Así somos los seres útiles

Los pájaros cantan alegres encima de la rama de un árbol.

Los seres humanos vociferamos y hacemos la guerra, 

nos alejamos de la alegría y vivimos ponzoñosos.

El pintor Francisco de Goya, plasma con un profundo realismo las distintas escenas de los seres humanos en sus determinados momentos. Entre sus obras significativas, está el desastre de la guerra, la crueldad de unos hombres sobre los otros, y en una de sus más significativas hallamos a un ser haraposo, tullido, mugriento y con dos muletas, se ve que casi no puede caminar, (a este le titula: “así terminan los hombres útiles”) 

Goya plasmó lo que hoy, mañana y en otro tiempo, es una realidad tangible en el sufrimiento de los individuos, las guerras, la esclavitud, el menosprecio y las vejaciones, que encontramos por doquier, estas crean tristeza, sufrimiento, angustia y apatía.

Quisiera relatar aquello que me contó un anciano maestro de escuela rural. Cuando este se retiró de su docencia, su esposa e hijos lo fueron expoliando poco a poco, hasta el extremo de dejarlo sin sus pocos bienes. No siendo esto suficiente, lo tiraron de su casa, viéndose obligado a buscar una pensión donde poder dormir y comer. Como su pensión era pequeña y casi no le daba lo suficiente para pagar, la dueña de esta le obligaba a lavar los platos, trabajar en el jardín y hacerle la compra de las necesidades de la pensión.

Era frecuente que la dueña de la pensión maltratara con toda clase de palabras mal sonantes a este pensionista, solamente le interesaba sacarle las perras a principio de mes. En cuanto a la comida solamente le daba los sobrantes de la cocina, poco y malo. 

Esta es una estampa sangrante de cómo se tratan a los seres útiles. En nuestros días se podrían pintar muchas escenas despiadadas y crueles, escenas que no vemos pero que están ahí, llenas de tristeza y pesadumbre.

Es el tiempo de la esclavitud manifiesta y de la presión anónima, del querer amasar dinero, con tal de tener poder a costa del sufrimiento de los demás, son los pequeños y los grandes los que sin escrúpulos extorsionan a no importa quien.

¡Es duro comportarse con honestidad y ética! ¡Es casi un sueño querer que los demás sean felices! Pero la realidad está presente en esta vorágine de canibalismo de una sociedad sin compasión y sin ningún recato para con nuestros semejantes.

Es difícil hallar la fórmula para que desaparezca el egoísmo entre los seres humanos, en que tratemos a los demás como estos se merecen, en ver la belleza del anciano y respetarlo, porque gracias a los mayores que se han sacrificado y trabajado duro podemos nosotros tener el bienestar del cual estamos disfrutando; gracias a estos ancianos pensionistas hoy se mantienen algunas familias: pagan a sus nietos parte del colegio…

Si medimos a los seres humanos por su estatura, esta medida solo es aparente, si los miramos por su belleza sola nos fascinamos, si queremos a nuestros semejantes por su capital, cometemos un grave error, pero si los amamos por su bondad y compasión, hemos acertado en nuestra elección, si al ser humano lo viéremos como un semejante, no seríamos capaces de hacerle ningún daño, en el fondo todos somos hijos de la misma madre y padre; Dios como hacedor de todo lo que se mueve y tiene su SER.

Pero hoy la sociedad camina por otros derroteros, ¡vengan fiestas y jorgorios! Mucha masificación en los deportes y grandes conciertos hasta altas horas de la madrugada, pero sin respetar el descanso de muchas personas. Un desorden total en nuestra sociedad enfermiza. 

8.9.13. J.T.D.

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