El termómetro nacional

Hace unos días se han celebrado unas elecciones nacionales, donde cada ciudadano ha manifestado su intencionalidad en el voto, menos mal que estamos en un país, donde podemos expresarnos libremente.
En todos los países, sean democráticos, o no, existe un termómetro que marca todas las situaciones de no importa qué orden; en el ámbito educativo, en el laboral, en la cultura, en la sanidad, en una palabra, este termómetro no nos engaña, marca la fiebre que tenemos las personas, el colectivo de los habitantes de cada país. “Los seres de las generaciones futuras conquistarán más de una libertad, cuya necesidad ni siquiera sentimos nosotros”. (Stiner) Las personas que ahora han depositado una papeleta lo han hecho con un estado de conciencia, los unos, han preferido expresarse por el radicalismo extremo y de pensamiento único, los otros a la moderación, pero nos guste o no los resultados son la expresión que todos conocemos, lo importante es que no se han visto algarabías.
Ese termómetro nacional es una radiografía interesante, ¡claro que siempre hay descontentos porque no han ganado los suyos! Pero las cosas son como son, y por más vueltas que le demos, los ciudadanos se han manifestado con plena libertad.
Pero ahora viene la hora de la verdad; cuando se haya constituido el nuevo gobierno los políticos se tendrían que arremangar y modificar algunas leyes, la primera la Ley Electoral, algunos artículos de la Constitución. Otra cuestión es que cuando terminen su mandato pasen al paro como los demás españoles, que estas personas no sean empleados en las grandes empresas donde tienen grandes sueldos, esto constituye una discriminación escandalosa y que demuestra que no todos somos iguales…
“Hay pícaros suficientemente pícaros para portarse como personas honradas”. (Napoleón) Estos pícaros son la basura de unos cuantos individuos que sin ninguna preparación ocupan puestos relevantes en la maquinaria del gobierno, ¿examinan a estas personas en los partidos? ¿Hacen oposiciones para ver si están preparados para desempeñar una función, como representantes de aquellos que le han elegido?
El poder y la grandeza ordinariamente ensombrecen el corazón de los individuos, estos se embriagan y les causa delirios; se necesitaría tener mucha cultura para llevar los cargos que se les han destinado, pero existe un gran problema en los partidos, a veces no tienen suficientes personas para confeccionar una lista, lo importante para el partido es sacar lista.
Tenemos a los vendedores de humo, aquellos que prometen dar muchas cosas y luego no dan nada, pero los electores no sopesan aquellas frases demagógicas y engañosas que confunden a las personas honradas y de buena fe. “La política es el arte de aplicar en cada época aquella parte del ideal que las circunstancias hacen posible”. (Cánovas)
No olvidemos que los grandes pensadores como Voltaire, Erasmo, Luis Vives y otros, se esforzaron por darnos unas pautas de comportamiento ético, y más cuando una persona tiene que desempeñar un cargo público y estar al servicio de una sociedad tan fragmentada, cuya estructura piramidal está al servicio de los intereses creados a nivel mundial y dirigidos por los seres de las sombras.
Existe una obra de Voltaire titulada Tratado sobre la Tolerancia, donde podemos sacar grandes conclusiones. “Un hombre honrado no es enemigo ni de la razón, ni de la literatura, este es un servidor de la sociedad, sabéis que la intolerancia no produce más que hipócritas y rebeldes”. (Voltaire) Cuando en estas elecciones hemos escuchado tantas tonterías y sobre todo el afán del sillón, de perpetuar un cargo en el Parlamento y así tener el sueldo asegurado, ¿y qué diremos de aquellos electores que han votado a los dictadores más rancios? ¡Es que no tuvimos bastante con la última dictadura! Pero tropezamos muchas veces con las mismas piedras. ¡Qué desgracia!
27.6. 16. J.T.D.
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