nivel planetario? Pero confiamos en que otros lo harán, y esto es un grave error de conceptos, que solo denota egoísmo…
Creo que el objetivo del desarrollo sería proporcionar a todos los seres humanos, la oportunidad de una vida plena, pero por ahora no es así, más bien todo lo contrario, y esta situación de crisis es crítica y si Dios no lo remedia irá creciendo, pero en todos los sentidos, desde la hambrona, hasta la contaminación, los elementos naturales, que furiosos nos golpean, por la agresión que ejercemos los seres humanos al Planeta.
Antes de lamentarnos de la presente situación, debiéramos de ver, donde se halla la causa del mal. Dice el gran filósofo Platón que “toda causa tiene su asiento en la mente”.
Sin ser pesimista de la crisis, pero tampoco ingenuo, no puedo creerme todo lo que me venden y que en verdad desconocemos las causas de la situación real, que amañada, o más bien disfrazada, nos tiene adormecidos e idiotizados…
3 de enero de 2008. J.T.D.
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