El caciquismo en nuestros días

Todos hemos oído hablar del medievo, de aquellos señores feudales que tenían derechos sobre los hombres de sus haciendas y hasta el derecho a pernada, ¡acaso ahora arrastramos en algún gen de estos ancestros antepasados caciques! 

La verdad es que vemos y padecemos aquellos prototipos que nunca murieron y que deambulan manifestándose con sus actitudes sociopolíticas que se dicen demócratas; pero en realidad son dictadores en sus parcelas de poder aunque, “la mona se vista de seda mona se queda”. Y esto es a lo que estamos asistiendo en esta mal llamada democracia, más bien creo que es una partitocracia. La definición que expresa Wikipedia como partitocracia, “es un término que se utiliza para designar el sistema de gobierno en el cual, aunque teóricamente se vive la democracia, los actores principales y únicos del panorama político son los grandes partidos políticos”, los que con el afán de un poder desmesurado, en vez de ser servidores de los ciudadanos o civitas, nos hallamos en una clase mediocre, o dicho de otra manera, con profesionales de una política con muchos sueldos y poca preocupación en los temas de gobernabilidad. 

“La democracia como tal, es decir, estricta y exclusivamente como norma del derecho político, parece una cosa óptima y necesaria” (José Ortega y Gasset). Pero no debemos de confundir la democracia con el libertinaje; el todo vale, el mirar hacia otro lado y no hacer cumplir las leyes para todos por igual, con equidad y justicia. Otra cuestión es la del caciquismo, que impetrado en las democracias empobrece a los gobiernos debilitando la esencia y el desenvolvimiento participativo, social y económico; todo esto que ahora estamos viviendo ya lo practicaron en su tiempo los señores feudales donde los campesinos trabajaban para el señor del lugar. Ahora los impuestos se nos comen por los pies para pagar a tantos enchufados, desde los secretarios, asesores, consejeros; toda una plebe de los amigos de no importa qué partido, concejales liberados, diputados y diputaciones, patronatos donde con una plantilla de cuatro sólo trabaja uno; esta sangría es insostenible, cuando se gasta más de lo que se ingresa, esto es una ruina…

O cambiamos de estructura, o lo que llamamos democracia es una jerga de truhanes; mientras tanto la sociedad civil está quieta, el país arruinado, los parados con pocas esperanzas de salir del hoyo, los pequeños comerciantes en la quiebra total, las industrias se trasladan a otros países con la mano de obra más barata. ¿Qué está ocurriendo con la gobernanza en España? Si en esta situación de crisis continuamos manteniendo a tantos parásitos, ¿qué será de nosotros? Que vamos a ser un país tercermundista, con mucha corrupción, y los partitocratas mirando hacia otro lado. Si no reflexionamos a tiempo el porvenir de los jóvenes es muy negro, y una juventud desintivada por falta de perspectivas de trabajo se vuelve agresiva, pero con razón; sólo los seres pensantes pueden enmendar esta situación. “Los deberes del legislador pueden reducirse únicamente a no querer ni buscar más que lo justo y honesto y útil; y después encontrarlo, hacer de ello un precepto general y uniforme, que será lo que merezca el nombre sublime de ley” (Demóstenes)

¿Cómo generar ilusión ante el panorama que vivimos en estos momentos? Por un lado unos cuantos iluminados separatistas quieren la independencia; los otros una República, los partidos mayoritarios no se ponen de acuerdo en cambiar la ley electoral y la Constitución para mejorar el proceso democrático; todos a la greña sin querer establecer las normas de convivencia con sensatez y ética…

Otros partidos, con una situación presidencialista y sin dar solución a los problemas que estamos sufriendo, en verdad vivimos una crisis de valores; es una decadencia. ¿Para qué nos valen los elocuentes discursos?, y las promesas esperpénticas donde el predicamento gratuito no crea puestos de trabajo ni saca del atolladero a los pequeños empresarios y comerciantes. Los salarios cada vez más ridículos; la cesta de la compra sube al igual que los carburantes, pero los estadios abarrotados; ¡cuántas contradicciones y despropósitos estamos viviendo!

02-05-11 J.T.D.     

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