El negocio de la mala espiritualidad

Existen personas de toda índole que hacen un negocio en no importa qué cuestión en la sociedad, y estos siempre se dirigen a los más débiles, que ansiosos por llenar su interior recurren a los vendedores de falsas esperanzas. 

“Todo lo vitaliza el espíritu vivificante, y cuando más noble y fuerte, tanto más domina la materia corporal.” (Santo Tomás de Aquino) La tan cacareada “Nueva Era” es, según la certera observación del historiador de las religiones Giovanni Filoramo, una etiqueta creada por razones preferentemente mediáticas, que han generado algunos movimientos mal llamados espirituales, con sus negocietes.

Las consultas a los videntes, cartomantes, magos y adivinos cuentan cada vez con más clientes en busca de mensajes optimistas que alivien tensiones y conflictos de vidas, ¿están vacías estas personas? Cuando los individuos no practican la ética, solamente buscan remedios en aquellas personas que les prometen algo que no les pueden dar, y gustosos pagan dinero por la esperanza, pero toda esperanza está en un trabajo silencioso y bien hecho, sin mirar que sólo las personas decentes y equilibradas pueden ayudarles sin cobrar nada por sus sugerencias.

El negocio de la espiritualidad constituye una de las más graves manifestaciones de la perversión de lo sagrado. Pero ésta es una cara del actual clima religioso. Junto al mercantilismo de la falsa espiritualidad que en nombre de Dios se está especulando descaradamente por quienes sin escrúpulos hacen negocio de todo.

En otro tiempo se ponía el acento en el carácter histórico, desencarnado, puramente celeste y angelical de la mística, hoy se subraya su dimensión histórica.

La mística tiene mucho de sueño y se mueve en el mundo de la imaginación, es verdad, pero el sueño y la imaginación están cargados de utopía. Y, como dice Walter Benjamin, “la utopía forma parte de la historia”; pero Don Antonio Gala dice a este respecto “la utopía es una necesidad social”. 

Los místicos y las místicas aparecen a los ojos de la gente como personas excéntricas, pacatas, conformistas, integradas en un sistema. Pero para mí, estas personas reflexivas se comportan con gran libertad en la que les ha tocado vivir, son respetuosas, activas y preocupadas por los problemas que todos sufrimos; sin vociferar ni salir a las manifestaciones populistas realizan su CALLADA LABOR. Tenemos algunas personas creadoras, bien sean compositores, pintores, escritores que demuestran su misticismo a través de sus obras, en el fondo son revolucionarios que no comulgan con el sistema decadente: basta recordar a tres de los más relevantes místicos del cristianismo como lo fueron: san Juan de La Cruz, encarcelado por los enemigos de la reforma carmelitana, Santa Teresa del Niño Jesús, y al maestro Eckhart, cuyas doctrinas fueron condenadas después de su muerte. El filósofo Henri Bergson considera la esencia de la religión. Para el psicólogo William James, la raíz y el centro de la religión personal se encuentra en los estados de conciencia místicos. El científico Albert Einstein, nada sospechoso de apologista de la religión, ve en la mística la emoción del ser humano.

¿Habrá en nuestros días personas con la capacidad silenciosa de crear una revolución aclaratoria de esas mentes obtusas que confunden muchas cosas sin conocimiento de causa? Considero que sí… A pesar de que todas las cosas se miden en cifras de don dinero.

5.3.13. J.T.D.         

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