Queridos abuelos

En nuestros días los abuelos somos una necesidad social imprescindible para nuestros hijos.

En algunas culturas la figura de los mayores es la voz de la experiencia, las canas son sabiduría siempre viva que aportan los años vividos, de los eventos de los pueblos y de la familia, experiencias y avatares que conllevan los tiempos de esplendor y decadencia, de abundancia y escasez. 

Ahora en nuestros días, en que en la mayoría de las parejas trabajan ambos porque se han comprado un piso o una segunda residencia; en que los pisos no les puede faltar de nada, se han tenido que hipotecar hasta el moño, y es aquí donde entra el gran papel de los abuelos con los nietos. Los abuelos son un gran soporte para sus hijos y nietos. Los abuelos les caen la baba paseando a estos retoños y al mismo tiempo reciben una educación muy preciada de la experiencia de sus mayores. Pero todo no es de color de rosa. ¿Qué pasa con los hijos de los matrimonios que se separan? En ocasiones los hijos son víctimas del chantaje de los padres. 

Creo sinceramente que debiera de haber una escuela de padres y así aprender ciertas reglas de la educación para con la prole. “Y no es menos cierto que en los tiempos que corren una de las grandes preocupaciones de los progenitores es la educación de los hijos. Pero ¿quién ha enseñado a los padres a ser padres? ¿Quién ha inculcado entre los jóvenes, a los que en edades tempranas se encuentran con sus hijos, o a quienes en su recién acabada juventud les llega la descendencia, quién –repito– les ha enseñado el alcance de la responsabilidad que supone una descendencia?” (De mi obra El Anciano Lacerado, p. 176) Y prosigo ahondando en este tema educativo y maravilloso entre los padres, abuelos y nietos, que en el fondo es pedagógico y apasionante, y que las futuras generaciones de educadores se lo tendrán que plantear seriamente. “En la educación que proporcionen los padres, es imprescindible desarrollar una educación integral, amplia y sencilla, pero al mismo tiempo profunda y práctica para el cotidiano vivir. No enseñemos a la niñez y juventud nada que no practiquemos que no sean valores. De ahí la importancia del lenguaje que utilicemos con los hijos y nietos.” (De mi obra El Anciano Lacerado, p.179)

Queridos abuelos, el papel que desempeñamos con nuestros nietos es de suma importancia. Estos tienen una referencia con nuestras actitudes, con el lenguaje que usemos con ellos, con los gestos, con el amor que les transmitimos que en ningún caso sustituye al de los padres, pues ellos son al fin y al cabo los progenitores.

¿Qué sociedad queremos tener? En gran medida la sociedad es producto de lo que los padres transmiten a sus hijos. Los resultados en esta materia son imprevisibles. Cada individuo es un mundo tan complejo como diáfano. Pero también compete a los gobiernos y a la comunidad docente el encauzar a los jóvenes en su andadura de una educación de valores cívicos y de respeto.

¿Sabemos dialogar con los más pequeños? Necesitan ser escuchados, aunque no comprendamos ni su lenguaje ni su llanto. Necesitan el contacto de los padres, de sus parientes más cercanos, pues al hablarles sienten nuestro afecto, hasta el olor que despedimos. 

Es difícil, tanto para los padres como para los educadores el arduo trabajo de intentar formar seres humanos, pues cada individuo se comporta como el más delicado recipiente de cristal, que a veces se resquebraja con un solo pensamiento, con una mirada o un gesto. Cada individuo debiera de ser su propio alquimista, transmutando desde la acción los valores de siempre.

Una visión pedagógica, humanizada, repleta de valores, contribuirá a una enseñanza integral de actitudes solidarias, altruistas y llenas de belleza que llenarán a las futuras generaciones del sentido de las correctas relaciones sin agresividad.

Queridos abuelos, la labor que estamos realizando es ingente, bella, solidaria, necesaria y al mismo tiempo descarga a nuestros hijos. Todo abuelo que se precie de serlo tiene una bendición con sus nietos, estos son alegría y bondad…

20 de julio de 2008. J.T.D.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Subir