El reto de la Paz

«La ley primera y fundamental de la naturaleza es buscar la Paz cada día del año, no solo en Navidad.»
La paz doméstica es el eje necesario para que desde cada hogar se fundamente una cultura eficiente de no-violencia.
Hace bastante tiempo que leemos, escuchamos de la violencia de género en las parejas. La rebeldía de algunos hijos en el seno familiar, la exigencia desenfrenada de ciertos jóvenes que cada día piden más y más y que algunos padres por no ser menos que otros, van cediendo terreno a las peticiones de sus hijos. ¿Hasta dónde debieran llegar los padres ante tales exigencias? Considero que estas situaciones son en el fondo pequeñas guerras familiares, donde se da un tira y afloja en la célula familiar. ¿Acaso no estaremos fallando en algo? ¡Tal vez no nos dejaremos arrastrar por la vorágine de comunicación que nos ofrece esa felicidad superflua y al mismo tiempo engañosa!
¡En nuestra Ciudad no somos una excepción! Estamos viviendo el conflicto de género, la violencia o rebeldía juvenil, y todo lo que conlleva esa torpe situación del no-entendimiento entre los seres humanos. Por estas y muchas otras cuestiones globales, considero que tenemos un gran reto, el de la PAZ. El destino de cada ser humano está inexorablemente ligado a todos los habitantes del Planeta, entonces, no sirve solo pensar en nuestro bienestar personal.
Todas estas cuestiones que se dan en pequeños núcleos se extienden en el ámbito planetario y de ello las cifras escalofriantes y de infarto tendrían que hacernos pensar. De los 360 millones de niños sin acceso a la educación, 200 millones son niñas y la misma proporción se mantiene entre los 880 que millones son analfabetos.
La presente situación en el ámbito mundial, tan contradictoria como compleja, está originada por malvadas codicias de unos pocos, que arrastran a la ruina a unos muchos y precisamente, están creando una decadencia familiar y global que nos salpica de una u otra manera al 75% de pobladores de este Planeta...
«La gratitud es el sentimiento que más humildad concentra y más amor expande». Abaly González.
Decía D. Enrique Tierno Galván que la verdadera revolución tiene que ser cultural, familiar, primero en el ámbito personal y luego colectivamente, buscando la capacidad renovadora en lo más profundo del corazón, y de ahí que nazca una nueva educación académica, en pro de nuevos colectivos y de quienes en su tarea política y educativa tengan unos horizontes claros y éticos en la creación de nuevas formas concebidas para una sociedad verdaderamente de equidad y justicia.
Las razones que me impelen a escribir este artículo no son ni más ni menos que viendo la triste vorágine que se presenta en el tiempo que estamos viviendo; pongamos un poco de nuestra parte para corregir en la medida de lo posible, para ayudar a los jóvenes que atrapados por el sistema actual opten por desestimar aquello que les pueda marcar el resto de sus vidas.
Ya que la cultura de la felicidad esta desmedrada, al igual que la de la convivencia y la de la PAZ, seamos capaces de abrir bien los ojos y con el discernimiento tengamos la valentía de decir no, a aquello que nos mengua la personalidad y capacidad de ser ante todo seres humanos de provecho y de bien...
No es tarea nada fácil hacer frente a todas estas cuestiones con las corrientes vertiginosas que están arrastrando a una sociedad repleta de propaganda opiacea que nos adormece casi sin darnos cuenta, y una vez que la corriente nos lleva es difícil salir de la misma.
«Todo el que se coloque ante la existencia en una actitud seria y se haga de ella plenamente responsable, sentirá cierto género de inseguridad que le incita a permanecer alerta». Ortega y Gasset.
19 de noviembre de 2022. J.T.D.
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