Los Problemas Humanos

Presentador 1:

—Buenas tardes, hoy en una nueva cita semanal en las conversaciones de «Proyección 2000», teniendo como siempre nuestro invitado de excepción, José Tarrazó. ¿De qué tema vamos a hablar hoy?

José Tarrazó:

—Sería interesante hablar del problema humano: causas y efectos. El problema humano tiene unas causas y unos efectos, que es algo que abarca generalmente a todos los seres humanos. Esta problemática que normalmente tenemos los seres humanos es… en fin, en cualquier momento surge un problema, y tendríamos que ver por qué surge un problema determinado, si sabemos llegar hasta desintegrarlo o cada día nos come más, por decirlo así, el coco, y se va agrandando en vez de disminuir.

Presentador 1:

—¿Quién tiene la culpa?, es como lo del huevo y la gallina, ¿qué fue primero, el huevo o la gallina?, ¿quién tiene la culpa de estos problemas humanos, el ser humano o la sociedad, que es el colectivo de los seres humanos?

José Tarrazó:

—Los dos, porque la sociedad está constituida por los seres humanos, pero tendríamos que decir que en el tiempo y en el espacio se han creado unas determinadas formas mentales, a veces algunas de ellas creadas a propósito, para que los seres humanos tengamos determinados problemas. E incluso hemos creado algún gen de estos problemas, o lo podríamos decir de otra manera, hemos creado en el espacio un egregor, una forma mental la cual, a veces, nos está absorbiendo a nosotros, nos está dando la lata continuamente, y como los seres humanos, por naturaleza, somos flacos de voluntad, pues caemos muchas veces en tentaciones de cosas que son insignificantes y entonces se crea un problema. Las relaciones humanas sería la primera asignatura que deberíamos tener los seres humanos para desintegrar estos problemas de cualquier orden.

Presentador 1:

—Como hemos hablado en distintas conversaciones filosóficas, quizás la base de todo esto radica en el control de la persona, en el nosce te ipsum, que dicen los latinos. «Conócete a ti mismo». ¿Quizás, si uno se conociera, podría dominar o saber las motivaciones, los instintos, los sentimientos que afloran diariamente en cada instante?

José Tarrazó:

—Consideramos que es un ordenamiento de energía y pensamiento, es decir, que si nosotros cuando pensamos tuviéramos que ver las cosas fríamente, cualquier problema que nos afecte, sea del orden que sea, deba ser discernido, discernido con mucha frialdad, entonces veríamos el problema de otra manera. Hay un ejemplo muy bueno, y es que una persona está enfadada por cualquier cosa, por una tontería; si cuando está enfadada escribiera lo que piensa y dejara durante unos días ese escrito encima de la mesa, encima de la mesilla de noche, cuando hubieran pasado dos o tres días, se habría dado cuenta de que sus reacciones, su cuerpo emocional y su cuerpo mental, habrían actuado de una manera incorrecta.

Presentador 1:

—Bueno, otro ejemplo que sirve también como anillo al dedo de lo que está comentando J. T. Por ejemplo, cuando una persona está viviendo un problema muy fuerte o una sensación obsesiva, una especie de excitación límite, muchas personas recomiendan el que se olvide un poco de ese problema, que lo deje aparcado y que descanse, que duerma un ratito. Y entonces cuando despierta ya ve el problema de otra manera, de otra forma.

José Tarrazó:

—Desde otro punto de vista. Sí, creo que eso sería bueno, y que la mayoría de las veces cuando estamos obsesionados con cualquier cosa es porque se denota en nosotros un afán de querer resolver o querer ponerlo en claro. Entonces es cuando hacemos una fuerza a la inversa, es decir, no diluimos esta situación, este problema. Entonces, los seres humanos tendríamos que aprender a pensar y actuar desde otro punto de vista.

»Los problemas en su origen podríamos decir que son, nacen desde un punto que es el egoísmo. Es decir que el egoísmo, la insatisfacción, el orgullo, una serie de cosas, como dirían los padres de la Iglesia: los siete pecados capitales, afloran en nosotros y nosotros los manejamos continuamente. Esos siete pecados capitales, o esos defectos o pequeños problemas, se agrandan a través de que nosotros les damos una importancia que no tienen. Es decir, creo yo que es un problema psicológico el que nosotros podamos resolver cantidad de problemas. La humanidad, habrá un momento en que cambie, estamos en un momento de cambio total a nivel planetario. Y entonces estamos viendo que los problemas que tienen los jóvenes o los problemas que tienen los adultos, son totalmente diferentes. El enfoque de cualquier problema está visto por unas etapas de evolución de las razas y de las personas. Y entonces, muchas veces hay jóvenes que dicen que pasan y no es que pasen, es que enfocan el problema desde otra perspectiva, y entonces ese problema no es tal problema.

Presentador 1:

—No, pero, J. T., no podemos ignorar que hay ocasiones pues que sí hay problemas grandes que acucian a cualquier ser humano. También es cierto que hay algunos problemas que no son tales. Cuántas veces hemos escuchado de que un niño se ha suicidado porque no ha sacado buenas notas, creo que eso era un problema fácil de resolver, el problema sería el tratar de introducir el clavo por el lugar no adecuado. Creo que habría otra solución.

Presentador 2:

—O el problema de esa señora que encontraron en Galicia, una mujer que tenía siete centímetros de barba y estaba calva, que la encerraron en un cuarto para que los habitantes de esa población no pudieran ver la degradación física de esta persona.

Presentador 1:

—Creo que son problemas que a lo mejor lo que falla es el planteamiento de la resolución del problema, a lo mejor, quizás, con una posible solución adecuada, bien sea internándola si es preciso en un lugar adecuado. Y al niño, quizás, tratándole de decir que, si no es un buen físico, pues será un buen químico, pues tampoco pasa nada.

Presentador 2:

—Vamos a complicarle hoy las cosas a J. T., a crearle muchos problemas para que así pueda contestar, y de esta forma también a los oyentes, pues se pueda facilitar que ante situaciones límite, situaciones complicadas, siempre hay una vía, una salida, siempre que la persona actúe de forma consciente en este aspecto.

»Y está el caso, que el otro día se pasó por televisión, de una mujer que lo tenía todo, estaba participando en el cine, comenzando a realizar una carrera artística, y un grave accidente acabó con todas sus aspiraciones. Es otro problema, porque de golpe y porrazo ha pasado de tener una vida plena, a prácticamente no poder moverse para nada, necesitando a alguien que le ayude, incluso para cambiarse o para lavarse u otro tipo de necesidades.

Presentador 1:

—Perdón, J. T., contestando a presentador 2, ahí sí que realmente hay un problema, ya no se trata simplemente de tratar de buscar una solución. Aquí, en realidad, para ella indudablemente ya tiene un problema físico.

Presentador 2:

—Le hemos metido a J. T. en esta terna de problemas…

José Tarrazó:

—Vamos a intentar resolver este embrollo. Tendríamos que hacer una separación entre los problemas personales y los problemas originados por el colectivo de la sociedad, el cual en muchas ocasiones tiene unos intereses creados que los empujan a crear problemas.

»Podríamos hablar del problema de la droga, del problema de las guerras, del problema de los marginados, de tantos y tantos problemas sociales que, mientras se están gastando cantidad de millones de dólares en cosas innecesarias, estos problemas están olvidados. Y entonces podemos catalogar a estos problemas como problemas intencionados.

»¿Qué tendríamos que hacer las personas humanas? Reaccionar, en la medida de cada ser humano, no en contra de esa situación, sino intentar solucionar a nivel personal, y a continuación a nivel colectivo, todas estas cosas. Es decir, todos, absolutamente todos, desde el origen del hombre, desde que el hombre tomó conciencia de que era hombre, empezaron los problemas, y empezó el miedo, que es otro de los orígenes de los problemas. Los problemas del miedo. Es decir que todos los seres humanos tendríamos que pensar. Esta comparación la he hecho muchas veces y me gustaría repetirla, el ser humano está compuesto de los cuatro reinos de la naturaleza. Los reinos se desarrollan cada cual evolutivamente y entonces resulta que, por ejemplo, una planta, un vegetal, o un mineral o un animal, se están desarrollando de una forma diferente a nosotros, es decir, no tienen esos problemas, no porque no sean pensantes, sino porque se desarrollan por las causas de la ley, podríamos decir, de la ley planetaria, la ley cósmica, mientras que los seres humanos estamos haciendo una especulación tras otra. Es decir, somos capaces de ver que el traje que lleva esta persona no me gusta, o la otra persona ha comprado una determinada finca o piso, y queremos el nivel del otro.

»Siempre decimos, ¿es que no seré una persona humana como los demás?, ¿qué no tendré derecho a esto o lo otro? Y entonces se originan unas formas mentales de desequilibrio. Si cada uno de nosotros, al límite… es decir, las fuerzas que tenemos, tanto de carácter psicológico, como mental, como físico, como económico o intelectual, que son valores que a veces no se cotizan, son valores olvidados, revolucionaríamos a esta sociedad que nos empuja al consumismo y a todas esas cosas. Cantidad de problemas se habrían diluido.

»Un problema vital que existe en la sociedad, y que todos llevamos ingénito, es el del egoísmo. Es que somos egoístas por naturaleza. Entonces, si en vez de mirar las cosas desde un punto de vista totalmente negativo, ocupáramos el tiempo, que en parte nos sobra, en cosas verdaderamente altruistas, del orden que sean, los pensamientos no serían de ese egoísmo. Si quisiéramos dar algo más a la sociedad, si quisiéramos desarrollarnos un poco más como se desarrollan los distintos reinos puesto que nosotros somos parte de esos reinos y nosotros nos apoyamos para vivir, porque estamos físicamente constituidos de ellos—, veríamos las cosas de la vida de otra manera.

Presentador 1:

—J. T., a mí me da la impresión de que quizás también radica la grandeza del ser humano, y ante todo la diferencia que tiene con otros reinos, ya que, efectivamente, digamos, un abeto nace en una pradera y se conforma en nacer, crecer y morir en esa pradera, y no se mueve. El hombre, pienso que, efectivamente, si ha evolucionado hasta el estado que hoy tiene, es porque fue —tú dices «egoísta»—, yo me atrevería a decir, inconformista. O sea, trató de buscar un hábito, o quizás unas costumbres, o incluso una comodidad superior o diferente, por eso estamos en este desarrollo, y quizás lleguemos a otro, de lo contrario estaríamos todavía corriendo con el hacha de piedra detrás del ciervo.

Presentador 2:

—Yo haría también solo un inciso, y es que vivimos en una civilización que ha profesionalizado los problemas, es decir, tenemos profesionales para solucionar esos problemas, tenemos abogados… o incluso, es una comparación un poco exagerada, los llamados yuppie o ejecutivos, entre otras de sus cualidades, son especialistas en solucionar graves problemas empresariales.

José Tarrazó:

—Creo que esta situación, es decir, el meollo de esta situación existe porque el hombre ha avanzado más tecnológica que humanitariamente, es decir, existe un desequilibrio entre estas personas que dan solución a todo, pero que dan una solución que es insatisfactoria, porque los problemas, en general, no desaparecen mientras cada ser humano no entre dentro de ese mismo problema.

»Es decir, tenemos, como tú dices, los ejecutivos, los abogados, los psicólogos, los médicos… pero yo diría que nosotros, como seres humanos, podríamos resolver el noventa por ciento de los problemas a través del discernimiento, a través de ser más solidarios con los demás, no ser tan egoístas, a través de practicar un poco el amor fraternal. Entonces, resultaría que muchas cosas se desintegrarían. Y las personas que empujan a esta sociedad al suicidio colectivo, y esto es muy gordo, ¿eh?, en el consumismo, ellos mismos se habrán estrellado.

»Con esto no estoy en contra de los avances científicos, tecnológicos, y de la mejora de calidad de los seres humanos. Al contrario, lo que yo quiero expresar con estas conversaciones es decirles: «Señores, detengamos un momento el reloj de nuestra vida y miremos en qué punto nos encontramos de esa esfera del reloj».

Presentador 1:

—Esto un poco es también hacer de abogado del diablo, pero J. T. nos podría contestar. Muchas personas pueden pensar en este momento: «Muy bien, voy a intentar no ser egoísta, pero lo que está claro y sencillo es que yo ahora estoy viendo un reloj, o estoy viendo un color, y ese color lo estoy viendo yo sola, si me doy un pellizco yo soy la que siente ese dolor o ese pellizco». Entonces, todo pasa por un tamiz o por un filtro personal, por un filtro del ego, del yo. ¿Cómo se puede evitar que ese filtro no se quede solo con la sensación personal, con la sensación individual, y que reciba otra serie de sensaciones externas, que no tienen la misma fuerza naturalmente que las internas, que uno mismo percibe?

José Tarrazó:

—Hay una cosa muy interesante, y es la atención hacia todo lo que está a nuestro alrededor. Normalmente, si nos damos cuenta, estamos viviendo y no prestamos atención a muchas cosas, vivimos superficialmente.

»Entonces, para ver esa situación que tú estás hablando ahora, tenemos que ser seres, que podemos serlo… Es decir, no estamos hablando de seres de otras galaxias, estamos hablando de las cosas que nos están ocurriendo cada día a nosotros. Si prestamos atención a las cosas… Es decir, prestar atención, ¿qué quiere decir? Esta es la pregunta. Quiere decir que muchas veces estamos tan absorbidos por el exterior, que en nuestro interior existe una pequeña luz que está casi apagada, y entonces no entramos dentro de nosotros mismos. Si interiormente, nosotros, como seres humanos, como seres que estamos viviendo en esta sociedad que nos ha tocado vivir, y en la cual cada ser humano tiene, con arreglo a aquellas facultades internas que posee… Es decir, que no se trata solamente de las apariencias externas. Yo digo muchas veces: vemos una casa con una fachada muy bien pintada y muy bonita, y que, por dentro, cuando entramos, está toda hecha una calamidad. Pues a los seres humanos también nos puede ocurrir lo mismo, que nuestra fachada, nuestro exterior, nuestra manera de ser externamente sea de una manera y que interiormente sea otra totalmente diferente.

»Esto es algo que requiere la suprema atención, para de esa manera poder conectar con la realidad de los problemas que nos están tocando vivir a todos. Unos por enfermedades, otros por necesidades económicas. Cada uno tenemos nuestros problemas.

»También hay que decir una cosa, los problemas a veces son originados por una ley causa-efecto, de acción y reacción, y entonces tendríamos que pararnos un momento y ver si dentro de ese problema está esa ley de acción y reacción.

Presentador 1:

—Otra cosa que quería añadir a lo que está comentando J. T., es que todo el mundo cree que sus problemas son los más graves y los más importantes.

Presentador 2:

—Sí, yo quisiera decir algo. Yo creo que hay muchos problemas, pero bajo mi punto de vista, podríamos separarlos en grandes bloques. Unos son los problemas propios, los problemas que nosotros creamos, por llamarlos de alguna forma. Y otros son los problemas ajenos, y no precisamente los problemas ajenos de aquellas personas que los tienen y nosotros no, sino aquellas personas que nos pasan un problema. Lo voy a tratar de explicar.

»Tú has hablado hace un momento de las guerras, pues muchísima gente inocente muere en una guerra cuando realmente no tiene nada que ver en ella, es un problema que le han acarreado otros. Anoche también vimos un reportaje de la televisión, donde daban imágenes sobre Chernóbil, aquellas personas realmente sufrieron un problema físico grave, y tampoco tenían nada que ver con ese problema, era un problema que habían heredado, que incluso les impedía salvar su vida.

»Y en cuanto a otra cosa que tú decías también sobre la fachada y lo catastrófico que pueda ser uno por dentro, ese es otro problema, porque uno puede tener una fachada y considerarse que es una calamidad, o el vecino considerar que ese señor es una calamidad. Pero yo pienso que si el ser, como tal, piensa que él está contento tal y conforme es, el que es una calamidad precisamente es el otro, que está pensando que este es una calamidad. Lo que quiero decir es que cada persona tiene que ser tal y conforme es. Y el problema empieza cuando realmente quiere aparentar lo que realmente no es.

Presentador 1:

—Es el efecto del mimetismo o el de intentar copiar las cualidades o los defectos de los demás.

José Tarrazó:

—Yo recuerdo en una ocasión que estaba con un industrial portugués, una bellísima persona, y claro entramos en una amistad bastante profunda. Un señor muy rico, y siempre se llega al fondo de unos determinados problemas o cosas. En fin, que tenía una inmensidad de dinero. Tenía fábricas, tenía todo a su alcance. Y cuando entramos en la vida íntima, que esto es un el reflejo de la vida de cantidad de personas, yo le dije lo siguiente: «No es más el que más tiene, sino aquel que se conforma con lo que tiene». Es decir que muchas veces nuestro pequeño egoísmo, nuestro gran egoísmo, nuestra envidia, nuestra manera de querer aparentar ante una sociedad lo que no somos, origina todos estos problemas. Mientras que, si nos presentamos tal y como somos, es decir, cada uno con sus virtudes y sus defectos —y nadie mejor que uno conoce sus propias vilezas—, entonces es cuando muchas de estas cosas que nos ocurren, que nos acucian, tenemos que comunicarlas a los demás porque así descargamos, en parte, esa energía. Pero no queremos asumir la responsabilidad de este problema, lo contamos para esquivarnos, para vaciarnos, pero nos vaciamos muy poco, no nos hacemos responsables de una situación determinada, bien sea de una enfermedad o de lo que sea. Entonces resulta que el ser humano demuestra que no quiere cambiar, es decir, si hay ánimo, hay voluntad —he dicho al principio de este diálogo que la voluntad es muy flaca en los seres humanos— se supera todo.

Presentador 1:

—Creo que queda la pregunta en el alero, no sé, por intuición o por lo que sea, se me acaba de ocurrir, y quizás muchos oyentes, a lo mejor, se lo estarán preguntando. El problema, lo que sucede en muchas ocasiones, es que es un fenómeno de ida y vuelta. Se va y cuando todo el mundo cree que ya no va a volver, aparece de repente en el momento más inesperado. La pregunta clave sería: ¿cómo se puede eliminar de una forma definitiva el problema o los problemas?

José Tarrazó:

—Sí. Pues todos ustedes saben que los problemas, cuando son de carácter psicológico, derivan en depresiones. Aquí hemos tenido la suerte de hablar de las depresiones y hemos visto el origen de esas depresiones. Al crear un problema hemos creado lo que se llama en una terminología filosófica «una forma mental». Pues voy a explicar muy sencillamente, imaginariamente, lo que es una forma mental. Nosotros hemos hinchado un globo, esos globos con los que juegan los niños, lo hemos hinchado, lo hemos atado y lo hemos soltado, y entonces el globo va ascendiendo hacia arriba. Es decir, hemos creado esa forma en un color determinado. Pero ¿qué pasa?, que nosotros invocamos continuamente el querer coger ese globo mientras que, si lo soltáramos, y a ser posible destruyéramos esa forma mental, pasaríamos olímpicamente de esa situación haciéndole frente a la realidad que tenemos. Entonces resulta que la solución para deshinchar esta forma mental sería no crear más imaginariamente, no darle más vueltas al coco de todo este problema. Porque un problema del orden que sea está originado por un pensamiento, por una situación determinada del orden que sea. Y a veces no siendo un problema, sino siendo una simple expresión lingüística, por ejemplo: «Mira que me has quitado el cacharro de ahí», «Oye, que te has puesto la corbata que no quería yo que te pusieras» … Entonces viene una fricción, entonces resulta que, por una tontería, por una sandez de este o de otro tipo, resulta que hemos creado una fricción, de cuya fricción ha crecido una forma mental. Dicha forma ha creado un roce, una enemistad, un estar, por así decirlo, un poco enfadado. Y así podríamos hablar de todos los problemas humanos, tanto de orden físico como psicológico, del orden que sea.

»Solamente cuando nosotros hemos deshinchado ese globo, le hemos dado un puntapié, lo hemos roto y hemos dicho: “A partir de este momento otra situación, y no a esta situación”, no autorecreándonos, no autocompadeciéndonos de nuestras pequeñas miserias. Entonces es cuando nosotros habremos creado una situación diferente.

»Quisiera contestar una cosa: el problema de las guerras. El problema de las guerras o los grandes genocidios mundiales están originados por otras causas y efectos que desconoce la humanidad. Dices: “Muchas veces pagan justos por pecadores”. Pero hay una serie de gentes, por así decirlo, de locos, de magos negros, de gente especuladora, de gente que tira de gran parte de la economía de las guerras, haciendo un negocio puramente negro. Entonces sufren todos estos seres que están en alrededor de ahí. Es decir, ¿qué tendríamos que hacer con esta situación de carácter colectivo? La sociedad se tendría que rebelar a coger ese patriotismo, lo que a veces se ha llamado patriotismo, que es dañino por enfrentar unos seres contra otros. Esto solamente la parte animal del hombre es capaz de llegar hasta ahí.

Presentador 2:

—Yo quiero decir una cosa, desde mi punto de vista: el problema solo lo tiene aquel que es inconformista. El que se conforma no tiene ningún tipo de problema.

Presentador 1:

—Y a veces quien se conforma tiene el problema de conformarse. Bueno, no da tiempo para más.

José Tarrazó:

—Muchas gracias y hasta la semana que viene.

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