Génesis y antropogénesis de las razas (I)

Presentador:
—Hoy, el estudio, por decirlo de alguna forma, se ha convertido en un estudio donde hay mucho tipo, mucha clase y variedad de razas. Buenas tardes, nos acompaña José Tarrazó. Cuando quieras puedes empezar a disertar sobre este tema tan interesante.
José Tarrazó:
—Vamos a responder a la pregunta que se nos hizo referente a las razas. El tema se llama «Génesis y antropogénesis de las razas» y como es un tema bastante complicado antropológicamente, en principio tendríamos que decir que tenemos que acogernos a la Ley de Analogía: son siete razas y siete subrazas en cada raza.
»Y vamos a hablar de analogía. Por ejemplo, podemos ver que las siete razas y las siete subrazas… después veremos que existen las siete notas musicales, los siete colores del arcoíris, los siete planetas, los siete centros de energía, los siete Rayos de energía y, por último, los siete días de la semana. Es decir que, si empezáramos a hacer una operación, veríamos que siete por siete son cuarenta y nueve, y así hasta llegar al infinito, aparecería siempre el siete. Es un dato muy interesante en las operaciones de estos siete sietes, importantísimo, porque de ello deriva el que Pitágoras y otros hicieran grandes trabajos a este respecto.
»Como el tema es interesantísimo y es una primicia, vamos a ir dándole una lectura y vamos a ir introduciendo algunas cosas, aparte de la lectura, porque la investigación de este tema y la bibliografía que se ha tenido que buscar es inmensa.
»Podemos decir que en el Génesis se empieza a hablar de esto, pero antes del Génesis existen otros libros. Los Chohanes sería un ejemplo primigenio, después los Upanishads, es decir, que hay una inmensa bibliografía a este respecto, no solamente el Génesis. Y tenemos que poner los pies en la tierra para decir y explicar cómo se desarrollaron estas razas, quién es el ser humano y dónde estamos ahora.
»Las razas humanas, en su número siete, están íntimamente relacionadas con la doctrina de cada planeta, admitida la séptuple naturaleza del hombre. Cada uno de esos principios guarda relación en un plano, en un planeta y en una raza. Las razas humanas nacen la una de la otra, crecen, se desarrollan, envejecen y mueren. La subraza siguiente de la misma, es la misma regla: cada raza madre, con sus correspondientes subrazas e innumerables divisiones de familias y tribus, es enteramente distinta a la de la raza que procede de la raza madre. Cada una de las siete razas, así como las mismas en sus divisiones, se van expandiendo poco a poco por todo el planeta. De las siete razas, cinco han aparecido ya completamente en esta ronda; nuestra quinta raza madre existe ya como raza suigéneris, y por completo independiente de su tronco, desde hace un millón de años, de lo cual puede inferirse que cada una de las cuatro subrazas precedentes ha vivido unos doscientos diez mil años. Así cada raza y familia tiene un promedio de existencia de unos treinta mil años. Figúrense ustedes lo que quiere decir esto, empezando por estas razas.
»No quisiera que esto se hiciera pesado, y vamos a pasar de lleno a la primera raza. Apareció bajo la protección del Sol, o más bien de Urano, (que místicamente lo representa). Por residir en el plano átmico, estas formas fueron denominadas razas de los dioses, hijos del yoga o pitris. Emanaron sus sombras mientras que se hallaban entregadas a la meditación, y nacidas de sí mismas, no por haberles procreado padres humanos, es decir, que no fueron procreados por seres sexuados. Ya lo veréis más adelante. Sus formas eran enormes, filamentosas, proteicas, etéreas, sin sexo, exudadas de los etéreos cuerpos de sus progenitores. Podían estos seres estar parados, andar, correr, volar, sin embargo, no eran más que una sombra insensible, dotada solo de un oído rudimentario, de una vaga conciencia del fuego.
»Esta raza se reproducía por escisión o brote, el individuo crecía, aumentaba de tamaño y entonces se dividía en dos mitades iguales. Al principio, y en sus últimas etapas, se procreó desigualmente, creando proles pequeñas que se dividían. Esta raza se puede decir que fue la raza del fuego, y que eran incombustibles, es decir, ni el fuego ni el agua podían destruirles. El fuego era su elemento. Esta raza residía en la primera tierra firme que apareció en el globo, en el pico del monte Meru, el extremo Polo Norte, al comienzo de la imperecedera Tierra Sagrada, la tierra de los devas en la Isla Blanca o Tierra Central, cuyo clima era como el de una deliciosa primavera. Esta tierra ha de ser sucesivamente cuna de cada una de las razas que vendrán luego.
Presentador:
—Sin duda un poco complicado todo esto para nuestros oyentes. Lo que se me ocurre, en un principio, es que no tienen nada que ver estas razas con las razas que cree la gente normal. O sea, que eso habría que explicarlo un poco.
José Tarrazó:
—Después, a medida que vayamos explicando raza por raza, nuestros oyentes se irán dando cuenta de cómo, progresivamente, se fueron delimitando estas razas, y se fueron creando los sentidos y todo aquello que conocemos ahora. Esto fue el origen de la primera raza.
»Vamos a pasar ahora al origen de la segunda raza: nació bajo la influencia del planeta Júpiter. Como ven ustedes, en cada raza existe un planeta regente, el cual tiene una influencia muy importante. Los espíritus de la naturaleza o devas inferiores conglomeraron alrededor de las sombras películas de materia más densa, formando una especie de envoltura externa.
»De la primera raza vino a ser lo interior (el doble etéreo) de la segunda. Estas formas filamentosas y brillantes de colores —fíjense esto qué bonito es: amarillo, oro, anaranjado y otros colores—, heterogéneas, aparecían en figuras, semejaban a los vegetales o animales, flotaban en el espacio, trampeaban, se deslizaban de acá para allá. Y se llamaban unos a otros con sonidos aflautados, es decir, que aún no existía el lenguaje.
»En esta raza se empezó la conciencia de la Mónada. Esta raza responde débilmente a la conciencia búdica, y adquiere un nuevo sentido del acto, respondiendo así a las impresiones del aire y del fuego. Esta raza ofrecía como principal tipo de reproducción la generación asexual, es decir, que no tenían aún el sexo. Aparecieron en el segundo continente, llamado Hiperbóreo, que ocupa actualmente el norte de África y Asia, junto a Groenlandia y la península de Kamchatka, y formaba también parte de ese continente una isla desaparecida. También aparecieron en Suecia y Noruega. En las Sagradas Escrituras aparece alguno de estos datos.
»Como estas razas no eran óseas, eran más bien gelatinosas, pues tenemos que decir que vamos, poquito a poco, a empezar a ver cómo se constituyó la forma completa, o sea, la que hoy tiene el ser humano.
Presentador:
—Me parece observar en este desarrollo que hay una adaptación a lo terrestre por parte de la raza, ¿no? La primera raza es totalmente etérea y esta segunda ya empieza a tener un poco de sonido y de consistencia. Lo curioso es que estas dos primeras son asexuadas, las dos razas.
José Tarrazó:
—Bueno, hay que tener en cuenta, como he dicho antes, que cada raza tiene la derivación de siete subrazas, en las cuales, pues, tienen que pasar miles de años para que estas razas se vayan perfeccionando.
»Vamos a entrar en la tercera raza: la Lemuriana. Habrán oído a hablar de la Lemur o Lemuria, de la cual se ha hablado como ficción, pero que no es tal ficción, iremos viendo que es una realidad, y que de esta raza entramos ya después en la raza Atlante, y así sucesivamente. Ofrece tres tipos perfectamente definidos que designaremos con los nombres de Tercera primera, Tercera media y Tercera última. La Tercera primera nació bajo el imperio de Venus, gracias a cuyas influencias se desarrollaron los hermafroditas, quedando la raza separada bajo el signo de Marte. Como todas las formas gestadas, en esta se desarrolló el Tercer Ojo, es decir, que —habrán oído hablar a veces del Tercer Ojo— estos seres empezaron a tener una visión… Este Tercer Ojo, en las sucesivas razas, se interiorizó en el ser humano. Y esta interiorización podemos decir que actualmente se llama la glándula pineal. En esta raza se desarrolló el órgano de la visión, que brillaba en la frente como algo especial en los seres humanos. Y podemos decir que se empezó a tomar ya un poco de conciencia. El lenguaje pasó a ser monosilábico. La reproducción de los tres tipos de la primera subraza se efectuaba por gotas de sudoración, apenas se distinguía el signo sexual, es decir, que aún no existía en esta tercera raza el sexo. La cuna de esta raza fue la Lemuriana, llamada Zâlmali en las historias antiguas.
»Vamos a continuar en la cuarta raza: Atlante. La raza atlante fue engendrada por la tercera raza hace unos dieciocho millones de años. Para este fin, el Manú de la cuarta raza eligió de la anterior los tipos más adecuados, y a quienes condujo a la imperecedera Tierra Sagrada para librarlos del cataclismo de la Lemuria. Es decir, los lemures, sabrán ustedes que desaparecieron del espectro de la tierra porque era una raza que aún no tenía una determinada consistencia, fue una raza puente, pero Lemur o Isla Blanca es una realidad, aunque en algunos casos la gente parece que lo considera como ficción.
»Nació la cuarta raza bajo la influencia de Soma, o Luna, y de Saturno. La influencia de este último se debió, en parte muy principal, al gran desarrollo de la inteligencia concreta, que caracteriza a la subraza tolteca. El lenguaje era aglutinante, pero andando el tiempo adquirió flexión, y en esa modalidad se transmitió a la quinta raza una… La cuarta raza fue vastísima en el continente Atlante. Ustedes habrán oído hablar de la Atlántida de Platón. Platón habla de la Atlántida, y científicamente hoy se sabe que ese gran continente existe, sigue sumergido bajo las aguas. Y entonces, existen aún en la humanidad muchas personas que tienen aún algo que ver con esos seres atlantes. La inmensa mayoría de los habitantes del globo pertenecen todavía a la cuarta raza. De este tipo fueron las tres primeras subrazas: Ramoahal, Tlavatli y Tolteca.
»La cuarta subraza, Turania, aún más humana, fue de color amarillo. A esta siguieron la Semítica y la Akkadiana, de tez blanca (de estas surgiría la posterior quinta raza raíz, la Aria).
»La séptima subraza de la cuarta raza, la Mongólica, fue de color amarillo y semillero de degeneración y decadencia. Entre ellas merece mencionarse, por su alto grado de civilización, la Tolteca, que conocía a fondo la química, la astronomía y la agricultura. Los atlantes, incluso, eran un tanto aficionados a la magia negra y eso fue lo que autodestruyó el continente. Es decir, se pasaron de la raya.
Presentador:
—¿Dónde se encontraba la Atlántida, más o menos, geográficamente?
José Tarrazó:
—Pues la Atlántida está entre las islas Canarias y el continente americano. España tiene algo de atlante. Hay un dato muy curioso y es ver cómo el lenguaje de los vascos es un lenguaje atlante. Y el estrecho de Gibraltar, que separa África de España, pues ahí existen vestigios de la Atlántida.
Presentador:
—Ha dicho J. T. muy bien que todavía quedan en el globo muchas personas que pertenecen a esa cuarta raza. ¿Cómo se pueden distinguir?
José Tarrazó:
—Por los rasgos fisionómicos, incluso expresiones psicológicas de los seres humanos. Podríamos hacer una clasificación mirando a los seres humanos y podríamos decir cada uno a qué raza pertenece o a qué subraza. Es decir, hay unos genes que están ahí, en el ser humano, y que dentro de esos genes existe, podríamos decir, ese anillo de conexión entra esta raza y otras razas.
Presentador:
—Pero también dijo que a consecuencia de la magia negra desapareció. ¿Qué es lo que ocurrió?
José Tarrazó:
—Los atlantes eran muy adelantados, tenían lo inimaginable. Miren ustedes, por ejemplo, los mayas, los egipcios, las grandes obras que han hecho. De esa raza, aquellas personas que llevaban una determinada conducta, podríamos decir, normal en la vida, que no se sobrepasaron en esas magias negras que conocían tan a la perfección, fueron emigrados y se marcharon. Unos a Egipto, otros se marcharon a América. Y entonces resulta que los que quedaron en la Atlántida perecieron. ¿Cómo perecieron? Pues hay autores que hablan de un diluvio, hay autores que hablan de un cataclismo. En realidad, usaron el poder mágico de una energía desconocida para los humanos, es decir, es como si ahora hicieran explotar en el planeta, simultáneamente en distintas partes del mundo, muchas bombas atómicas. Entonces, ellos perecieron por esas energías que manejaban y que no estaba permitido el manejarlas porque aún las razas no se habían desarrollado suficientemente. Quedan grandes cosas extraordinarias de los atlantes, nos han dejado en su historia las piedras; las piedras están marcadas, las piedras son mágicas y a veces nos hablan de cosas que la ciencia no puede llegar a ellas.
Presentador:
—Deduzco de lo que usted me está comentando que la desaparición de la Atlántida no fue gracias a un cataclismo natural.
José Tarrazó:
—No.
Presentador:
—Provocado…
José Tarrazó:
—Sí, sí, es así. Una de las cosas que manejaban, que ahora se empieza a hablar de eso, fue un determinado éter, que está ahí, que está gravitando sobre el planeta y sobre otros planetas, y que entonces ellos conocían la clave para poder usarlo. Y es curioso como, por ejemplo, con ese determinado éter los magos blancos, o los seres, podríamos decir, con una capacidad superior, lo usaron para cortar las piedras de las pirámides.
Presentador:
—Este es un tema que a lo largo de los sucesivos programas usted tiene que tocar a fondo…
José Tarrazó:
—Intentaremos desarrollarlo.
Presentador:
—Porque la verdad es que ha suscitado un interés inusitado, ¿verdad?
José Tarrazó:
—Vamos con la quinta raza. La quinta raza es la raza actual, y estamos en la cuarta subraza de la quinta raza. La actual raza blanca del globo se desarrolló bajo la protección de un determinado Buda, que no es el Buda que se conoce normalmente, del planeta Mercurio. Su principal objetivo era el desenvolvimiento de la mente, y a este fin en el planeta se fue desarrollando la sabiduría que poco a poco ha adquirido esta raza.
»Hace un millón de años, el Manú seleccionó entre las subrazas de la raza Atlante, las simientes de la quinta raza madre, y la condujo a la imperecedera Tierra Sagrada, donde se fue moldeando el núcleo de humanidad futura. Allí se añadió el quinto sentido, el olfato. Los otros cuatro quedaron en el hombre tal como estaban anteriormente. Allí el Manú congregó a la más brillante inteligencia de los caracteres más puros que en el hombre se puedan adquirir. De esta quinta raza, la cuarta subraza se ancló en Asia central. Esta raza tiene las siguientes subrazas: la Aria, la Ario-semítica, la Irania, la Céltica, la Teutónica. La sexta y la séptima florecerán en el Norte y Sur de América. Y otra cosa muy importante, en el norte y en el sur de África existen parte de estas razas.
Presentador:
—Prueba de ello, todos los yacimientos que se han encontrado, los datos de los primeros hombres que tenemos pertenecen a esas zonas.
José Tarrazó:
—Cuando los antropólogos hablan, lo hacen con mucha asiduidad, del eslabón perdido, creo que hoy hemos desvelado una incógnita, es decir, ¿cómo se tendrían que encontrar huesos de las primeras razas si estas razas eran etéreas o gelatinosas? No se podrían encontrar, simplemente a partir de una determinada raza, la raza la cual se empezó a procrear por el sexo, como ahora conocemos, es cuando el hombre, que iba anteriormente curvado, es decir, que la espina dorsal estaba mirando hacia tierra, casi andaba a cuatro patas como los animales, pues se fue enderezando a través de estar en conexión el planeta Tierra con un determinado planeta, el cual hizo que la órbita de nuestro planeta tomara otro rumbo, y entonces entrara en ese rumbo, con influencias de este planeta, lo que ahora se llama la sangre. Es decir, que hasta entonces el hombre carecía de esa sangre que conocemos ahora como roja, con la cantidad enorme de hierro. Es decir, que todo esto tiene una relación muy concreta y científica del desenvolvimiento del ser humano sobre el planeta.
Presentador:
—Una cosa también. Al proceder nosotros de la influencia del planeta Mercurio, nuestra quinta raza, ¿es el planeta que más nos influye o hay otros?
José Tarrazó:
—Bueno, actualmente son varios los planetas que influyen sobre el planeta Tierra, y también voy a decir algo, que no se ha dicho casi nunca, y es que en un esquema podríamos ver cómo nació el planeta Tierra, cómo están ordenadas estas razas y estas subrazas.
»Y todos los planetas tienden a ser sagrados, es decir, cuando las razas y las subrazas han llegado a su cenit, aquí sería la séptima raza y la séptima subraza, entonces el planeta, el eje del planeta, no estaría inclinado como ahora. Si ponemos en un vaso una cucharilla la veremos que tiene una determinada deformación, esto es por la influencia de los equinoccios en el planeta, de la inclinación que tiene el planeta. Cuando esta séptima raza y séptima subraza lleguen a ese cenit seremos como otros planetas, como muchos que existen ahora, que son planetas sagrados, planetas que no sienten el dolor, que no tienen guerras, que carecen de enfermedades, es decir, que tendríamos, lo que se dice, el hombre en su perfección, lo tendríamos.
Presentador:
—A mí se me ocurre una pregunta, no sé si será una auténtica barbaridad. Ahora que estamos en la era en la cual se puede viajar a otro planeta, ¿cabría la posibilidad que un astronauta, al permanecer en otro planeta, bueno, al tener una órbita diferente a la Tierra, pudiera cambiar de metabolismo?
José Tarrazó:
—No. Han visto ustedes que para llegar a esta situación han tenido que pasar millones y millones de años. Es imposible.
Presentador:
—Entonces, que la influencia sería mínima, la estancia sería muy corta.
José Tarrazó:
—Mínima. Tengan en cuenta que el desarrollo de los cuatro —podríamos decir, de las cuatro edades del ser humano— reinos se han desarrollado a través de millones de años. Creo que sería interesante, la semana que viene, continuar y dar una explicación coherente. Por ejemplo, les voy a dar un dato muy pequeñito: un año, trescientos sesenta y cinco días, equivale a un día cósmico. Entonces, claro, el proceso evolutivo de las razas es un proceso de millones de años. Entonces, hay que tener en cuenta que, en la evolución y la transformación de los planetas, minerales, animales y del ser humano, está todo relacionado, nos apoyamos unos sobre otros. Y la evolución, si fuera rápida, crearía una distorsión o un desequilibrio en el planeta. Es imposible, el planeta ha ido evolucionando como las razas, es decir, a la par.
Presentador:
—La sexta raza también está por desarrollar, y la séptima, y además tres subrazas de la nuestra. Hoy no nos va a dar tiempo.
José Tarrazó:
—La semana que viene continuaremos hablando de la sexta raza, es muy condensado, es muy poco lo que se sabe, pero se sabe, y de la séptima subraza. La sexta y la séptima raza tendrán un desarrollo incalculable. Tengamos en cuenta cómo se ha desarrollado la técnica en cincuenta años, ha hecho una evolución inmensa. Y entonces, esa evolución tiene que continuar, no solamente en la tecnología sino en el ser humano, a pesar de que la gente pueda decir que estamos en una situación de catástrofes, de esto y de lo otro. Las catástrofes, en la historia de la génesis o antropogénesis de las razas y del planeta, se han sucedido unas detrás de otras. Podríamos hablar de los distintos diluvios y de los distintos cataclismos que han ocurrido en el planeta, y geológicamente se puede comprobar eso.
Presentador:
—Hay un aspecto curioso en este punto que podría ser, por ejemplo, que nosotros estamos más desarrollados desde ese punto de vista que los atlantes.
José Tarrazó:
—Sí, estamos más desarrollados.
Presentador:
—Mucha gente da a entender, al contrario, que los atlantes tenían una capacidad de desarrollo muy superior a la del hombre actual.
José Tarrazó:
—En algunas cosas se desarrollaron y nos dieron un ejemplo, una avanzadilla de lo que sería la sexta y la séptima raza, pero tuvo que paralizarse ese desarrollo, y no cabe duda de que hoy pueden existir atlantes que estén haciendo un gran trabajo científico en el planeta, y que pasen de incógnito, porque claro, eso sería algo muy revolucionario.
Presentador:
—Los seres de otros planetas, los llamados extraterrestres, ¿son de razas más avanzadas, o están en otra variedad de razas que no están en esta definición?
José Tarrazó:
—Sí. Por supuesto que existen otros planetas habitados, infinidad de planetas habitados y es posible que estos seres evolucionados nos vengan a visitar. No siempre las apariciones de los llamados ovnis o platillos volantes son tal cosa. Quizás esto fuera un tema totalmente diferente y pudiéramos dar una opinión diferente a esta situación. No quisiera entrar hoy en ese tema.
Presentador:
—Hemos podido comprobar a través de sus palabras que las primeras razas no se procreaban de una forma sexual, ¿quiere decir esto que quizás las venideras tampoco lo harán?, porque hemos visto en películas de ficción que su procreación no es a través de los órganos sexuales.
José Tarrazó:
—Sí. Las próximas razas yo no puedo decir cómo se reproducirán, porque de estas dos razas por venir y las subsiguiente subrazas existen prototipos, en los cuales son muy pocos los seres humanos en el planeta que tienen acceso a conocer esos prototipos. Es decir, yo no voy a hacer ninguna avanzadilla de esto, honestamente, porque lo desconozco, y si lo conociera, no lo diría.
Presentador:
—¿Quizás estos autores se han basado un poco en lo que usted nos ha estado contando?
José Tarrazó:
—Por supuesto que hoy nos está llegando a través de la televisión, desde el cine y de los libros, cosas inimaginables, que en un principio parece que sean de ficción, pero que no son de ficción, porque en realidad han estado investigando toda esta serie de cosas que hemos ido poco a poco desglosando aquí, pero más ampliamente.
»Esto que hemos hecho hoy es un grano de arena en un desierto, es una síntesis para dar respuesta a esa pregunta, pero esto nos llevaría a rellenar volúmenes inmensos y dar unos detalles muy concretos sobre estos temas. Pero, claro, entonces esto aburriría incluso a los que nos están escuchando.
Presentador:
—Y otra duda, razonable hasta cierto punto, y es que muchas personas se estarán preguntando en estos momentos: las razas que conoce la gente, es decir, la raza blanca, la raza negra, la raza amarilla, ¿todas están englobadas dentro de esa quinta raza o existen diferencias?
José Tarrazó:
—Existen diferencias. Quedan personas de las otras razas que con el tiempo irán perfeccionándose e integrándose dentro de la quinta raza y de las venideras subrazas.
Presentador:
—Lo que puede preguntarse mucha gente es el origen de por qué existe una raza negra, una amarilla y una raza india…
José Tarrazó:
—Hay unos genes que están ahí y que van aun volviendo día tras día y que se manifiestan a través de esas razas.
Presentador:
—Pero quiere decir todo esto que quizás en un momento todos lleguemos a ser blancos, negros…
José Tarrazó:
—Sí, del color que sea. No vamos a avanzar porque creo que no estamos intentando hacer ninguna discriminación, porque por encima del color, o de la etnia o de las características que puedan tener estos seres, existe algo dentro del ser humano que es superior al color, que es su yo superior, su alma, su ego, como se le quiera llamar, me da igual, y que pueden ser personas tan avanzadas psicológica, científica y espiritualmente como cualquier ser humano blanco. Es decir, que esto hay que tenerlo muy claro para que nadie nunca se considere discriminado. El color de la piel es para recordarnos que otras razas han existido como razas fuertes, como razas muy arraigadas en el planeta.
Presentador:
—¿De qué se compone la pigmentación, el tono, o el colorido de la piel? ¿A qué cree que es debido?
José Tarrazó:
—La pigmentación de la piel es debido a una serie de, podríamos decir, de entornos naturales, de hábitats, y de prototipos, que esto es otra cosa. Cuando se creó la raza negra, se creó un prototipo, y entonces ese prototipo, pues claro, ha venido arrastrándose durante miles, millones de años. Y de la raza amarilla o de la raza cobriza, o de la raza blanca. Y también ha habido un mestizaje entre todas las razas, de padres negros han salido hijos completamente blancos y viceversa. Entonces, ha habido una mezcolanza de los genes que han dado esa pigmentación a la piel. Pero en su origen cada raza y cada color era por el prototipo que nos había engendrado o procreado o, por así decirlo, instaurado en el planeta.
Presentador:
—Pues no nos da tiempo para más. Continuará, como se dice en los seriales, la próxima semana.
José Tarrazó:
—Vamos a terminarlo en la próxima emisión y daremos datos muy importantes de fechas, edades y de cómo los cuatro reinos de la naturaleza han ido, como hemos ido enunciando antes, a la par con estas razas.
Presentador:
—Pues muchas gracias a J. T. y hasta la próxima semana.
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