Consideraciones acerca de la amistad

¿A qué le llamamos amistad? Cuando conocemos alguna persona y depositamos nuestra confianza, solemos decir: esta persona es mi amiga. Pero solemos equivocarnos con mucha frecuencia y al depositar nuestra confianza y abrir nuestro interior, observamos nuestro fracaso, quizás al ser espontáneo con el otro, no hemos calibrado lo suficiente, como para considerar que la amistad es un vaso de agua que se derrama y no se puede recoger…

“La amistad es un alma que habita en dos cuerpos; un corazón que habita en dos almas” (Aristóteles). Estas consideraciones, van más allá de lo puramente rutinario, de lo efímero y superficial, estas atenciones son el lazo que debiera unirnos en lo esencial y trascendente. 

La buena y verdadera intimidad no puede ni debe ser sospechosa en nada, y si lo es, no podemos catalogarla de tal recato, la amistad supone sacrificios, y solo el que está dispuesto a hacerlos sin molestias y nada pide a cambio, comprende lo grande que es el tesoro de la amistad. Cuando decimos que somos amigos, pero denotamos un cierto egoísmo de dudoso cariño, no es tal. Cuando determinados intereses personales de ideas se hallan por encima de lo que une a los seres humanos, esto podemos llamarlo manipulación, estrategia de conveniencia, debilidad de intenciones, que se manifiestan, un día por su propia naturaleza.

Uno de los grandes problemas de los individuos es que tendemos a la separatividad, al individualismo, y sólo cuando necesitamos a nuestro semejante es cuando nos acordamos de este, después si te he visto no me acuerdo, esto se llama egoísmo, dispresencia.

Las palabras que expresamos son formas que repercuten en todas las cosas que nos rodean; yo diría que son átomos creadores o destructores en nuestras vidas y que crean un ambiente en todo el universo, en todos los individuos, en lo creado del planeta.

La conducta de los individuos es la que conduce el clima de la evolución, es un proceso esencial o alquímico que nos lleva a situaciones determinadas, cíclicas, ambientales, pues todo pensamiento se expande y repercute en todas las cosas que se mueven y tienen su ser, esto no es metafísica, ni elucubraciones mentales, es una realidad que conlleva el comportamiento de la humanidad una, pero dividida y en muchas ocasiones atormentada. Nos dijo el gran filósofo Platón: “No dejes crecer la hierba en el camino de la amistad”. La mente y el corazón deben formar un puente. La mente en muchas ocasiones es la causante de ciertas brumas que confunden la realidad entre lo que pensamos y hacemos, distorsionando las cosas. Las consideraciones de la amistad tienen que ser reflexivas, ponderadas, llenas de ternura, desinteresadas, generosas, dadivosas y es así como nos enaltece la humildad de quien las practica. Por el contrario, si en ellas se suscita la soberbia, no tienen ningún valor…

Dice el Diccionario de la Lengua Española de la palabra maestro: “Dicho de una persona o de una obra: De mérito relevante entre las de su clase”. ¿Qué hacen los discípulos, cuando su maestro les está impartiendo una lección, bien sea en la enseñanza primaria o en la Universidad? Muchas veces miran hacia otro lado, no están atentos a lo que el maestro está impartiendo y así pierden el tiempo, estos están faltos de la debida percepción del enseñante. Dice El Kybalión“Dondequiera que estén las huellas del Maestro, allí los oídos del que está pronto para recibir sus enseñanzas se abren de par en par. Cuando el oído es capaz de oír, entonces vienen los labios que han de llenarlos con sabiduría”. No vivimos en un mundo de sueños, sino en un universo que, si bien es relativo, es real, por lo menos en lo que concierne a nuestra vida y obras. Y estas cuestiones debieran de hermanarnos, para así evitar muchos sufrimientos. Escribe el gran filósofo Séneca: “La maldad asevera, hay que suprimirla del conjunto de la naturaleza si deseas eliminar la cólera, la soberbia, y practicar la humildad”.

Todas las cuestiones que nos suceden debieran ser útiles como enseñanza suprema, y que en cada paso nos superemos y estemos ávidos para la rectificación en la trayectoria de la vida; de las experiencias se hace la maestría…

19.2. 008. J.T.D.   

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