¿Cuándo ocupará la mujer su justo lugar?

Es notorio, el que a la mujer, se le ha marginado a lo largo y ancho de la historia, desde el tiempo más remoto. ¡Y esto no es justo! La historia, preñada de acontecimientos machacadores entre el hombre y la mujer, han dejado una profunda herida en las féminas, que en realidad han sido las madres de todos los nacidos. Diré más, ellas representan la matriz cósmica, las que han dado la leche, de pobres, ricos, sabios, en verdad, las heroínas de los pueblos.

“No basta tener ingenio bueno, lo principal es aplicarlo bien. Las almas más grandes son capaces de los mayores vicios, como de las mayores virtudes.” (Descartes, Discurso del Método).

En todas las religiones que conocemos, siempre los que han llevado el báculo del poder, han sido los varones. Yo me pregunto, si las mujeres tienen un alma, una inteligencia, un sexto sentido intuitivo, ¿Por qué a ellas, las han relegado a un plano inferior en las funciones que dirigen los pueblos y las naciones, en las religiones y en otros quehaceres relevantes? 

En la historia de la humanidad, aparece la “Papisa Juana”. Mítica mujer-papa, que ocupó la silla papal, bajo el aspecto de un hombre con nombre de Papa Juan VIII (855-858) 

“Hay una gran diferencia entre reír de la religión y reír de aquellos que la profanan con sus opiniones extravagantes, éstos, faltos de respeto, son los demoledores de no importa que pensamiento, filosofía o pensamiento ético”. (Pascal) Pero a lo que voy, es, a que el papel de la mujer y del hombre tienen que ser equitativos, complementarios en todas sus funciones, en todos los ámbitos de la vida cotidiana, bien sea administrativa, como religiosa. 

Muchos individuos piensan en el poder de cualquier aspecto, pero si el poder de los hombres es para oprimir a la mujer, craso error. No hay más que un poder: la conciencia al servicio de la justicia. No hay más que una gloria: el genio, al servicio de la verdad, el respeto a todos nuestros semejantes, y sobre todos los seres vivos de no importa qué especie, ellos también tienen su conciencia, su vida propia…

En el caso de la Papisa Juana, ésta, quiso demostrar que la mujer también podía ocupar la silla papal, y no dudó en hacerlo, así como las madres abadesas regentaban sus monasterios, llevándolos a buen puerto. Pero digo más, los grandes gobernantes tuvieron grandes mujeres o compañeras que les acompañaban en sus tareas. ¡Y qué diré de los grandes avatares! Todos ellos fueron nacidos de una mujer. Rama, Krishna, Hermes, Moisés, Orfeo, Pitágoras, Buda, Mahoma, Jesús, y muchos otros que podría nombrar.

Si los seres humanos nos reconociéramos como almas y no como sexos, no existiría el antagonismo, la dualidad, sino más bien, el ser con su esplendor, y cada cual con unas funciones específicas, intelectuales, con la continuidad de la conciencia una, repleta de valores equilibrados. 

Es tan grande el valor de las féminas, como el de los hombres, pero las distintas civilizaciones, razas, han fraccionado injustamente el papel de la mujer, esto no quiere decir, que no haya mujeres, que a veces se comporten como hombres y hombres como mujeres, pues de todo hay en la viña del Señor. Otra cuestión candente en nuestros días es el de la violencia machista, condenable de todas, todas, y que es una lacra de nuestra sociedad. Es una falta de educación, de equilibrio y de respeto. 

¿Cómo podemos llegar a un entendimiento entre el hombre y la mujer? ¿Qué hacer para que las mujeres no sean objetos como lo son ahora? Depende de ellas y de nosotros, el que cada cual ocupemos con dignidad, valor, elegancia, y formas de presentarnos, en una sociedad en la que debiéramos de cambiar muchas formas de pensamiento y actuar de maneras diferentes.

Las mujeres cuando aman ponen en el amor algo divino. Tal amor es como el sol, que anima a la naturaleza…

18. 3. 008. J.T.D. 

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