La Soberbia

José Tarrazó:

—Muy buenas noches, queridos radioyentes del programa «Proyección 2000». Aunque la lluvia está persistentemente cayendo en nuestra comunidad, no por eso esta noche les vamos a defraudar en el tema que han elegido nuestros queridos contertulios. Un tema que quizás nos toque a casi todos los seres humanos. Dicho tema es la soberbia. Tiene múltiples facetas y podríamos decir de ella cuanto quisiéramos, pero mejor que nuestros queridos contertulios —el psicólogo R. M. S. y su querida esposa M. S. C., también psicóloga— van a deleitarnos con este programa, y que todos Vds. desde sus receptores puedan escuchar y puedan comparar todo aquello que se diga respecto a este pecado capital que es la soberbia. Un tema siempre actual y anclado en la sociedad y en los seres humanos.

»Queridos contertulios, muy buenas noches, ya R. M., sin más dilación, nos va a hablar de lo que él, como psicólogo, ve sobre esto, de este pecado capital, sobre estos vicios, sobre todo lo que conlleva la soberbia.

»Don R., cuando usted quiera.

Invitado 1:

—Sí, en anteriores ocasiones también hemos hablado concretamente de la envidia, hoy vamos a tratar la soberbia. Hay varios términos que se usan frecuentemente en la vida cotidiana, la soberbia. Se dice una persona que es soberbia, que tiene soberbia, el orgullo se usa mucho, una persona se dice que es orgullosa, la vanidad y el opuesto, la virtud opuesta a la soberbia, como todo el mundo sabe es la humildad. Sería muy interesante empezar por definir estos términos de una forma sencilla, que todo el mundo lo puede entender, para poder comprender mucho mejor sus causas y de dónde surge todo esto.

»La soberbia, pues… y el orgullo, ahora luego, después, lo diferenciaremos pues, como todos sabemos es un estado subjetivo que vive la persona, en el cual se siente superior a los demás, la persona considera que tiene unos valores superiores a otros seres humanos y se siente emocionalmente a gusto, agradable, siente un cierto placer; la persona se da cuenta de que quizá tiene unas cualidades superiores a los demás y si no las imagina, se imagina que tiene estas cualidades en un grado superior al que realmente las vive y, por lo tanto, emocionalmente nota un placer. Este placer es lo que le hace pues alimentarlo y vivirlo quizá durante mucho tiempo o quizá durante toda su vida.

»El orgullo, pues, es más habitual; el orgullo a veces incluso se utiliza como un término, como algo menos peyorativo. La soberbia tiene unas consecuencias más negativas, se trata de subvalorar y de, a veces, de agredir a las otras personas. El orgullo, a veces sin considerar a los demás… uno simplemente, como he dicho antes, siente que es superior y nada más.

»Uno se recrea en sus propias cualidades, reales o imaginarias, y la vanidad podríamos decir que es el orgullo relacionado con la parte afectiva. Uno desea ser admirado, que los demás le presten atención, que los demás estén cerca de él, que le admiren, que reconozcan sus cualidades.

José Tarrazó:

—Yo les haría una pregunta. A ver cómo Vds. encajan esta pegunta, ¿la soberbia es una entidad que causa dolor a aquellas personas que la practican?

»Dª M.

Invitada 2:

—Sí, efectivamente, causa un gran dolor a todas las personas que sufren este tipo de… por decirlo de alguna manera, de enfermedad. Efectivamente, la persona soberbia busca siempre el placer, la gratificación, busca siempre resaltar sus cualidades ante los demás, que las circunstancias sean propicias para ella, de tal manera que ella pueda resaltar sus cualidades en ellas. En las personas, se comporten de una manera que a ella le agrade, le satisfaga, en ese sentido ella se siente cómoda, a gusto y porque está realmente cumpliendo lo que es un deseo… es un deseo emocional en la personalidad, pero realmente le produce un placer con el cual ella se identifica.

»Realmente los momentos en los cuales esto no es así, en los momentos que las personas manifiesten su opinión, manifiestan su comportamiento, que no del todo es… no tienen por qué coincidir con el de la persona soberbia, en la medida en que las circunstancias no son siempre a su favor. No siempre las cosas suceden tal y como nosotros las deseamos, en la medida ella tiene una… un... se comporta de una manera muy ofuscada en la vida, y en la medida en que no le salen las cosas como ella realmente se ha propuesto y se ha fijado, se produce un gran sufrimiento, y ese sufrimiento es el que le crea una gran tensión, un conflicto en ella misma, una frustración, que muchas veces se manifiesta en estados de ira, de una ira que, por no saber controlarse, se manifiesta por una actitud de desprecio y de menoscabo a la propia dignidad de las personas que se encuentran ante ella.

Invitado 1:

—Sí, a veces se observa que, a diferencia de otros vicios como la envidia —que implica mucho sufrimiento—, depende del grado por supuesto… pero la envidia y la ira suponen un cierto desagrado para la persona que lo vive. El, la… soberbia y el orgullo suponen un cierto placer. Lo que ocurre es que con el tiempo ese placer, por el hecho de ser emocional, pues cambia, varía, desaparece y surge el dolor. De tal modo que con el tiempo la persona orgullosa, si esto lo mantiene en su vida, no como una cosa esporádica sino como algo habitual, llega a sufrir. Y se da cuenta o no se da cuenta, pero tarde o temprano… así ocurre, como con todos los problemas, de que tiene que cambiar, porque el sufrimiento es algo que a nadie agrada.

»Por lo tanto, este dolor, este sufrimiento, está en la base de la transformación. Luego hablaremos de cómo esto se puede contrarrestar. Pero ya casi podría decir que el dolor purifica, el sufrimiento hace que el ser humano pues… cambie, busque una transmutación de ese estado.

José Tarrazó:

—Las personas que son orgullosas, que son soberbias por así decirlo, tienen esa altivez y ese orgullo. ¿No creen Vds. que les crea tal situación psicológica en ellos que no se encuentran bien, a pesar de que practican sin darse cuenta esta soberbia o esta altivez?, ¿no creen Vds. que les desequilibra como seres humanos?

Invitado 1:

—Sí, por supuesto, les desequilibra como seres humanos. Tiene mucha relación con la parte emocional, no solo este, sino todos los vicios. Y podría decir que en la base de todos los vicios subyace el egoísmo, el egoísmo humano.

»Hemos hablado muchas veces de lo que es la personalidad, lo que consideramos que es la personalidad, la parte física, emocional y mental del ser humano. También aquí, en estos programas, se ha hablado de que todos tenemos una dimensión superior, unos niveles más superiores. El Yo Superior, que es voluntad superior, amor y luz. Esos niveles espirituales, que todo ser humano tenemos más o menos desarrollados, pues ocurre que cuando estos niveles superiores no se expresan a través de la personalidad, uno no vibra con luz, con amor, con armonía, con paz. Pues, entonces la personalidad, su cuerpo físico, emocional y mental pues vibran en su propio nivel, buscan su propio egoísmo, su propia satisfacción. El cuerpo físico, los deseos y los pensamientos buscan su propia satisfacción y entonces una de estas satisfacciones es la de sentirse diferentes de los demás. Y al sentirse diferentes, se ven, incluso se imaginan o exageran, como seres superiores. Esta es la causa psicológica cuando uno está identificado, es la palabra, con los distintos aspectos de su personalidad, su cuerpo físico, emocional y mental. Y entonces las cualidades que uno tiene, que a veces tiene, o que uno imagina tener, cualidades desarrolladas de, de... habilidades físicas, de memoria, de intelectualidad o de deseos, o de sentimientos, pues alardea de ellos y busca que tengan más fuerza que los demás.

José Tarrazó:

—Las características normales de esta serie de personas, ese exceso de presunción de las cosas, ese estado de pomposidad, por así decirlo, es decir, de ver las cosas grandes y altivas, ¿no creen Vds. que se ve un engaño dentro de la realidad de ser humano que, viendo quizás desde otros puntos de vista más humildes, no podrían hallar una satisfacción más equilibradora en estos seres?

»Dª M.

Invitada 2:

—Sí, efectivamente, su problema reside ahí, en esa falta de humildad. En la medida que estas personas se sincerasen más con los demás, en la medida que se buscará una cercanía mayor a los demás… puesto que el problema que ellos tienen es un problema de separatividad, puesto que, al ensalzar sus cualidades, están resaltando la deficiencia de esas cualidades en los demás. En la medida que ellos aprovecharan cualquier circunstancia para ser un poco más igual… considerar y tratar a los demás de igual a igual, de esa manera sentirían una cercanía hacia los otros, un amor hacia los otros, una comprensión, un respeto a su forma de ser, a sus opiniones, sentirían realmente un poco más el amor hacia ellos con una actitud más dulce, más comprensiva, más sincera, más respetuosa, porque realmente con esa actitud altiva lo único que hacen es alejarse de esa actitud que realmente tiene que ser la correcta y no la otra, que les hace ser más egoístas y esa actitud no les conduce nada más que al sufrimiento.

José Tarrazó:

—Yo resaltaría tres características, dentro de estas personas que son soberbias, que son: la cólera (la ira), la estupidez y la ignorancia, sin que nadie se sienta aludido al pronunciar estas palabras, porque en ningún caso, a través de estas conversaciones, pretendemos herir la susceptibilidad de ninguna persona, ni de los radioyentes que continúan escuchándonos a través de estas antenas. Pero estas tres características, en esta serie de personas, creo que las encuadraríamos ahí; yo quisiera que el psicólogo don R. M. contestara a esta visión mía.

Invitado 1:

—Sí, la ira, que es otro de los grandes vicios. Quizá en otro momento hemos de ver que se manifiesta de muchos modos, desde un simple resentimiento hasta la agresividad, la hostilidad hacia los demás, la venganza, etc., etc.

»Pues la ira es una de las formas de reaccionar del ser humano, incluso como autodefensa. A veces, inconscientemente, la persona busca esa compensación de lo que no tiene. No lo hemos dicho, pero a veces, el hecho de haber sido tratado uno en la infancia, o en cualquier momento anterior de su vida, de una forma inferior, se le ha subvalorado, pues la persona tiene latente en su interior, inconscientemente, una tendencia, una pulsión, por buscar una compensación. Y entonces esa compensación la canaliza a través de sentirse superior, y una de las manifestaciones también de compensación es la ira, la agresividad hacia los demás cuando no se comportan adecuadamente o para subvalorarlos, disminuirlos, para hundirlos, para verlos inferior a su propio estado, con lo cual se va a sentir por encima de ellos. Hay un aspecto también muy interesante en relación con la humildad.

»Se sabe, se dice, que la humildad es la virtud opuesta a este vicio de la soberbia, pero sabemos que la humildad muchas veces es lo que podríamos llamar, para entendernos, una falsa humildad. A veces, el ser humano se pasa al extremo opuesto como un péndulo que oscila hacia un lado y después oscilará en la misma medida hacia el otro lado. El ser humano puede irse hacia un extremo, que sería la soberbia, y hacia el otro extremo, la falsa humildad. Cuando la persona, incluso inconscientemente, tiene también unos sentimientos de orgullo al demostrar a los demás que es más humilde, que es humilde. En este sentido la verdadera humildad sería el estado de equilibrio en el que uno se ve tal como es, en su justa medida, o, por lo menos, en la medida lo más aproximada, ni en más ni en menos. Y lo reconoce y no se entretiene pensando en que es superior a los demás, sino en buscar las necesidades de los demás y buscar cuáles son sus deficiencias para ayudarles en su elevación. Ese sería la humildad, tiene un sentido más equilibrado.

José Tarrazó:

—Estamos dándonos cuenta de que esta temática es muy amplia y se podría alargar infinitamente porque casi no hemos tocado muchos puntos, pero yo quisiera que Vds. explicaran un poco el sentido que le voy a dar yo a esta cuestión y es que, en estas personas soberbias existen, podríamos decir, que existen bajos instintos puramente emocionales, por darles una denominación para que los radioyentes puedan entender esta cuestión, Dª M.

Invitada 2:

—Sí, existe la parte emocional inferior del ser humano, pues es la que prevalece sobre la parte superior y amorosa del ser humano; entonces se recrea la persona en estos bajos instintos, en estos instintos que ella no hace nada por controlarlos, cuando realmente, pues, se está identificando con ellos y los está alimentando con su comportamiento. Realmente esta actitud, pues, lógicamente, le conduce a este estado de soberbia que debiera ella hacer todo lo posible por superar. Puesto que lo que ocurre en ella es… existe un estado como de rebeldía, y esa rebeldía también está alimentada por estos bajos instintos; rebeldía, ante todo, ante la vida en sí. Por lo tanto, no debiera de ser tan instintiva y debiera de poner un poco más de paz en su interior y adoptar una actitud más equilibradora, que es la de la humildad, y controlar esos bajos instintos y ver, saber retener, saberlos tenerlos a raya bajo su control, bajo el control de su parte más superior, y no permitir que afloren. Y procurar, pues, darse cuenta, puesto que la persona sabe que muchas veces se encuentra en no querer reconocer, no querer aceptar las cosas, no querer verse a sí misma, tal y como es realmente, con sus defectos, puesto que está demasiado engreída en creer tener unas cualidades que realmente, pues, no las tiene, y aunque las tuviera, ese alarde que hace está denotando que puede tener alguna cualidad, pero está demostrando tener muy pocas de otras que necesitaría tener. Por lo tanto, debiera de desarrollar más la luz y amor para de esa manera dejar a los bajos instintos en el aspecto donde tienen que estar, en la parte inferior, pero que han de estar iluminados por la parte superior y no dejarse controlar por ellos.

José Tarrazó:

—A mí me gustaría que R. M. explicara de una manera muy concreta, como él sabe hacerlo, a nuestros queridos radioyentes, las soluciones que hay, que es importante que nuestros queridos radioyentes sepan las determinadas soluciones que pueden haber ante esa situación de soberbia, ante toda esta numeración que hemos ido desgranando en la tertulia de esta noche, y que los que nos están escuchando sepan que es posible no ser soberbio, es posible trasmutar esa situación del emocional a un estado superior de conciencia, en el cual cada uno… aquella parte que tengamos de soberbia o de estos llamados pecados capitales, podamos transmutarla en algo más humano.

Invitado 1:

—Sí, se habrá deducido de lo que estamos explicando, en cuanto a causas que surgen debido a la falta de luz, la falta de amor… Con la falta de luz se entiende la falta de comprensión. Por lo tanto, en la medida en que nuestra vida… no para eliminar esto, sino para desarrollarnos, vamos actualizando nuestro potencial de luz o comprensión de la vida en todos sus aspectos, vamos desarrollando también la cualidad de amor. De esto hablamos muchas veces pues, evidentemente, la soberbia y otras cosas van desapareciendo.

»Es evidente que, en la medida en que esa atención aparece —y que también hemos nombrado muchas veces— y la aplicamos a todos los instantes de nuestra vida y a determinados comportamientos o mecanismos psicológicos en nuestro interior, como por ejemplo lo que ocurre con la soberbia, pues entenderíamos qué es lo que está sucediendo, qué es lo que pasa ahí, qué es lo que ocurre.

»En la medida en que nos abramos a considerar a todos los seres humanos y a todo lo que nos rodea como parte de una misma unidad, y desarrollemos el amor, pues, evidentemente, esa emocionalidad, esa energía del plexo solar, va transmutándose al centro cardíaco. La persona, en la medida en que vibra a nivel de amor, o a un nivel superior y a nivel de comprensión, como digo pues, evidentemente, va desapareciendo. Así que, sin trabajar directamente sobre la soberbia o haciéndolo de una forma directa también, de una forma deliberada, se puede ir eliminando.

»De todos modos antes hemos hecho alusión a que cuando llega el dolor y el sufrimiento, uno se replantea cosas, aunque no tenga una ayuda externa, empieza a cuestionarse si esa forma de vivir, esa forma de ver a los demás y de ver las cosas es la que debe de seguir. Por lo tanto, lo que deberíamos tener en cuenta es no esperar a sufrir, no esperar a que la vida nos vaya trayendo todas las consecuencias de nuestro mal funcionamiento, de nuestro discordante sistema de vivir, y, por lo tanto, poner antes los remedios que todos sabemos que existen dentro de nosotros.

José Tarrazó:

—Yo consideraría unas cuantas cosas, pero ya el tiempo se nos está escapando y vamos a sintetizar en lo posible esta conversación que tenemos hoy.

»Yo me imagino por un momento que las personas soberbias están en un estado continuo de carnaval, es decir, están manifestando, como decían antes los compañeros, aquello que interiormente tienen, pero que no les encaja dentro de unos niveles de equilibrio. Por lo tanto, ese carnaval, esas personas que se sienten siempre disfrazadas, es decir, de lo irreal podríamos decir… ¿Qué opinan Vds. de esta situación? Con esto no quiero decir que se desmerezcan los carnavales, ni cualquier manifestación folklórica, pero sí ese estado de transmutación, de interiorización y exteriorización de aquellas cosas que a veces han sido reprimidas y que nos han llevado a la soberbia, a la envidia y a todos estos pecados capitales.

Cualquiera de los dos puede contestar esta situación.

Invitado 1:

—Sí, has hecho alusión al carnaval. Carnaval me sugiere máscara. El ser humano vive psicológicamente con… no con una, sino con muchas máscaras. De tal modo que la actitud esta de soberbia, la actitud esta de orgullo, podríamos decir que es una máscara que el ser humano se pone ante la frustración de muchas cosas, ante la no actualización de lo que verdaderamente es. Es decir… que está poniendo, diríamos, una serie de barreras o de aspectos externos evidentemente que no son él, que no constituyen su verdadera naturaleza. Y que, por lo tanto, vive de una forma falsa.

Invitada 2:

—En la medida que esa persona no hace ostentación, en esa medida, esa persona pues se está acercando a los demás. Entonces, pues, realmente, debiera esa persona, aun teniendo alguna cualidad en no demostrarla a los demás, procurar acercarse más a ellos y comportarse de una manera sencilla y llana, en la medida de su ser más profundo.

José Tarrazó:

—Pues casi ya estamos al borde de esta emisión y creo que esta contertulia que hemos tenido aquí ha sido interesantísima, puesto que la verdad es que… todos los radioyentes, a través de estos programas de «Proyección 2000» habrán podido observar que semana a semana hemos ido desarrollando temas diferentes y temas que siempre están latentes y patentes en cada uno de nosotros, los seres humanos. Si para algo sirve este diálogo, este llegar hasta Vds., hasta los receptores, podrán observar que nuestro interés es que los temas cada día sean más candentes y nuevos. Porque para repetir temas que ya son muy sabidos y que no se profundizan, pues la verdad es que no podemos llegar hasta Vds. sino con estos temas.

»Ya nos están haciendo señas y nos despedimos. Hasta la semana próxima, si Dios quiere.

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