Deja que te conduzca siempre la inteligencia soberana

(De los versos áureos, de Pitágoras)

“El mundo invisible es el verdadero mundo”, pues la energía sigue al pensamiento.

Cada día cuando amanece el Sol, derrama su luz para todos los individuos, pero para algunos les falta la Aurora…

En cada momento podemos hacer una radiografía de cómo estamos. ¿Pero quiénes somos? ¿Por qué no nos enfrentamos a las realidades cotidianas? ¿Por qué no respondemos cuando alguien nos llama a nuestra puerta? ¡Es indiferencia, miedo, complejo de…! No lo sé. 

Debiéramos de tener en cuenta que nuestros cuerpos son parte de un cuerpo Universal, nuestras mentes una entidad Cósmica, un todo, que no está fraccionado, solo la mente fracciona…

Nuestras vidas pertenecen al conjunto del vasto entramado de la creación. Cada visión del mundo crea su propio mundo, cada ser humano es un pequeño átomo, pero necesita de otros, con luz propia, y al mismo tiempo sus pares de opuestos para el crecimiento evolutivo.

Los seres humanos necesitamos equilibrio, moderación, regularidad, actividad y no pendularidad, humildad, atención, compartir, estimación, escuchar. Esta es la siembra, pues si no es así, la cosecha no será copiosa, ahora y siempre.

Cultivar el campo de la amistad nos es imprescindible. Este es el alimento que nos hace crecer.

“Observa estas razones en todas las circunstancias: que nadie te induzca con palabras o actos a decir o hacer lo que no te corresponda” (De la sabiduría de Pitágoras). Aquel que ha aprendido a respetarse a sí mismo y no osa cometer solo ni en compañía actos deshonestos, empieza a ser y tener un estado de conciencia digno de ser un ser racional. Si conociéramos nuestra esencia, conoceríamos todo lo que es nuestra Naturaleza y actuaríamos con coherencia, no teorizaríamos y por el contrario seríamos prácticos en todas las cosas…

No es fácil hilvanar los acontecimientos que transcurren a lo largo y ancho de nuestras vidas, nuestra vulnerabilidad que somos como jarros de cristal, y faltos de una personalidad axial nos lleva a pensar de una manara y actuar de otra. 

En mi libro El Anciano Lacerado, existe un apartado de cartas sin respuesta que son trascendentes. En ellas se van enhebrando los distintos tipos de psicología que tenemos los individuos en nuestras vidas cotidianas y que debieran de tocarnos las fibras más sensibles.

Desmenuzar detenidamente la escritura de estos y otros escritos, es adentrarnos en lo profundo de nuestro Yo; es ponerse desnudos delante del espejo, pero esto nos da miedo y no queremos aceptar, simplemente por soberbia, aunque no aceptar nos hace daño y lo hacemos a los demás. 

No alardeemos de lo que no entendemos, pero no olvidemos aprender en todas las circunstancias de aquellos que silenciosamente miden su pensamiento, sus palabras y acciones y actúan como sí… 

El rutilante mundo de la mente nos lleva a las disquisiciones mentales y estas al mundo de las fantasías descabelladas, y por ende, a crear dolor en los demás y en nosotros mismos. Solemos herir con frecuencia, pero estas heridas no tienen cura de ninguna de las maneras; son llagas que sin saberlo nos las tenemos que sufrir en nuestras propias carnes. Si reflexionásemos antes de obrar o de pensar, nadie saldríamos perjudicados.

“Sabrás también que los males que aquejan a los individuos han sido por ellos mismos generados”. (De los versos áureos de Pitágoras) Así pues, la verdadera sencillez sólo se da en los caracteres en que la bondad y la belleza se compenetran…

24. 8. 008. J.T.D.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Subir