La Muerte

Presentador:

—Hola, buenas tardes, estimados radioyentes. Una semana más el programa conversaciones filosóficas está con ustedes. Y hoy tenemos la ausencia de su director y presentador José Tarrazó, pero tenemos aquí unos amigos con los que vamos a tratar un tema bastante profundo, vamos a hacer una aproximación hacia la psicología de la muerte.

»Quizás digan ustedes que el tema de por sí es adusto, es un poco seco, que desearían quizás un tema más emotivo, más atrayente, pero creo que con el enfoque que le vamos a dar quizás sea del gusto de ustedes. Porque vamos a intentar sobre todo dar un enfoque, no de aquello que sucede después de la muerte, sino dar una aproximación más o menos racional, psicológica, una aproximación existencial, a un tema que creo que es enormemente atrayente para todos nosotros, puesto que todos, todos sin excepción, un día u otro hemos de pasar por ese trance. Un trance que es un punto más de nuestra vida.

»Con nosotros esta tarde está P. L., un artista, compositor, guionista de películas, que tiene un enfoque muy profundo de la vida, y M. G., que también es compañero, trabaja con P. L., son pintores, artistas de una gran profundidad.

»Pues bien, sin más, vamos a comenzar a abordar el tema, y yo pondría sobre el tapete la primera y atractiva pregunta, ¿qué es realmente la muerte?

P. L.:

—Sí, es un tema muy vasto, muy amplio. El definir lo que es la muerte, según desde el punto de vista que se dé, puedes llegar a un enfoque u otro, pero en realidad la muerte se trata de la destrucción de, como mínimo, el cuerpo físico, después del cuerpo físico, de las cosas también. En fin, se habla por tanto de… yo lo uniría de la destrucción y, por tanto, pues, también es lógico que haya también un rechazo a estas cosas porque, a veces, se une a la destrucción. Aunque sea lógico que haya un rechazo, en realidad, si se profundiza un poco, se ve claramente que no puede haber un rechazo siempre, que se sabe, por la experiencia cotidiana y de la vida, que la destrucción siempre conlleva una construcción, que nunca… Cuando una piedra se rompe se acaba una piedra, pero nacen dos posiblemente; o cuando un edificio se tira al suelo, se derrumba, nace otro u otras cosas. En fin, lo cosa está en que son transformaciones.

Presentador:

—Entonces, tú, veo que estás dando un enfoque ahora principalmente como de pérdida de algo físico, algo, el propio cuerpo, por ejemplo, pero, M. G., ¿tú crees que la muerte solamente es eso, la destrucción del cuerpo físico, o la gente realmente si llega a tenerle miedo a la muerte es porque hay algo más detrás, y no simplemente el cuerpo físico?

M. G.:

—Bueno, yo creo que todos en esta vida nos damos cuenta de que además del cuerpo físico somos más cosas, o sea, tenemos emociones, tenemos pensamientos, y de alguna manera pienso que sí nos desprendemos del cuerpo físico, pero también nos desprendemos por supuesto de todas las emociones, de pensamientos, y de alguna manera es también la destrucción o la transformación de estos elementos que componen al ser humano. O sea que, al mismo tiempo, como decía P. L., que hay un rechazo, a veces o un miedo, a la pérdida de lo físico, pero puede haber también miedo a la pérdida de todas las emociones que rodean nuestra vida, o a los seres queridos o, si una persona lleva una vida, digamos, con un trabajo mental muy fuerte, pues claro, si se identifica mucho con eso, pues, también es fácil que pueda tener un rechazo a perder eso, ¿no?, no solamente lo físico.

Presentador:

—Yo os diría, alguien, cualquier radioyente, podría preguntarse: ¿y por qué morir?, ¿por qué tenemos que pasar por ese trance?

M. G.:

—Bueno, es que morir lleva una connotación, en esta cultura es x; en otra, será otra, ¿no? Entonces, al por qué morir, no sé por qué estás diciendo… o sea…

Presentador:

—Porque el ser humano muere, no desde el punto de vista biológico simplemente, sino por qué el ser humano…

M. G.:

—Tiene que descansar, hombre, que la vida da mucha batalla…

Presentador:

—Sí. ¿Vosotros no creéis realmente que el ser humano está en un entorno micro-macrocósmico al cual pertenece, y él es un elemento más de ese entorno? Y realmente estamos viendo que, en ese entorno biológico, psicológico, mental, de todo tipo, el ser humano no puede ser una excepción. Todas las personas creo que tienen muy claro que han de morir, pero ¿realmente es tan seguro?, ¿lo tienen dentro de sí tan afianzado eso de que se mueren y por qué se mueren? Creo que eso es causa muchas veces de dolor en las personas.

P. L.:

—Yo sobre esto, supongo que hablaremos un poco más, pero me gustaría poner sobre el tapete algunas cosas. La verdad es que es un tabú tan fuerte la muerte que no solamente no se habla como tabú sobre la muerte, se habla como una cosa que unos rehúyen, otros… pero no se habla como tabú. y se habla como tabú el sexo, por ejemplo. También a veces se une el sexo y la muerte, y no es casual estas cosas, porque el sexo, pues, sería un poco el origen de la vida, y la muerte sería la que hace que la vida física se acabe. Entonces, sí que tiene que ver.

»Pero de todas formas ese tabú tiene unas raíces de diferentes clases, ¿no?, pero es muy lógico que exista ese tabú, por la sencilla razón de que si hay algo seguro en esta vida es la muerte, todo lo otro no es seguro, pero la muerte es segura.

Presentador:

—Pero ¿no crees tú que ese tabú llegue de nuestra cultura?, porque, por ejemplo, en otras culturas no es tan tabú, pero en la nuestra sí. Es un tema que se soslaya, del cual casi no se puede ni hablar, que todo el mundo rechaza y lo deja, y no creo que haya nadie, por ejemplo, que, en una tertulia, cuando se habla de problemas, de muerte, o de otras cosas… todo el mundo lo deja. Eso es tabú, eso no se puede ni tocar. Entonces, ahí podríamos realmente ver las actitudes de las personas ante la muerte, no del que está a punto de morir ante la muerte.

»Me gustaría que hablásemos de la actitud de una persona ante la muerte, a muy largo tiempo, a largos años. ¿Cuáles son las actitudes de las personas?, ¿cómo creéis vosotros que son las actitudes que puede haber?

M. G.:

—Bueno, yo creo que muchas veces, la mayoría de las veces, no nos planteamos este tema, sino que vivimos. Y sí, sabemos que hemos de morir un día, pero no creo yo que la gente lo tenga muy presente en general, por supuesto, ¿no? Pero, no sé, no podría hablar yo en nombre de otros, ¿no? O sea, yo veo que socialmente es lo que estábamos diciendo, es un tabú, que tiene mucho que ver con lo que tú decías antes de las culturas, ¿no?, porque nosotros estamos en una, donde, al ser tabú, de esto no se habla. Al no hablar de esto, pues es el pez que se muerde la cola, es un tabú. O sea, y no sé, es algo muy personal.

P. L.:

—Sí, hay un rechazo generalizado a estos temas, y ese rechazo, entre otras cosas, es muy posible que sea también por la falta de información, pues al ser tabú justamente hay falta de información, falta de información correcta, tranquila y equilibrada sobre un asunto tan seguro como es la muerte y tan, tan natural, porque, creo, que es más natural que nacer, morir y vivir. O sea, esas tres cosas son las más naturales.

»Y, entonces, claro, por una parte sobre esto sí que hay una especie de rechazo. Y por otra, ya también M. G. ha indicado que se debe a una especie de ignorancia en ese sentido, en el sentido de que no se piensa, no se sabe. Esperas que alguien te resuelva la papeleta de qué es la muerte, de lo que significa, pero en realidad hay una ignorancia sobre este tema. Y podría haber otra actitud, supongo.

Presentador:

—Yo he observado que, muchas veces, este miedo, esta ignorancia, este rechazo realmente es porque la gente tiene miedo, pero ¿miedo a qué? Vamos a ver si podemos dilucidar un poco.

M. G.:

—Buena pregunta, tal vez sea eso, porque a qué, el QUÉ sería con mayúscula, porque al no saber el realmente cuándo, o sea… la falta de luz sobre una cosa es cuando se puede tener miedo, en el sentido de que miedo es un sinónimo de oscuridad, de no saber, de ignorancia. Pero cuando sabes algo, digamos, que el símbolo de luz es conocimiento. Entonces, lo que se dice siempre, el miedo es el rechazo a lo desconocido. En el momento conoces un asunto, una cosa, es fácil que ese miedo se pierda, ¿no?

Presentador:

—Sí, pero yo creo que la mayor parte de las personas no solamente tienen miedo por el más allá, o el después de la muerte, sino realmente el miedo viene a lo que hay antes de la muerte. ¿No creéis que el miedo al dolor es uno de los grandes tabús, una de las grandes cuestiones de los condicionamientos de la muerte? Ese miedo a sufrir, a sufrir porque se piensa, se cree que la muerte es enormemente dolorosa.

M. G.:

—Es que tiene mucho que ver con lo que hablábamos antes del apego al físico. Si nos identificamos tanto con lo físico, pues puede que venga el miedo al dolor. Sin embargo, nosotros, digamos, tenemos otra visión de nuestro yo, de lo que somos, y sabemos que no somos solamente el físico, sino que hay más cosas, pues es posible que ese miedo ya no sea tan pronunciado.

P. L.:

—Sí, la identificación con lo aparente suele ser una causa de miedo a la muerte, ya que te identificas con tus seres queridos, con tu cuerpo, y tal. Y sabes que esto se acaba, que no continúa, y entonces sí puede conducir al miedo. Claro, este asunto nos indica también un poco cómo se podría solucionar también, aunque es una cosa muy complicada. Yo veo que habría así una solución, así teórica, a este asunto, y sería la solución posiblemente de la desidentificación justamente de esto, y entonces, por tanto, la aceptación y la adaptación a la realidad.

Presentador:

—Sí, sí, posiblemente sea una de las mejores soluciones, el no estar identificado con nada, porque lógicamente, fijaros, la mayor identificación que existe está entre partes de nuestro cuerpo. La uña y la carne están totalmente identificadas y, cuando se tienen que separar, hay un dolor enorme entre ellas. Pero, además, yo creo que el dolor viene por… se potencia mucho más el dolor a la hora de morir justamente por no querer morir.

»Las personas que tienen gran apego a su vida personal, a su vida familiar, a su vida psicológica, que tienen miedo a perder aquello por lo cual se han identificado, a lo que han sido ellos mismos durante tantos años, cuando llega ese momento, al no estar habituado a verse desde otros puntos, desde otros planos, desde otros puntos de vista, entonces es cuando ven que van a perder todo eso. Y hay un gran dolor, no solamente físico, sino psicológico, que es muchas veces es mucho más doloroso. Y en ese momento se crea un rechazo contra la muerte. Y la no aceptación de la muerte es lo que provoca, a mi parecer, mucho más dolor, es como si diésemos coces, patadas contra un aguijón. Nos rebelamos contra ese aguijón y lo único que conseguimos es sufrir mucho más, en lugar de pasar más o menos el trance con mayor o menor tranquilidad. Y con esto lo que se hace es sufrir más.

M. G.:

—Sí, es muy lógico lo que dices, pero lo podemos aplicar no solamente a la muerte sino a cualquier cosa, cuando uno piensa que va a perder un trabajo, por ejemplo, si hay un rechazo a la pérdida de ese trabajo, pues también hay un dolor. Y así podríamos decir a cualquier otra cosa.

Presentador:

—Y después vienen las dos cosas, el dolor y la pérdida del trabajo, así como la muerte y el dolor, se acrecienta el dolor, y la muerte, de la cual no se puede escapar nadie, viene también. Y entonces, muchas veces, lo que las personas, creo, están sufriendo mucho más a la hora de la muerte de lo que debieran sufrir. Porque si tranquilamente se viera a la muerte como un acto más, el último, pero dentro del marco de la vida, y se tomara como una cosa natural, de la misma forma que se acaba el día, de la misma forma que acaba una estación… parece que hablamos de una forma que quizás no tengamos en cuenta los sentimientos, los afectos de las personas que aquí quedan, pero fijaros que muchas veces una persona tiene una idea de la muerte según sus creencias. Fijaos que el cristianismo ofrece una sensación de que después de la muerte tiene que venir una felicidad, y sin embargo no es así. La gente no llega a convencerse, no cree en ese premio que está más allá.

M. G.:

—Sí, pero el mismo cristianismo tiene muchas versiones de este mismo tema, o sea, había una frase como aquel que decía: «Dios de vida es Dios de vida y no de muerte», como diciendo que la muerte no es tal como se entiende. O sea, por ejemplo, tú hace un momento estabas diciendo que era el último acto de la vida, bueno, sí, quizás desde nuestra perspectiva, desde nuestros conocimientos podríamos llamarlo así, pero yo no lo afirmaría tanto que es el último porque si te das cuenta, tú antes lo estabas diciendo, que en la vida todo está lleno de transformaciones y de ciclos. Tal vez en nosotros también sea una transformación, un ciclo, no lo sé…

Presentador:

—Me refería a la vida aparente, a la vida física.

P. L.:

—Bueno yo quería decir una cosa, y es que, ya que se ha unido la religión y la muerte, es lógico que se unan en este asunto porque las religiones, las filosofías, los pensamientos digamos más elevados, son los que se han encargado del hablar de la muerte, en el sentido de que le han dado una significación, la que sea, ¿no? Una significación que cada religión, cada filosofía la ha dado una, y entonces es lógico que se unan esos dos conceptos.

»He de decir también que dentro de la tradición católica, pues, ha habido mucha tradición en todo esto sobre el dolor que la gente siente cuando los otros se van. Y entonces, ese dolor se puede ver como antinatural, pero se ha de pensar en gran medida, si se automira uno tranquilamente, ese dolor… Yo lo he pasado últimamente, no el dolor, pero sí que he pasado últimamente el trance. Entonces, si uno se automira se ve que hay un grado muy grande de egoísmo en ese dolor, que realmente no es que te sepa mal que al otro le vaya a pasar algo malo, sino que tú te quedes sin el otro. Y eso no está claro, y ese dolor es un dolor realmente más bien egoísta, que no es un dolor, digamos, amoroso.

»Entonces, esto es interesante que se diga, por eso cuando tú has dicho antes que parece que hablamos un poco sin sentimientos, no hablamos sin sentimientos porque nuestros sentimientos están siempre y no podemos hablar sin ellos, y además comprenderlos como una actitud normal, pero que realidad sí es posible que sean a veces un poco egoístas.

M. G.:

—Con la actitud con la que estamos acompañando a la persona en este último trance, imagino que deberíamos mirarla muy bien porque de ser positiva, o sea de tener aceptación, o de tener rechazo, puede también que estemos creando un ambiente no muy adecuado para ayudar a que esté tranquila, y ayudarla en la aceptación.

Presentador:

—Así es realmente. Yo, las experiencias que he tenido con personas que estaban en este punto crítico irreversible de desencarnar, pues he visto los dos aspectos. Aquel que está aferrado a la vida y lucha continuamente, segundo a segundo, días, por no morir, y entonces se prolonga una agonía mucho más dolorosa; y aquel que acepta el momento, el trance, ese punto, y muere tranquilamente, se abandona a ese momento, con una actitud totalmente positiva y deja absolutamente de sufrir, y su paso hacia el más allá, hacia donde sea, es enormemente tranquilo, reposado, sereno, y su cara expresa felicidad, al contrario de aquellos que están sufriendo y luchando por aferrarse a la vida como a un clavo ardiendo.

»Bien, a mí me gustaría que en los pocos minutos que nos quedan diéramos un enfoque bastante optimista, por si quizás no lo hemos dado suficientemente. Yo recuerdo muchas veces una ley física de nuestro pequeño sistema físico, que creo que es nada más que una consecuencia de una mayor ley cósmica, que es la de la conservación de la energía. La vida es energía. Y dice esa ley física que la energía ni se crea ni se destruye, solo se transforma. Esto es un punto de esperanza para todas aquellas personas que realmente piensan alguna vez en su vida en la muerte, en que nos ha de llegar un momento así a todos, y que quizás falta una educación real y exacta en una cultura como la nuestra que adora la necrofilia, que constantemente recuerda la muerte y se regodea con su sentimiento de dolor, que tiende a visitar a un ser querido… y hemos de ser muy francos, allí lo único que hay es un puñadito de huesos y basura, y continuamente creemos que está allí nuestro ser más querido, y nuestro ser más querido creo que está muy ausente ante ello, pero continuamente estamos regodeándonos con eso. ¿Por qué?, porque hemos estado muy apegados.

»Realmente, yo creo que el amor es algo mucho más profundo que los aspectos solamente fisiológicos del amor de la carne, del amor que nos une físicamente. Entonces, habrá que educar a nuestros hijos, a los que en su vida realmente tienen una función de educar en la muerte, en una realidad, no soslayar el problema, y de cuando en cuando sacarlo y hablar con el niño y que pierda ese tabú, porque los niños, por mimetismo, creo que aceptan y toman lo que ven y lo que oyen en sus casas.

P. L.:

—Sí, bueno, ahí yo creo que esto es muy importante decir que esta premisa de la energía, que ni se crea ni se destruye, sino que solo se transforma, no es una teoría de la física, y ni es solo, digamos, una frase filosófica, sino que lo comprobamos todos los días. Hablamos de la muerte e inmediatamente sale una palabra que nos evoca a un señor o a una señora que se está muriendo, y no pensamos, por ejemplo, que los pensamientos cuando se transforman unos en otros se están muriendo también. O las emociones. En las cosas que se acaban y empiezan otras. Que cuando tienes un coche viejo lo cambias y pones uno nuevo. Cuando tienes un traje… En fin, se pueden decir muchas cosas de este tipo, pero eso es una cosa natural y es una cosa que se puede experimentar en cada momento. Sin embargo, en la muerte de las personas, pues ahí no se quiere aplicar esto, cuando en realidad está bastante claro de que todo en la naturaleza es así.

M. G.:

—Yo creo que deberíamos sustituir la palabra muerte por desencarnación, que parece que dé un cuadro más perfecto de lo que… de una visión más positiva, ¿no? Y si nos fijamos, tú antes has dicho que lo que veías un poco de basura y que ese ser ya no se entera, está en otro plano o donde sea, llámalo x, ¿no?, pero incluso ese cuerpo que ha quedado allí no es una cosa muerta, es muy viva, porque está completamente transformándose.

Presentador:

—Porque físicamente es un proceso de descomposición, el ciclo del carbón, el ciclo del nitrógeno… igual que en todos los animales. Hemos de verlo como un hecho más natural de lo que lo creemos.

»Quizás yo pondría como resumen de todo lo que hemos estado diciendo, que la aceptación del hecho, con la consiguiente descarga emocional y de dolor que conlleva la muerte, esa aceptación del hecho y verlo desde una actitud positiva, es una de las formas que hace que cuando se llega a la muerte el trance sea mucho más llevadero, a pesar de que el dolor pueda venir porque se está enfermo, dependiendo del tipo de muerte que se tenga.

»Esta sería la primera actitud positiva; y la segunda, que no hemos hablado de ella y la hemos dejado a propósito fuera, sería el intentar —todas las personas— encontrar personalmente, una solución a la incógnita del más allá. Y la solución a ese más allá, a todos los aspectos de la muerte, quizás esté mucho más próxima a nosotros de lo que creemos, porque está dentro de nosotros mismos.

»Cuando el ser humano llegue a conocerse en profundidad, llegue a saber lo que es y que su vida no fallece, no para, no se estanca, no desaparece, entonces nos daremos cuenta de que tenemos una proyección muy amplia, una proyección hacia el infinito. Quizás cuando veamos eso dentro de nosotros mismos y lo experimentemos como vivencia personal, no como algo que se nos dice, o que se nos da, o que se acepta como una cultura o como una religión o como una filosofía, sino por experiencia directa. Cuando esto lo veamos, quizás el ser humano tenga una visión mucho más positiva de lo que es la muerte.

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