El buen hacer es caridad

Querido lector del Periòdic d’Ontinyent, con este artículo quiero defender la humilde tarea que han desarrollado la Hijas de la Caridad en nuestra ciudad, tanto en el Hospital como en el colegio, desde hace 150 años.

Sor Soledad, el que escribe esta columna es cristiano; ex miembro de un equipo del Concilio Ecuménico Vaticano II: teniendo en cuenta como funciona la Iglesia Católica y las diferentes órdenes religiosas tanto de frailes y monjas, con sus reglas de vida y obediencia; para cumplirlas ante sus superiores, éstos tienen potestad para que sean cumplidas.

Por lo que suplico y pido tengan caridad con estas Hermanas que tan gran servicio han prestado en Ontinyent durante tantos años; mi deseo sería el que estas Hermanas de la Caridad terminasen sus días entre sus ciudadanos, pues somos su familia, el Hospital y el colegio son su casa y todos les tenemos un gran aprecio y estimación. El impacto del cristianismo en el mundo y cuantos hemos colaborado con humildad, necesitamos que en determinados casos esté lleno de caridad, y considero que por encima de los intereses que fueren apliquemos la sensatez, el calor humano, el reconocimiento a estas Hermanas que lo han dado todo por amor a su creencia y a los más débiles.

“Todos los seres humanos tenemos conciencia de la existencia de un Ser superior”. (San Agustín) Esa felicidad de las Hermanas de la Caridad es la Comunión con Dios, la dedicación a los más angustiados y desvalidos, y eso han hecho estas monjas que han estado viviendo en nuestra Ciudad. 

Hermana Soledad: todos sabemos que en estos tiempos las vocaciones son escasas y por esta misma razón debieran tener mucha comprensión y amor por aquellas personas mayores que son desplazadas de su casa y por cuantos las rodeamos en nuestra ciudad. Si la labor de los cristianos es tener comprensión y compasión, espero ver un gesto de su bondad al igual que hizo San Vicente de Paúl.

Las huellas de Dios, sin embargo, la sombra de Dios en las cosas del mundo son tan solo el primer paso hacia algo más profundo que adquirimos a través del Alma enamorada y bondadosa, coherente con su creencia de Dios al que cada uno lo llamaremos de una manera. Pero la contemplación de Dios se realiza a través de la oración y el trabajo (ora et labora). Podemos creer o no creer, pero lo fundamental es la caridad, el sacrificio que todos aquellos que sentimos en nuestro corazón que es necesaria la solidaridad, nunca miramos cuáles son sus creencias, intentamos ser útiles, y sobre todo poderlos servir; a más caridad más compromiso.

“De Mí sacan agua como fuente viva el pequeño y el rico; y los que me sirvan de buena voluntad serán recompensados” (Imitación de Cristo, de Tomás de Kempis). Es verdad que cado uno vemos las cosas desde un punto de vista, pero deberemos sopesar cada cual en nuestra conciencia aquello que nace desde el corazón y aunar criterios con todo el respeto, sin olvidar que la caridad debe primar ante todas las cosas y el bien hacer de no importa quien haga las cosas.

Si estas, mis breves letras, pueden servir para algo útil, acójanlas con la mayor sinceridad de este columnista: las razones que se puedan tener sobre el traslado de estas Hermanas, sólo lo puede tener su superiora, yo me ciño a la labor desempeñada de estas monjas en Ontinyent, no puedo entrar en otros detalles…

Muchas gracias Sor Soledad, si dedica su tiempo al leer esta columna.

18.11.12. J.T.D.             

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