Huida vacacional

Las vacaciones que con tanta ansia esperamos los individuos después de un año agotador de trabajo, de conflictos, con los niños en el colegio, de los más mayores en la Universidad, el marido en el paro y sin poder llegar al fin de mes por la hipoteca, y otras zarandainas que nos depara la vida… 

Así, esperamos tener un poco más de libertad de lo cotidiano. ¿Pero acaso las vacaciones nos sirven para los planes que hemos proyectado? Bien en la playa, en la montaña, nos llevamos en el bagaje que hemos planeado los mismos problemas psicológicos que durante todo el año hemos padecido. ¿Por qué será? Esta huida en la que quisiéramos desapareciesen todos los males que llevamos consigo, puede ser una buena terapia en la que al volver de estas ansiadas vacaciones nos sintamos nuevos, seamos seres más tranquilos y no estemos tan estresados…

Considero que si en este estado de relax reflexionamos y ponemos en orden nuestras ideas y actitudes, nuestras relaciones con los que nos rodean, habremos tenido un buen verano; si por lo contrario, hemos acrecentado nuestras tiranteces, el fracaso denota que para nada nos han servido estos días de verano.

¿Dónde dejamos a nuestros mayores? ¡Pues les buscamos una residencia! Los aparcamos como un coche, les hacemos la maleta y volamos hacia nuestra guarida vacacional. ¿Son un estorbo, mientras todo el año han sido los protectores de nuestros hijos y nietos? El egoísmo ralla en un estado de deshumanización, pero claro, vendrá el mes de septiembre y los abuelos nos serán imprescindibles; decimos: como están jubilados que hagan lo que puedan, así se ganan el sustento y el lugar donde habitan. Gracias a los abuelos muchas familias pueden subsistir, pero eso no se tiene en cuenta. “Algunos dicen, he decidido hacer lo que gusta porque es bueno para mi salud” (Voltaire). ¡Si es bueno para mi salud lo será para los abuelos! Mientras no miremos a nuestros semejantes como nos miramos a sí mismos hemos fracasado en el proyecto de la vida, este proyecto tan hermoso de la familia debiera de ser armonioso, equilibrado, profundo, lleno de vitalidad y de esperanza, de respeto por los que nos han dado la vida, por los que se han sacrificado para que nosotros tuviésemos una carrera, un oficio digno, un bienestar, una felicidad…

Lo cierto es que la felicidad no guarda relación con lo que poseemos, sino con nuestro estado de conciencia. Dice Séneca sobre la felicidad “y de tal manera no resulta sencillo esa vida feliz, que cada uno se aparta de ella tanto más, cuanto con mayor ahínco la busca; pues muchos seres se han equivocado de camino”. Es necesario que equilibrando nuestros pensamientos y actos, estudiemos algo tan sencillo como ser felices y hacer partícipes a los demás, dándoles esa sencilla porción de felicidad. Pero mientras andemos errantes por todas partes, sin seguir los adecuados pasos de la compasión y la sencillez, estaremos en conflicto con los demás. Bien es cierto que la vida se nos irá acabando en constantes errores y sin darnos tiempo a nada, puesto que esta resulta muy corta.

¡Tal vez las vacaciones nos resulten cortas! Todo depende de cada uno, si las vacaciones son provechosas y hemos respirado profundamente y saboreado todo lo que hemos vivido, las pilas estarán cargadas y habremos vivido un poco de felicidad, si hemos sido capaces de compartir con sinceridad lo que de corazón tenemos, habrá sido un éxito, si no es así volveremos con los mismos problemas.  

12.7.10. J.T.D.  

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